Escribir en el sur –más precisamente en San Carlos de Bariloche, la ciudad donde mañana comenzará el sexto Filba Nacional– tal vez no sea tan diferente a escribir “en” y “desde” el norte. El orden de las posiciones geográficas no altera la escritura en sí. Desde los márgenes, desde aquello que parece lejano a lo legitimado, quizá se pueda ver mejor y dar rienda suelta a una creatividad ilimitada que tiene “un largo futuro”, como dirá la compositora y cantante mapuche Anahi Rayen Mariluan, una de las invitadas a esta edición del festival. Ella, junto con la poeta Graciela Cros, su hija Melissa Bendersky –la única nacida en Bariloche–, la narradora y poeta Luisa Peluffo, y el ilustrador y escritor Pablo Bernasconi reflexionan sobre la escritura, el paisaje y las mixturas en el habla de la calle.

“¿Escribir desde el margen? ¿Desde la periferia? ¿La utopía? ¿El no lugar? ¿Escribir lejos del poder editorial? ¿Por afuera del mercado?”, se pregunta Graciela Cros, poeta que vive en Bariloche desde 1971, autora de Flor Azteca, La escena imperfecta, Cordelia en Guatemala y el más reciente Pampa de Huenuleo. “Después de tantos años de Patagonia, esa es una pregunta que nos hemos hecho ya, largamente, quienes vivimos acá; una cuestión que hoy importa más a quien vive en otro lugar y nos observa desde afuera con una curiosidad, me parece, no exenta de romanticismo. Somos periferia pero la periferia es nuestro centro, nos gusta decir. Y sabemos que todos, en alguna circunstancia, somos periferia de algún centro. Bariloche, como ciudad turística, se despega un poco del resto de la Patagonia pero apenas se sale de la postal del centro Cívico y el lago, de los cerros y el bosque, compartimos la misma problemática de cualquier otro escritor que trabaje fuera de Buenos Aires”.

Su hija, la poeta Melissa Bendersky, autora de Nido de ballena y Ruta 82, nació en Bariloche en 1975. “La mayor diferencia que noto es que acá podés escribir sin tener que cotejar con nadie, ni comparar ni buscar una validación, lo que también significa menos referencias, menos lugares para leer, menos lectores, menos ‘movida’; acá hay menos competencia y más achanchamiento, digamos. Y eso, que en principio puede parecer algo malo, a la larga es ventajoso, porque las cosas realmente importantes quedan a la luz y a medida que las ansias, metas y apuros que nos impone el sistema van desapareciendo, una tiene el privilegio de enfrentarse y de ver lo verdaderamente importante”. Luisa Peluffo, autora de las novelas Todo eso oyes, La doble vida y Nadie baila el tango, dice que escribir desde el sur no es solamente escribir desde Bariloche. “Es escribir desde el sur del mundo”, subraya y sugiere que lo expresa “mejor” en un poema de su libro Fotografías: “En su casa había una brújula rota/ señalaba el sur en lugar del norte”.

Hilar palabritas

“Componer en mapuzungum es un desafío al castellano, es atravesar una barrera emocional al comprender que en nuestra lengua está la vida. Un canto en la lengua de mi pueblo desafía la lógica occidental y a su vez es una herramienta política”, explica la compositora y cantante mapuche Anahí Rayen Mariluan, que nació en Neuquén, pero vive en San Carlos de Bariloche. “La palabra y el tiempo mapuche es de una belleza única e impostergable. Empecé a hilar las palabritas que me rodean desde la infancia para unirlas en cantos. Así me nació este compromiso junto al nacimiento de mi hijo. Pensé en ordenarle un poco más el tejido de la herencia que suena, además de la palabra. A su vez, en territorio mapuche todo tiene denominación en mapuzungum, la palabra está viva aquí, hay que respetarla como se respeta a todo lo que nos rodea”. Pablo Bernasconi, ilustrador y escritor, plantea que escribir desde el sur obliga a anteponer perspectiva frente a cada idea que se le presenta. “Ya sea para ilustrar o para escribir, me ubica en un punto que está distante del ojo de la tormenta, como me pasaba cuando vivía en Buenos Aires. Supongo que la lejanía agrega pausas y digiere prisas, de alguna forma. Esto no implica liviandad ni mucho menos sino que añade, al menos en mi trabajo cotidiano, oxígeno creativo”.

