El presidente estadounidense Donald Trump es probablemente el mayor factor de desinformación sobre el coronavirus, según un estudio de la Universidad de Cornell, financiado en parte por la Fundación de Bill Gates y su esposa Melinda.
Un equipo de la Alianza de Cornell para la Ciencia analizó unos 38 millones de artículos publicados en inglés, entre el 1 de enero y el 26 de mayo de 2020, en Estados Unidos, Reino Unido, India, Irlanda, Australia y Nueva Zelanda, así como en algunos otros países de África y Asia.
De estos artículos, se identificó que más de 522.400 poseían información falsa sobre el coronavirus, un fenómeno que fue calificado como “infodemia” por la Organización Mundial de la Salud. A su vez, se calculó el impacto que tuvieron estos artículos en las redes sociales, con más de 36 millones de interacciones, tres cuartas partes en Facebook.
En total, se establecieron once categorías de información falsa, una de estas abarca a distintas teorías conspirativas, como que las que afirman que el virus fue creado para crear un nuevo orden mundial, que se trata de un arma biológica diseminada por un laboratorio chino, que es una enfermedad ligada al magnate Bill Gates o que el virus fue creado para regular a la población mundial, entre otras.
Sin embargo, la categoría de información falsa que más popularidad obtuvo fue la de curas milagrosas, que cuenta con 295.351 artículos. Los seguidores de Trump fueron responsables de un repunte significativo en esta categoría, particularmente por su afirmación en una conferencia de prensa del 24 de abril de que la inyección de desinfectante sirve para combatir la enfermedad.
Además, hubo picos similares cuando promovió el uso de hidroxicloroquina, un tratamiento cuya efectividad no ha sido probada.
“Por tanto, llegamos a la conclusión de que el presidente de Estados Unidos fue sin duda el factor más importante de desinformación” sobre el Covid-19, indicaron los investigadores.
“Si la gente recibe información engañosa a través de informes no científicos y no corroborados sobre la enfermedad, puede ocurrir que sean menos propensos a seguir las recomendaciones oficiales y a propagar aún más el virus”, señaló Sarah Evanega, quien encabezó el estudio.
“Uno de los aspectos más interesantes en la recolección de datos fue descubrir la impresionante cantidad de información falsa directamente relacionada con las declaraciones de un pequeño número de individuos”, concluyó Jordan Adams, coautor de la investigación y analista de datos de Cision Insight.