La crisis global, producto de la pandemia de covid-19, tiene al planeta en jaque. Nadie se encuentra exento del virus: las principales potencias, los países emergentes y los más pobres, junto con aquellos que hasta hace menos de un año no tenían inconvenientes.
La caída del PBI y el desempleo son los resultados del freno de la economía a nivel mundial y la Argentina es parte del mundo. Además, en nuestro país debemos sumar la depredación de los fondos públicos, el endeudamiento externo e interno provocado por la pésima gestión del gobierno macrista, verdadera herencia de un país devastado y marcado por el odio que, históricamente, los sectores más reaccionarios de nuestra sociedad han proferido a los sectores populares y a los gobiernos peronistas, los que, una vez más, deben ponerse al hombro la recuperación del país basada en la justicia social y el bien común. Es inconcebible que una administración que endeudó dramáticamente a nuestro país, que desprecia al Estado y solo lo utiliza para viabilizar sus negocios, que desarrolló un espionaje ilegal como nunca había ocurrido, continúe ejerciendo ahora una oposición que no respeta los valores fundamentales de la democracia.
Es, en este contexto, la coalición del Frente de Todos, que llevó a Alberto y Cristina Fernández a la Casa Rosada, la que debe reestablecer un proceso de recuperación económica en las más difíciles situaciones que hemos conocido en los últimos cien años. Sabemos que nuestro gobierno puede hacerlo, a pesar del embate de la oposición salvaje que intenta todos los días socavar las bases del poder popular.
En el segundo trimestre de este año, la desocupación alcanzó el 13,1%, con una suba de 2.7 puntos porcentuales respecto al primer trimestre, y 2,5 puntos porcentuales por encima de la registrada con igual periodo de 2019, que había sido del 10,6%. Queda claro que el gobierno de Cambiemos es mucho más trágico que la pandemia, ya que sin ella generó desempleo y pobreza como no habíamos tenido desde la crisis del 2001.
Un segmento de la economía se manifestó como un fenómeno cotidiano durante la pandemia y su rol en la continuidad es indiscutible, Los servicios de mensajería y envío de productos generaron mayor número de puestos de trabajo, pero en las más precarias condiciones laborales de quienes los prestan.
La economía de plataformas llego para quedarse y se consolida como un nuevo modelo de negocios, caracterizado por proporcionar al capital la infraestructura para intermediar entre diferentes grupos de usuarios y desplegar tendencias monopólicas.
Las plataformas son las nuevas fábricas en la era de las redes. El valor no está en lo físico, sino en los datos. Promueven una administración algorítmica de las relaciones laborales pagos mediados por la plataforma; obligatoriedad de aceptar trabajos, evaluación de desempeño y sanciones; determinación de precio; determinación de comisiones.
Los desafíos que se plantean de cara al futuro están vinculados con que cada vez se observa menos la generación de empleo a tiempo completo, a lo que se agrega el desarrollo de un modelo de negocio de plataformas. En un escenario inédito a nivel global de crisis del empleo, tenemos la oportunidad de ir al ritmo de las exigencias de articulación político-tecnológicas que la sociedad demanda. La coyuntura nos exige mirar el aquí y ahora, pero con los ojos puestos en el futuro. Es por ello que debemos diseñar herramientas que permitan normalizar la tensión -nada nueva en la economía de mercado- que existe entre las empresas de plataforma y las legislaciones laborales existentes. La registración de trabajadoresy trabajadoras, el pago de impuestos de las corporaciones de plataformas en igualdad de condiciones con las empresas físicas y un marco de innovación e intercambio permitirían que las y los trabajadores de este nuevo segmento del mundo del trabajo estén amparados por el derecho laboral y la negociación colectiva.
Nuestro gobierno ha protegido el trabajo de las y los argentinos, atenuando los
efectos negativos de la profunda crisis heredada agravada por la pandemia, las políticas de asistencia a los sectores con mayores dificultades, la progresiva
reactivación de la economía -que comienza a mostrar signos de recuperación y el
cuidado de la salud como objetivo prioritario-volviendo a jerarquizar al Ministerio
de Salud de la Nación y con la puesta en marcha de nuevos establecimientos sanitarios y la conclusión de obras que llevan más de cuatro años paralizadas. Estos son solo algunos de los resultados de un proyecto político progresista y una férrea voluntad política de transformación de la realidad.
En este camino, seguiremos reconstruyendo una Argentina que tienda a la
igualación de las oportunidades para todas y todos. No es el mérito individual el que
garantiza una sociedad más justa e igualitaria, sino un proyecto colectivo cuyo
objetivo es el bien común y no una sociedad para pocos a costa de las grandes
mayorías.
Enrique Deibe es coordinador de la Comisión de Trabajo y Seguridad Social de los
equipos técnicos del Partido Justicialista Nacional, exsecretario de Empleo de la
Nación.