“Pareciera que los pobres niños solo hubieran sido creados para divertir a las personas mayores, como si fueran perritos o monitos".

Traité des Etudes (1686), Claude Fleury.

Muchas veces vemos a bebés o niños y niñas pequeños participar de escenas en películas, novelas y publicidades que recrean un clima de hostilidad e incluso de violencia. Si bien nosotros, como espectadores adultos y experimentados, sabemos que se trata de una ficción, no advertimos que los pequeños experimentan esa situación como un hecho real y que sus reacciones de llanto o aflicción son reales.

El reestreno de novelas como Floricienta, destinada al público infantil, y Argentina, Tierra de Amor y Venganza (ATAV) por los canales Telefé y Eltrece respectivamente, es una oportunidad para revisar esta práctica que presenta una de las muchas formas de distrato infantil. En efecto, el trato insensible hacia niñas y niños pequeños ocurre con frecuencia y a la vista de todos sin cuestionamiento alguno. El padecimiento infantil se vuelve así invisible e ignorado.

En esta nota procuramos desocultar el carácter cultural de ciertas prácticas sociales vinculadas a los primeros años de vida y transparentar la trama de factores que naturalizan y legitiman formas de trato insensible hacia la infancia temprana.

En algunas escenas[1] de Floricienta hay un bebé de pocos meses sometido a formas inadecuadas de sostén y manipulación de su cuerpo, gritos e insultos que le provocan un estado de aflicción y llanto. En los primeros años de vida, un niño no puede aún comprender el carácter ficcional de lo que está vivenciando, no puede “actuar”. No puede descentrarse de sí mismo y convertirse en un personaje o comportarse de acuerdo a un guion. Por el contrario, experimenta la situación como un hecho real, se identifica con el clima afectivo que expresan las personas con quienes interactúa. Cuando se los incluye en un ambiente hostil, violento o desconocido, quedan necesariamente impactados emocionalmente. Esto se traduce en expresiones de inseguridad, confusión, miedo, llanto o angustia. Es un error pensar que, porque el niño es chiquito, no entiende y que, si no entiende, no se da cuenta o no sufre.

Los niños no solo se ven afectados por estar directamente expuestos a escenas de violencia explícita, sino que, además, el hecho de estar en un entorno desconocido y alejados de las figuras de apego incrementa en ellos la sensación de riesgo y desprotección. Esto se ve claramente en algunas escenas de ATAV[2]. en donde la afectación emocional es fácilmente identificable: rostro atemorizado, llanto intenso, estremecimiento corporal, intentos por apartarse de la persona que lo sostiene y/o búsqueda de figuras de apego conocidas

Estas prácticas no solo vulneran los derechos de los niños involucrados sino que, además, impactan en los espectadores por el mensaje subyacente, en la medida en que contribuyen a naturalizar formas de cosificación de niños pequeños y refuerzan la invisibilización del padecimiento infantil.

Si bien sabemos que el daño a los niños involucrados en esas novelas ya está hecho, porque estas escenas ya fueron grabadas, hoy corresponde considerar especialmente el efecto y el mensaje que la reproducción de estas imágenes tiene entre el público infantil y el adulto.

Floricienta y ATAV lamentablemente son sólo ejemplos de estas prácticas que pueden suceder en el ámbito artístico toda vez que participan niños pequeños[3] y que incluso, trascienden nuestras fronteras. Los hacedores de contenidos mediáticos, ficciones en cine y televisión o publicidad tienen una gran responsabilidad. Las regulaciones establecidas para el trabajo infantil en el ámbito artístico nunca serán suficientes si no van acompañadas de una perspectiva de infancia capaz de producir quiebres en las formas habituales de percibir la infancia en nuestra sociedad. Esta problemática no solo le compete a productores, actores y/o familias; es un fenómeno social y cultural que nos interpela a todos y todas y requiere un trabajo de empatía hacia la infancia que comprometa al conjunto de la sociedad.

*Licenciada en Ciencias de la educación. 

[1]  capítulo 177 de la segunda temporada.

[2]  episodio 55 y 128.

[3] Pequeña Victoria, capítulo 1.