De taxistas y un mundo en llamas
Como tándem creativo del gran Roald Dahl, durante décadas puso rostro a algunos de los personajes más queridos de la literatura infantil: desde Matilda hasta Willy Wonka, desde las malévolas brujas hasta James, el del melocotón gigante, imprimiéndoles a todos y cada uno ese toque mágico de garabato dinámico que los volvió reconocida imagen entre chicuelos a lo largo y ancho. Así las cosas, el ilustre ilustrador Quentin Blake puso muy recientemente, a principios de año, su inconfundible trazo al servicio de causas necesarias y urgentes, creando una serie de dibujos nuevos sobre el mundo en jaque. Les puso premonitorio título, We Live in Worrying Times, y aunque previsto estaba que inaugurase la muestra el pasado mayo con todas las pompas en la galería Hastings Contemporary, en East Sussex, el lanzamiento debió ser online. Solo desde el pasado mes puede visitarse in situ, resonando más fuerte y claro el mensaje en pleno drama sanitario mundial: vivimos en tiempos preocupantes. Hoy día, no hay quien se lo discuta a Sir Blake, menos que menos viendo cómo sus figuras desplazadas deambulan en paisajes devastados por conflictos bélicos o por sonadas crisis ecológicas; cómo aviones y drones acechan los cielos; cómo rostros perplejos y turbados, o cantidad de “desafortunados” -refugiados- hacen multitud. En el centro de la escena, una pieza a gran escala que él mismo llama “mi Guernica” y refiere al horrífico desarraigo y a los caídos del presente: un mural que completó en tan solo un día y que bautizó The Taxi Driver, en honor al tachero desconocido que le dio la idea. Ocurrió meses atrás, en Londres: Blake subió a un taxi, dio su destino y, en el trayecto, el conductor lo alentó a utilizar pluma y tinta para denunciar los horrores de la actualidad. Cuando el artista le pidió su nombre y un contacto para avisarle si daba curso al proyecto, el anónimo señor dio peculiarísima respuesta: “No es necesario. De todas formas, ya estoy al tanto de todo cuando pasa”. La galería ahora pide algún dato de su paradero: para agradecerle el empujón, claro está.
Los mejores 500, a foja cero
“En lo que equivale a un acto de penitencia pública, la revista de rock más famosa de Estados Unidos ha proclamado que el mejor álbum jamás lanzado es, en realidad, un disco de soul”, se relame el diario inglés The Times a cuento de cierta novedad: What’s Going On, de Marvin Gaye, ha desbancado a Sgt Pepper's Lonely Hearts Club Band, de los Beatles, del primer puesto que detentaba en la lista de 500 mejores discos de todos los tiempos, antaño confeccionada por Rolling Stone. En honor a la precisión, la lista fue originalmente creada en 2003, ligeramente revisada en 2012, y ahora relanzada en una novísima, más inclusiva edición, que busca pastar por campos más verdes que los de la pontificada estrella rock, masculina y blanca, que ha perdurado por décadas. Salta a la vista con el flamante top 1, obra maestra del ’71 que se hace eco del movimiento de derechos civiles, la guerra de Vietnam, la brutalidad policial… Y es que, en pos de diversificar y ampliar el canon musical, ha entendido la histórica revista que “los gustos cambian, nuevos géneros emergen, la historia de la música se reescribe continuamente. Por eso, hemos empezado de cero, consultando a más de 300 artistas, productores, críticos, figuras clave de la industria como programadores de radio o directivos de sellos”. Entre el largo etcétera, Beyoncé, Taylor Swift, Billie Eilish, Lin-Manuel Miranda, Morrisey, The Edge, Gene Simmons o Stevie Nicks, cuyos pareceres fueron computados, en el trascurso de un año, para la colosal ocasión. “Cuando sacamos la lista por primera vez, faltaban aún tres años para que Amy Winehouse lanzara Back to Black, y casi una década para que Kendrick Lamar editara good kid, m.A.A.d City; muchos de los músicos más grossos de hoy día ni siquiera estaban en el secundario”, amplía razones la Rolling Stone, cuyo catálogo circa 2020 incluye 154 álbumes que no estaban antes y 86 de este siglo. Que sí, que sí, que muchos clásicos permanecen, pero ya era tiempo de que hicieran un lugarcito a los nuevos.
