El sábado 1º de abril a la noche, quedó inaugurada en La Tribu la muestra Memorias del Presente, con pinturas, dibujos y serigrafías de Luis Felipe Noé, y textos de Vicente Zito Lema. Se trata de una breve aunque contundente antología de Noé que abarca el período 1976-2017, con obras relacionadas con el tema convocante, que incluye dos nuevas pinturas sobre papel, realizadas especialmente para esta muestra. Del mismo modo, la selección de textos de Zito Lema incluye algún material nuevo.
La exposición, con curaduría de los artistas Natalia Revale y Javier del Olmo (a su vez curadores del espacio para exposiciones de La Tribu), fue organizada no sólo como recordatorio artístico de los 41 años de la última dictadura, sino por el permanente compromiso político de Noé y Zito Lima, quienes comparten una larga amistad. “Nos hemos entendido y nos hemos malentendido a lo largo de cincuenta años. Pero por sobre todo nos hemos respetado. Yo lo respeto. Y él me respeta… de lo contario no me hubiera pedido que ilustrara algunos de sus libros”, dijo Noé, con humor, en la presentación.
Por su parte, Zito Lema, junto con el recuerdo de la larga relación con Noé (“Tenemos amistad, tenemos memoria, tenemos historia”), dijo, entre otras cosas, que “hay una parte profunda de esta sociedad que está lastimada. Hemos entrado en un espíritu de época marcado por el rencor: superficie, lectura y lenguaje más dañino que el odio. Porque peor que el odio es la indiferencia y peor que la indiferencia es el rencor. Hay que salir a enfrentarlo desde lo que cada uno tiene”.
Noé, por su parte, se indignó ante el desconocimiento de Macri sobre cuánto gana un jubilado, y a la concepción presidencial sobre “caer” en la educación pública. “Y aunque detesto que me llamen ‘maestro’ –dijo el pintor–, si el título me lo ponen por los que ahora sufren, me encanta que me digan ‘maestro’.”
Revale y del Olmo, en el texto de presentación de la muestra, explican que “reunir a Luis Felipe Noé y Vicente Zito Lema, es experimentar ante todo la inmensa generosidad, el entusiasmo, la vitalidad y el compromiso de ambos; convocados y motivados por un tema que indudablemente hace mella en todo su recorrido artístico-político: la pasión por la creación y la vida. ¿Cómo explicar, sino, la perseverancia en la denuncia, en el señalamiento de aquello que incomoda, indigna, pero con lo que sin embargo, convivimos? ¿De qué manera convivir con este (o aquel) horror, siendo que, como escribe Vicente, “hay una memoria del horror que no sucumbe”? […]
“Las pinturas de Yuyo señalan identidad y anonimato. Son todos y cada uno, son ellas, son Rodolfo, Haroldo, Valle, Dorrego, y también son Maxi y Darío. La memoria en contexto. Y aparece “XX”, la incógnita, y también aquel hombre vendado. El que danza en las aguas… “Vivos para siempre” inspiró el poema “Aquellos cuerpos arrojados al mar” escrito por Vicente hace unos días (véase aparte).
“En el taller de Yuyo, mientras conversábamos, mirábamos las obras en las que estaba trabajando para esta exposición.
“Hay dos recortes de papel brillante, con forma de aviones, muy sintéticos.
-Inmediatamente llegado a París, en mayo de 1976, me enteré de que en Argentina estaban tirando cuerpos al mar. El impacto fue y sigue siendo hasta hoy…”
La pintura que abre la exposición, la más importante de la muestra, es el enorme acrílico sobre tela Aquí no pasó nada, de casi dos metros de altura por más de tres metros de ancho, que Noé pintó en 1996. Y en el recorrido de las once obras del pintor aquí exhibidas, no sólo las imágenes (con víctimas, vuelos de la muerte, desaparecidos y alegorías varias) , sino también los títulos, recuerdan aspectos de la historia trágica argentina a través de un repertorio semántico en perfecta sintonía: Cómo se debe mirar un gusano (1976), El poder (1977), Mater (1982, ilustración para el libro homónimo de Zito Lema), ¿No ves dónde estás parado? (1982), Prisión (1990), Homenaje a Kosteki y Santillán (2005), La memoria (2006), Una suciedad organizada (2013), Vivos para siempre (2017) y El estado de terror (2017).
“Memoria del presente -escriben los curadores-: construcción permanente de una memoria colectiva, imágenes y palabras del conciente colectivo, componiendo una sinfonía sin fin, en un canto urgente a la vida”.
* En el Bar La Tribu, Lambaré 873, hasta el 20 de mayo. Entrada libre y gratuita.