Desde Washington D.C. 


Una campaña terminó, otra comienza

En las campañas electorales estadounidenses existe un mito. La sorpresa de octubre, lo llaman. Un hecho inesperado que cambia repentinamente el tablero días antes de la votación y sella la suerte de uno u otro candidato. En una campaña peculiar como la de 2020, la sacudida podía venir de cualquier lado. Al final, vino de parte del propio Donald Trump.

Después de meses de minimizar los riesgos de la pandemia, la enfermedad obligó al presidente a cancelar los actos en el tramo final de la campaña. Algunos serán virtuales. Otros serán pospuestos. Mientras tanto, la preocupación reina en la Casa Blanca y en el Partido Republicano, a medida que se confirman nuevos casos de contagio.

Además de Hicks, otros contactos cercanos al presidente recibieron resultados positivos en sus tests. Ellos fueron Ronna McDaniel, presidenta del Comité Nacional Republicano, y Mike Lee, senador por Utah, quien estuvo el sábado pasado en la presentación de Amy Coney Barrett como candidata de Trump a integrar la Corte Suprema. Sin ningún "distanciamiento social", como se ve en todas las fotos, el acto se transformó en el lugar ideal para un "supercontagiador" que arrasó con por lo menos siete funcionarios, incluido Trump, además de varios periodistas acreditados ante la Casa Blanca.

Los tests del vicepresidente, Mike Pence, y su esposa Karen, en cambio, fueron negativos. La noticia le dio apenas tranquilidad a una administración que ahora replantea sus procesos y, sobre todo, los próximos pasos en una campaña de reelección a la que le queda solo un mes.

La presencia de un posible brote de coronavirus dentro de la propia Casa Blanca llevó al gobierno a pedir a los asesores que se aíslen y que retornen solo cuando tengan dos resultados negativos de sus tests. La campaña, cuyo centro está puesto en los actos de Trump con sus seguidores, pasará a ser virtual mientras el mandatario no pueda asistir. Nada impide que Pence, candidato a vicepresidente nuevamente, pueda estar presente en algunos eventos. Según su médico, es libre de continuar con sus actividades normales.

El vicepresidente tiene en agenda un debate este miércoles con su rival demócrata, la senadora Harris. Con Trump en cuarentena, nada asegura que los dos debates presidenciales restantes puedan realizarse como estaban planeados para el 15 y el 22 de octubre. Por lo tanto, el encuentro entre Pence y Harris cobra ahora una relevancia que normalmente estos eventos no tienen.

Desde el Partido Demócrata se limitaron a desearle una pronta mejora al presidente, a quien aseguran tener en sus oraciones. Según los medios estadounidenses, la campaña planea retirar todo aviso negativo y cambiar el tono de su mensaje. Biden, por su parte, continuó con su agenda y visitó Michigan, uno de los estados que necesita ganar.

Los analistas todavía no se ponen de acuerdo sobre qué efecto tendrá el diagnóstico de Trump en las elecciones: ¿logrará un voto por lástima o le jugará en contra por haberse burlado de las medidas de prevención? Todo el esfuerzo que la campaña republicana puso en sacar la pandemia de la agenda se desvaneció en las últimas 24 horas. Desde ahora, ese será el centro de la discusión nuevamente, mientras la cantidad de muertos por coronavirus asciende a más de 208.000 y los casos confirmados superan los 7 millones.

Por lo pronto, hay una consecuencia inmediata. Para el Partido Demócrata, la campaña sigue. En cambio, para Trump, a quien las encuestas ponen en desventaja en varios estados clave y necesita apuntalar la intención de voto a su favor, por ahora solo hay cuarentena.

El momento más crítico de Trump

Con fiebre, tos y congestión nasal, el presidente de Estados Unidos fue ingresado “por precaución” este viernes en el centro médico Walter Reed en Bethesda, en las afueras de la ciudad de Washington. Sin transferencia de poder al vicepresidente, el mandatario continuará trabajando durante unos días desde el hospital, controlado a lo largo de un tratamiento experimental. Por la gravedad potencial de la enfermedad, es tal vez el momento más crítico para la salud de un presidente de Estados Unidos desde el disparo a Ronald Reagan en 1981.

“Quiero agradecer a todos por el apoyo tremendo”, dijo el magnate en un video grabado antes de partir hacia el hospital. Un clip corto de 18 segundos en el que también aseguró que la primera dama se encuentra bien, después de ser diagnosticada con covid-19 junto a su esposo. Trump salió de la Casa Blanca caminando y usando un barbijo. Saludó a la prensa y se subió al helicóptero que lo llevó al centro médico.

Por sus 74 años y su sobrepeso, el mandatario está dentro de los grupos de mayor riesgo ante esta enfermedad. “Hasta esta tarde, el presidente continúa con fatiga pero con buen ánimo. Está siendo evaluado por un equipo de especialistas y juntos haremos recomendaciones al presidente y a la primera dama sobre los pasos a seguir”, dijo este viernes el médico de Trump en un comunicado. Melania Trump permanece aislada en la Casa Blanca con síntomas leves.

Según ese parte médico, el presidente recibió una dosis de ocho gramos del cóctel de anticuerpos policlonales Regeneron. También se le recetó zinc, vitamina D, melatonina, una aspirina diaria y famotidina. Por precaución, estará bajo control médico mientras se someta a ese tratamiento experimental, con monitoreo cardíaco y de oxigenación.

Tiene “síntomas leves”, había dicho más temprano su jefe de Gabinete, Mark Meadows. El anuncio de Trump llegó por Twitter durante la madrugada. Tanto él como su esposa Melania habían sido testeados después de conocerse que Hope Hicks, una de las principales asesoras del presidente, tenía coronavirus. “Vamos a empezar nuestra cuarentena y el proceso de recuperación inmediatamente. Vamos a atravesar esto juntos”, publicó el magnate en la red social. El mensaje rápidamente se convirtió en el más popular del presidente hasta ahora.

Al conocerse la noticia, empezó una especie de rastreo colectivo en los medios y en las redes: adónde había ido Trump en las últimas horas, a quiénes había visto en los días recientes, en qué eventos había participado. En esa enumeración, sobresalió el debate del martes pasado en el que se había visto cara a cara con el demócrata Joseph Biden, su rival en estas elecciones.

Desde la campaña de Biden sostuvieron que nadie del equipo de Trump se comunicó para avisarles de la situación de salud del presidente, quien compartió escenario con el candidato demócrata tres días antes de conocerse este diagnóstico. Aunque estuvieron separados y no se saludaron, ambos estuvieron sin barbijo durante el debate. Biden se enteró por los medios de la noticia que sacudió a Estados Unidos este viernes. Tanto él como su esposa Jill se sometieron a la prueba para saber si se habían contagiado. El resultado fue negativo.

También tuvieron que pasar por el test Kamala Harris, compañera de fórmula de Biden, y la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, quien se reunió recientemente con un legislador que había estado en contacto con Trump. En los dos casos, el contagio quedó descartado.

La ola de tests alcanzó a parte de la familia presidencial, que había viajado en el Air Force One con Trump recientemente. En las últimas 24 horas, hubo pruebas para los hijos del magnate Barron e Ivanka y para el yerno Jared Kushner. Ninguna dio positiva.