Asuntos de autoría
A la icónica carita de Nirvana le estarían faltando razones para esbozar esa sonrisa torcida que lleva casi tres décadas emperifollando remeras, afiches, pantalones de yoga, llaveros, tazas de café, humidificadores, fundas de celular y, en estos últimos meses, tapabocas. Desde el 2018, el famoso logo es protagonista de una contienda legal entre la banda y el diseñador Marc Jacobs, acusado de “copiar intencionalmente” el emoticón para su colección Bootleg Redux Grunge. El abogado de Nirvana LLC, Bert Deixler, busca “daños compensatorios y punitivos” de la marca de moda, “en una cantidad que se determinará en el juicio”, asegurando que el dibujo fue “creado por Kurt Cobain alrededor de 1991 y registrado con derechos de autor en 1993”. Pues hete aquí el asunto: según el exdirector de arte de Geffen Records, Robert Fisher, que diseñó cantidad de portadas del grupo, no fue el difunto líder quien creó la inoxidable carita... Fisher se atribuye la autoría, y ha iniciado acciones legales los pasados días para esgrimirse como su legítimo propietario. De hecho, asegura este artista californiano que lo hizo como un favor al grupo, por fuera de su laburo en Geffen, sin cobrar ni medio céntimo. Y aunque no pretende pedir platita por el uso ¿y abuso? del emoji de la controversia estos últimos 29 años, no descarta hacerlo por su utilización de aquí en más. “Dado que fui yo quién la dibujó, quiero que se me conozca como el tipo que la hizo. Es tan simple como eso”, se ha despachado el varón de 58 años, que podría empiojar el inminente juicio de Nirvana contra Jacobs, además de arrebatarle una fuente indiscutible de ingresos a la banda de probarse que efectivamente dice la verdad. Deixler, por lo pronto, le quita hierro al asunto: asegura que ni torcerá la aguja del caso contra el diseñador ni tendrá demasiada repercusión al ser “factual y legalmente infundado” lo que afirma el mentado diseñador. Ya se verá…
Araña busca su amor
De tan temible su reputación, no faltan quienes la tildan de monstruo, dispensando descripciones de lo más desfavorecedoras: dicen que tiene malas pulgas y, al verse amenazada, se encabrita mostrando sus enormes quelíceros; que cuando ataca, le hinca a la víctima una y otra vez los colmillos, duros como dagas, capaces de atravesar la uña; que están al acecho y, para más inri, sabe nadar. Y así, más y más palabritas aterradoras dedicadas a la araña de tela de embudo (funnel web spiders), oriundas sus distintas y temidas especies de Australia. De las más peligrosas del mundo: en especial los machos, por su veneno neurotóxico capaz de liquidar a humanos en cuestión de horas, después de que sientan un dolor terrible, padezcan convulsiones, dificultades para respirar… Dicho lo dicho, haya calma: desde los 80s no ha habido bajas terrícolas por estas mordeduras arácnidas, así de eficaz el antídoto. Menos eficaz, empero, las investigaciones para entender por qué el enseñamiento contra la gente de las susodichas arañitas. Durante años, investigadores asumieron que este efecto letal era un accidente evolutivo: el veneno, supusieron, evolucionó para ayudar a estos arácnidos a matar a sus presas, normalmente insectos. Los mamíferos eran, en todo caso, un daño colateral. Pero hete aquí la cuestión: el veneno no afecta a perros, gatos, ratones, conejos, mamíferos en general; solo liquida a seres humanos y otros primates. Un misterio con enigma adicional: ¿por qué producen más dosis de las fatales delta-hexatoxinas durante la época de apareamiento, momento en que apenas se alimentan? Pues, tras dos décadas analizando la cuestión, científicos de la Universidad de Queensland han logrado despejar la equis que les quitaba el sueño. La culpa de que esta araña sea tan peligrosa para las personas es… el amor. Explica Bryan Fry, líder del equipo detrás del estudio, que cuando alcanza la madurez sexual, la araña abandona la seguridad de su madriguera y se embarca en una travesía acaramelada para encontrar a su media naranja. Travesía durante la cual rara vez morfa, pero corre peligro de ser engullida o atacada por vertebrados… como los humanos. Para evitar que un zapatillazo le impida el flechazo, la fatal mordidita cargada de veneno defensivo, aseguran ahora especialistas sobre el monstruito, un auténtico ¿romántico?