¿Cómo influye el paisaje, el lago, la montaña, la nieve, en lo que escriben, dibujan o cantan? “Se escribe sobre lo que se tiene a mano, en el sentido de que para poner en palabras aquello que una cree que debe ser dicho, o que se necesita decir, cualquier excusa es buena –propone Bendersky–. Muchas veces, o la mayoría, cuando en un poema aparece ‘el paisaje’ no se está hablando del paisaje, sino que es el vehículo que se usa para decir lo que se necesita expresar. Es claro que el paisaje influye, pero no me imagino escribiendo sobre un lago o una montaña nevada por el lago o la montaña en sí. Y habría que definir ‘paisaje’, porque el lago es un paisaje, pero los barrios con miles de casas híper precarias, construidas con nylon, cartón, sin baño, agua corriente o gas, y con piso de tierra, que hay en Bariloche, también son ‘el paisaje’, y para muchos ese ‘paisaje’ es más movilizador que el otro, y no hablo sólo a nivel literario”. Mariluan, que tiene dos discos editados, Kisulelaiñ (No estamos solas) y Amulepe Taiñ Purrun (Que siga nuestro baile), dice que a medida que pasa el tiempo se siente más “una traductora de sonidos”. “El paisaje en Furilofche warria mew es imponente, pero el motivo del impulso creativo es el silencio al que se sometió a mi pueblo en el genocidio fundante del territorio argentino. Este lugar tiene importancia turística, pero para nosotros es un sitio rodeado de newen (fuerza) y si el canto es de a muchos, mejor. Deseo un canto al desilencio de lo silenciado”.

Peluffo cuenta que al escribir procura ver los personajes y los lugares como extranjera. “Así intenté ver y transmitir esta Patagonia que comencé a descubrir en 1977, cuando me vine desde un departamento en pleno centro de Buenos Aires. Lo puedo definir con otro poema de Fotografías: “en el sur/ ella es una extranjera/ buscando el sur”. Bernasconi es autor de varios libros infantiles, entre los que se destacan El brujo, el horrible y el libro rojo de los hechizos, El diario del Capitán Arsenio, Hipo no nada y Mentiras y moretones, entre otros. El no cree que el paisaje influya en los resultados de su trabajo. “Sí podría asegurar que los cambios de estación, y la forma rotunda en que el entorno se camufla a mi alrededor, inciden y mucho en el desarrollo de cada idea. Es evidente que el verano, los colores, la apertura que ofrece el calor y el aire que baja de la cordillera diferencia mi estado creativo del otoño, por ejemplo. La introspección a la que obliga el frío incide mucho en las formas y sobre todo en los ritmos. La escritura en invierno suele reflejar pausas y silencios que no suenan tan naturales cuando ilustro o escribo durante la primavera. Me gusta respetar estos ritmos”. Cros comenta que hace diez años lanzó en un encuentro de escritores en Puerto Madryn la llamada “Ley del Coirón” y se armó un gran revuelo. “Yo proponía ‘vetarla’. ¿Qué era esto? Una metáfora que incluí en aquella ponencia y que recogieron con entusiasmo los escritores patagónicos. Hablaba de eliminar la idea de ‘obligatoriedad’ del paisaje en nuestra obra. No necesito plantar un coirón –el pasto que tapiza la Patagonia– para sentirme escritora patagónica. En el paisaje escribo, pero no necesariamente debe aparecer en mi trabajo”.

Aunque nació en Buenos Aires en 1973, Bernasconi se crió en Bariloche. “Mis padres, científicos ambos, la eligieron para vivir y nos mudamos cuando yo tenía 5 años. Luego de mi paso obligado por Buenos Aires, donde estudié y viví 12 años, decidí que necesitaba un contacto diferente con mi entorno, que los nutrientes creativos que mejor me hacían estaban más cercanos a la naturaleza que al cemento. De modo que lo que hice no fue irme, sino volver”, aclara. Peluffo (Buenos Aires, 1941) cuenta que poco tiempo después del golpe del ‘76, su marido, que es arquitecto, renunció a su trabajo en el Instituto de Pensionados y Jubilados, actual PAMI. “No quiso esperar a que lo incluyeran en la temible lista de ‘prescindibles’. En aquel momento, eso equivalía a una denuncia seguida de secuestro y desaparición, como efectivamente le pasó a una amiga nuestra que también trabajaba allí –recuerda la autora de Me voy a vivir al sur–. Elegimos Bariloche porque ya lo conocíamos y a los dos nos gustaba. También por la ingenua sensación de que al sur del Río Colorado empezaba otro país. Que era como irnos, pero no del todo”.

