Cuenta Cecilia Lenardón (Rosario, 1979) que en la pintura La boda campesina, de Pieter Brueghel el Viejo, que ella conoció por una colección de libros de arte para niños que le compraba su mamá (la escritora Gloria Lenardón), "hay una pata de más. No se sabe a quién corresponde esa pierna". En efecto, el pintor flamenco reproduce con vívido detalle los tablones de madera sobre los que dos asistentes acarrean platos de sopa, pero es como si hubiera representado al mismo tiempo en dos posiciones la pierna izquierda del que va delante.

¿Un retablo cuántico? La improbable frase sintetiza su Estudio para un retrato de Maximiliano Rossini, que puede visitarse desde el viernes 17 de marzo hasta el sábado 22 de abril en la galería Gabelich Contemporáneo (Pueyrredón 611, planta alta), de martes a viernes de 14 a 20 y los sábados de 11 a 14.

La muestra incluye la instalación fotográfica que constituye el retablo propiamente, además de un libro de fotos en formato diario (donde las únicas palabras son el título, la firma y la fecha, como en cualquier obra gráfica) del que se editaron 300 ejemplares numerados. A modo de suplemento, al diario se adjuntan textos de Claudia del Río y de Guillermo Fantoni.

Psicoanalista egresada de la UNR, Lenardón estudió fotografía con Andrea Ostera y Laura Glusman. Es autora del libro Los segundos (EMR, 2014). Regularmente, durante dos años, siempre con luz natural, usando una Mamiya Réflex de rollos de 120 milímetros, en un tiempo largo con el fin de "romper la lógica de la instantaneidad" propia del medio, Cecilia Lenardón fotografió a Maximiliano Rossini dibujando. La edición del libro revela las posiciones y gestos que se reiteran, diferenciados por detalles que indican el paso de las estaciones. Los encuadres también se repiten con inverosímil exactitud. El invisible automatismo de los cuerpos (fotógrafa y modelo; artistas trabajando) se da a leer en el libro, mientras que el retablo montado en la pared acumula detalles para una imagen cuántica, con dos pares de piernas.