De Diario Público, especial para Página/12
En plena era de incertidumbre y desconsuelo, Viggo Mortensen se pregunta "¿cómo hacemos con una persona mayor que necesita ayuda?" Con el terrorífico –y vergonzoso– peso de las más de 20.400 muertes por coronavirus en las residencias de ancianos en España, el actor contempla cómo su debut como director, Falling, se siente de una forma completamente diferente ahora a como él la pensó. Cine vivo, independiente, de riesgo, incómodo, sin concesiones emocionales facilonas, su ópera prima apela a la comunicación y la humanidad.
Protagonizada por Lance Henriksen, que interpreta a un personaje poderoso, amenazante y, al mismo tiempo, frágil en su demencia, y por el propio Viggo Mortensen –también compositor y productor–, la película enfrenta a un hombre con la responsabilidad de cuidar a su padre, un tipo retrógrado, grosero, homófobo y que está perdiendo la cordura.
Retrato de una realidad universal, Falling refleja, además, la hostilidad de los círculos más conservadores, los insultos, ataques, ira y rabia desatados, que se encuentran al otro lado con la paciencia y, sobre todo, la voluntad de entenderse y acallar el ponzoñoso discurso del odio.
Estrenada en los festivales de Toronto y San Sebastián, donde Viggo Mortensen recogió el Premio Donostia 2020, la película revela un espíritu creativo genuino y una honestidad y valentía inusuales. "He querido dirigir desde hace mucho tiempo, pero siempre es difícil montar una película independiente, sobre todo si no es muy ortodoxa".
-Cuando hizo 'Falling' no habíamos vivido la tragedia de los ancianos muriendo en las residencias. ¿Ello hace pensar en su película de otra manera?
-Sí. Este es un problema en todas partes y es muy grave en EE.UU. donde falta un sistema de sanidad de primer mundo y hay una enorme resistencia de los poderes económicos a que ello se consiga. Por otro lado, es un tema universal, ¿cómo hacemos con una persona así, una persona mayor que necesita ayuda? No sabes si cuidándola te pasas o no, si le quitas libertad o no...
-¿Siente que cuidar de un padre como el de su película es una obligación?
-Es una elección personal. Si alguien no te acepta, no te ve, te insulta, puedes decir "hasta aquí" y eso pasa también con los padres. Pero si cortas la relación, el esfuerzo de conseguir una comunicación desaparece. En esta historia el hijo es tan testarudo en querer comunicarse como el padre en lo contrario. El hijo está conscientemente haciendo un esfuerzo, sabe que para ayudar a su padre tiene que tragar un montón de mierda.
-La ira del personaje se parece mucho a la ira social y política que nos rodea.
-El mal ejemplo de ciertos políticos ha hecho que salgan del armario muchos bichos tóxicos, pero si no hay un esfuerzo por encontrar un punto en común, nada valdrá. Yo soy partidario de intentar comunicar y no combatir el comportamiento odioso con comportamiento odioso.
De ambos lados hay frustración, pero si no hay ese esfuerzo para comunicarse, no hay esperanza.
-Entonces ¿ante esos políticos que vociferan e insultan constantemente cuál es la respuesta?
-Hay que intentar portarse bien. Es fácil decirlo, pero muy difícil hacerlo, sobre todo porque hay políticos que nos están provocando con su ira y sus insultos. Hay políticos irresponsables que alimentan la polarización porque les conviene. Otros intentan suavizar y eso ayuda a que baje la tensión. Ahora hay un esfuerzo consciente de alimentar la tensión porque les interesa. Hoy hay políticos que son pirómanos y bomberos, dan muy mal ejemplo.
-El hijo de su película, de niño duerme con un pato muerto, orgulloso porque lo ha cazado con su padre. ¿Repetimos los comportamientos de nuestros padres?
-Eso me ocurrió realmente a mí. Y sí, hay gente que repite los mismos errores que sus padres, pero también hay personas que cuando se hacen padres son muy conscientes de no querer repetir comportamientos. La diferencia no es dónde están, la zona en la que vivan, o el tiempo en que lo hacen, o la orientación sexual, lo más importante es que se escuchen y haya buena comunicación. Los que creen en el modelo anterior piensan que todo tiene que ser a su manera.
-La historia se cuenta desde distintos puntos de vista, pero se subraya el hecho de que ese hombre sufre demencia senil...
-En la película hay diferentes puntos de vista, sí. He querido almacenar imágenes en las distintas estaciones, también sonidos. Imágenes y sonido para ver el mundo un poco desde el punto de vista de una persona mayor que está en fase inicial de demencia senil. Quería contar de manera creíble lo que es vivir eso, que pienses que es real, para entender un poco a Willy. Por simple que sea su vida y sus recuerdos, es una persona complicada. He vivido la demencia de cerca con mi padre y mis padrastros. Para esas personas su mundo es complicado y cambiante, por eso el uso de los sonidos y los colores y el trabajo con la música.
-Usted comenzó 'Falling' como un cuento después del funeral de su madre. Al final, el padre es el personaje principal, ¿por qué?
-Estaba en el proceso de buscar financiación para otra película y después del funeral de mi madre, me puse a escribir en el avión. Estaba pensando en ella. En la película, la madre es el eje moral, la conciencia y el motivo por el que ellos dos discuten muchas veces. La madre es una figura importantísima, pero salió así y el padre es el protagonista. Un tipo inflexible, y su inflexibilidad afecta a todos. Así no crece una relación.
-Hablando de relaciones, ¿cómo es la suya con Hollywood? Parece que quisiera huir de lo que represente el cine de Hollywood.
-No soy consciente de huir de nada, yo avanzo a base de buscar proyectos que me interesan, pensando siempre que voy a aprender algo. Busco personajes desafiantes, complicados. Hay que tener en cuenta que rodar una película es un tiempo largo. Y para rodar ésta yo he tenido mucha suerte porque he trabajado con los mejores directores.
-Max Von Sydow se lamentaba de haber trabajado con los mejores, sobre todo con Bergman, y ser recordado, sin embargo, por el personaje del padre Merrin ('El exorcista'). ¿A usted le pasa con Áragon?
-No, no me pasa eso, no lo lamento. Para mí, interpretar a Áragon ha sido una cosa muy práctica, me dio la oportunidad de conocer, por ejemplo, a David Cronenberg. Además viví la experiencia de rodar El señor de los anillos y ver a ese equipo de neozelandeses que llegaron sin saber nada y todo lo aprendieron ahí. Los rodajes hay que prepararlos mucho antes. Siempre me he fijado en lo que hacían los directores en los rodajes en los que he trabajado.
-En los agradecimientos de la película está la cineasta Agnès Varda, ¿por qué?
Cuando la quedaban pocos meses de vida, coincidimos en el avión en un viaje de Marruecos a Francia. Estuvimos tres horas de avión hablando. Me dijo que en el cine lo más importante no es mostrar cosas, sino invitar a base de la calidad para que la gente se interese en ver. Por eso y por mucho más, por todo lo que ha hecho, está en los agradecimientos de la película.