Largo futuro 

Dos versos de un poema de Mansilla, convertido en una frase, se ha transformado en el lema de Cros: “Tener amigos poetas salva el día”. “Me refiero a la experiencia personal y la vez compartida de tener a la poesía como compañera de vida, a los poetas como compañeros de ruta. Creo profundamente en eso. La poesía es, como se ha dicho, un buen lugar para vivir, una buena manera de ampliar nuestro estar en el mundo, de crecer y sanar. Sigo creyendo en esto y conmigo muchos otros poetas que lo han adoptado”. Mariluan suele repetir: “Si uno es lo que suena, vengo de un canto larguísimo que justifica nuestro pasado pero más largo futuro”. “Uno es más largo futuro por la alegría de la maternidad –afirma la cantante–. Hacer cantos es la mejor manera de aprender sentidos para un niño y, a su vez, una hermosa manera de hilar la belleza, la ternura y el sonido que calma, fortalece. Y ojalá sigan naciendo. Hace poco fui a cantar a una reunión de mujeres mapuche y una de ellas me dijo: ‘ojalá que haga canciones para los hijos de sus hijos, sus nietos’ y me llenó de emoción su deseo lleno de esperanza y de futuro, que es el mismo que yo deseo para todas las lenguas originarias, en especial la de mi pueblo”. La poesía de Bendersky, que trabaja como correctora en el diario El Cordillerano, es más narrativa que lírica. “Me gustan las historias, me gusta contar algo y que se entienda. Cuando leo, también me gustan las poéticas narrativas. Fui mudándome a este estilo poético narrativo porque al principio, hace muchos años, escribía con muchas metáforas, donde la idea, el núcleo estaba, pero muy escondido; me di cuenta de que sólo yo lo veía, así que fui sacándole ese velo a las ideas, a aquello que quería decir, para dejarlo lo más expuesto posible, pero buscando que el que lee o escucha pueda saber qué estoy queriendo decir. Todavía me cuesta, soy mi peor enemigo en eso. Me cuesta exhibir lo que siento, lo que pienso en un poema, y que esos pedazos de mí queden expuestos para quien quiera acercarse a ellos”.

¿Qué pasa con la lengua de la calle en el sur? ¿Cómo habla un barilochense o alguien que ya hace muchos años que vive en la ciudad? ¿Esa lengua de la calle, ese acento, se “traduce” en la escritura? “Sin duda, se traduce, sí”, responde Cros. “Rulfo decía que no quería hablar como escribía sino al revés, escribir como hablaba. Suscribo ese dictum. Estoy muy atenta y soy muy sensible al habla de la calle y a la mía, en tanto espejo que la refleja y toma. Aquí circulan modos que tienen que ver con distintas lenguas y contaminan la nuestra. Chilenos, pueblos originarios, pioneros europeos, pobladores del campo, paisanos, crianceros de ovejas, turistas del país y del mundo: todos dejan su impronta y generan una mixtura de extraordinaria riqueza que inevitablemente se filtra en la escritura”. Bernasconi opina que el barilochense no tiene un acento que lo identifique rápidamente. “Es una comunidad con muchos orígenes y esa mezcla genera poca personalidad en el habla cotidiana. Lo que sí nos pasa a los sureños tiene más que ver con las pausas, el tipo de observaciones, en donde el factor climático y natural se antepone, se cuela en cada razonamiento”.

Bendersky advierte que en su escritura no se traduce esa forma barilochense de hablar. “Quizá sí los tiempos, las pausas, pero no es que hay mucho argot; es más bien una tonada, un aspirar las palabras cuando terminan y cierta gestualidad  que acompaña al habla. En la literatura patagónica muchos poetas han tomado en sus textos el habla de la calle. Pienso en Jorge Spíndola. Sí hay una presencia fuerte en la literatura, en todos los que escribimos en la Patagonia, de lugares, leyendas, calles, barrios, ‘paisajes’, personajes. Pero eso también pasa en cualquier lado. Si un poeta escribe, lo que vive va a estar de una u otra forma en sus textos”. 

* La programación del Filba se encuentra en www.filba.org.ar