El malestar social, tarde o temprano, se manifiesta, emerge de un modo u otro, esto es inevitable; ni siquiera los regímenes totalitarios pueden soslayarlo explícitamente.

Hay múltiples acontecimientos históricos ocurridos en diversas latitudes que confirman lo antedicho, desde rebeliones como las de los esclavos de la antigüedad, pasando por revueltas campesinas contra los señores feudales y continuando con revoluciones que desde fines del siglo XVI en adelante marcaron hitos de la rebeldía colectiva.

La represión abierta o encubierta podrá eventualmente ocultar por un tiempo la emergencia del malestar social, pueden transcurrir años y años pero llega un momento cúlmine en que el malestar aparece desnudando a la luz pública lo que no querían los poderosos que se viera.

El malestar responde a una variedad de factores psicosociales, las altas tasas de exclusión potencian la violencia interpersonal.

En sociedades como la que nos toca vivir, con desigualdad muy pronunciada y en aumento, crecen también las adicciones a los psicofármacos y otras sustancias que se buscan como sustitutos del vacío existencial, de la frustración.

No es casualidad que los femicidios sean la noticia de cada día. Ni las intoxicaciones masivas de jóvenes en reuniones convocadas por la música de moda, a la que la publicidad expandida por los medios masivos de comunicación exaltan como invitación a encontrar el nirvana en medio del infierno, que parece estar siempre paredes afuera. En otro lado.

Los acontecimientos de días pasados en Olavarría (provincia de Buenos Aires), presentan múltiples facetas. Una reunión de culto de lo que Michel Mafessoli llama "tribus urbanas". Excitación y muertes donde nadie iba a buscar un final trágico sino todo lo contrario.

Además, cabe agregar que hubo incidentes callejeros. Muy llamativo en una semana caracterizada por masivas manifestaciones de protesta en los días siguientes.

Desde arriba podrán querer disimular los efectos letales de las políticas de ajuste estatal, empresarial.

La evidencia salta a la vista como pus de una pústula corpórea.

Pretenden tapar el sol, pero lo están haciendo con un colador.

 

Carlos A. Solero

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