Una boleta de ABL le permitió comprobar a un trabajador del Estado, memorioso y avispado, que en su oficina de la Secretaría de Obras Públicas de la Nación funcionaba el EAM '78. El descubrimiento lo llevó a compartir con sus compañeros la idea de que debían hacer algo. Aquel sello de goma, el Ente Autárquico que creó la última dictadura cívico-militar, había sido la caja maloliente con que el vicealmirante Carlos Alberto Lacoste manejó a su antojo los fondos del Mundial.
A los pisos 1° y 2° del edificio de la avenida Corrientes 1302 que hace esquina con Talcahuano, Julián Scabbiolo quiere darles otro significado. Su idea se apoya en la Ley 26.691 sobre sitios de Memoria que los define como lugares “donde sucedieron hechos emblemáticos del accionar de la represión ilegal desarrollada durante el terrorismo de Estado”.
El entiende que ese concepto no debería alcanzar solo a los centros clandestinos de detención. Que la dirección se debe señalizar, porque al menos un periodista deportivo que se desempeñó ahí fue secuestrado por un grupo de tareas. Esta historia recién comienza. Es una de las tantas que faltan completarse sobre el fútbol en los años de plomo.
La factura de alumbrado, barrido y limpieza de la CABA dice: “Estado Nacional Argentino M.78”. Pasaron 42 años y todavía no cambió de dominio. Según Rentas de la ciudad de Buenos Aires, la cuenta acumula una deuda de 342.610, 50 pesos de los cuales 181.777 están judicializados. En el 2° piso del edificio donde hasta la década del '90 funcionaba en otras oficinas la editorial Perfil, el vicealmirante Lacoste solía atender ciertos asuntos.
Un testigo lo aseguró ante la Comisión de Trabajo por la Reconstrucción de Nuestra Identidad del Ministerio de Obras Públicas. Es el espacio colectivo al que pertenece Scabbiolo, su coordinador y referente. El y sus compañeros de militancia empezaron a trabajar en 2011 para reparar los legajos de los trabajadores del Estado desaparecidos durante el régimen del '76.
“Estando un día en la oficina nos llega la factura del ABL y vemos que figura como EAM '78. Eso nos movilizó profundamente ya que la biblioteca de la Comisión lleva el nombre de Roberto Repetto, un dirigente sindical del sector público detenido desaparecido el 22 de marzo de 1978, en vísperas al Mundial. Fue un compañero que el terrorismo de estado asesinó para que se dejaran de denunciar las violaciones a los derechos humanos que cometía la dictadura cívico-militar. Entonces me puse a investigar y confirmar el uso que le daba el vicealmirante Lacoste al segundo piso donde ahora trabajamos nosotros”, explicó Scabbiolo.
“Queremos que se señalice el lugar como un sitio emblemático, para difundir que en este espacio físico el EAM '78 cumplía su tarea utilizando la gesta deportiva del Mundial con el que se pretendían ocultar los crímenes de la dictadura”, agregó.
El edificio que tiene una escalera externa por la que se ingresa al hall de entrada, se encuentra enfrente de la conocida pizzería Banchero. Por las oficinas de Lacoste, según el testimonio que recogió la Comisión de Trabajo por la Reconstrucción de Nuestra Identidad, pasaron figuras emblemáticas del fútbol de aquella etapa mundialista y los años posteriores. Desde el fallecido Julio Grondona al capitán de la Selección campeona del mundo, Daniel Passarella. El testigo declaró también que los dos primeros pisos eran custodiados por militares en ropa de fajina.
Una decisión administrativa del gobierno de Mauricio Macri provocó que la Comisión fuera desplazada desde el Ministerio de Hacienda hasta Corrientes 1302. Así se produjo el hallazgo de la boleta de ABL, y la constatación de que el Ente Autárquico había funcionado en el edificio. Lacoste atendía en diferentes oficinas y la del segundo piso era una de ellas.
Cuando el marino murió el 24 de junio de 2004, este periodista escribió en Página/12: “Presidente provisional de la Nación, ministro de Acción Social, titular del Banco Hipotecario y de la Secretaría de Vivienda. Pero en ninguna de esas funciones, ni siquiera en los 11 días que condujo al país durante diciembre de 1981, Carlos Alberto Lacoste acumularía tanto poder como en el fútbol”.
Es muy probable que pasara varias horas a la semana en ese lugar. El coordinador de la Comisión hace una deducción lógica: “Seguramente por la cercanía con la AFA que queda a unas pocas cuadras, y porque podría mantener reuniones de carácter más reservado que en cualquier otro sitio”. Si hay algo que no puede atribuirse al primo de Raquel Hartridge de Videla -la esposa del genocida que lideró el golpe de Estado en marzo de 1976- y primo político de Leopoldo Galtieri, es que era un improvisado en los asuntos del fútbol.
En octubre de 1974 y como capitán de navío, se sumó a la comisión formada en el Ministerio de Bienestar Social para tratar de organizar el Mundial '78. Representaba a la Marina en ese espacio que solían compartir el comisario Domingo Tesone -quien años después sería presidente de Argentinos Juniors-, el sindicalista y dirigente de Nueva Chicago Paulino Niembro, que iba en representación de la AFA, y hasta Lorenzo Miguel, el líder metalúrgico y de las 62 Organizaciones, entre otros. Lacoste era la voz y los oídos del por entonces vicealmirante Emilio Massera. El anfitrión mayor de esos encuentros era José López Rega, ministro y fundador de la organización criminal y paraestatal Triple A.
Ese recorrido en los años previos al golpe le dio una considerable ventaja a Lacoste sobre los representantes del Ejército en el EAM '78, con quienes disputaba espacios de poder en la interna militar. El general Omar Actis había sido designado incialmente para encabezar el ente. Pero lo mataron a balazos el 19 de agosto del '76, el mismo día en que se aprestaba a dar su primera conferencia de prensa sobre el Mundial.
El asesinato ocurrido en Wilde se le atribuyó a Montoneros, pero las sospechas más firmes recayeron después sobre las patotas armadas de Massera. Su subordinado Lacoste, el segundo en el EAM '78, desde ese momento comenzó a manejar a piacere la organización de la Copa del Mundo. El Ejército reemplazó al uniformado muerto con el general Antonio Merlo pero se convirtió en una figurita decorativa. El verdadero poder era el vicealmirante formado en Estados Unidos, que llegaría hasta una de las vicepresidencias de la FIFA donde siguió ejerciendo el cargo aún en democracia.
El torneo con que intentó legitimarse la junta derivó en un éxito deportivo, pero también en un rotundo fracaso económico. El costo para el país ascendió a unos 517 millones de dólares, 400 más que los pagados por España en la siguiente edición del Mundial 1982. Un robo a las arcas del Estado. El Ente controlado por el Gordo -como lo llamaban al vicealmirante desde su adolescencia- nunca rindió cuentas. El decreto 1261 de abril del '77 le permitía mantener la “reserva en la difusión de sus actos”.
La documentación que quedó del organismo se conserva en el Archivo Nacional de la Memoria (ANM). En agosto de 2017 se creó el Fondo del Ente Autárquico Mundial '78 que abrió a consulta pública algunos de sus materiales. En su acervo se cuenta con legajos del personal contratado, planos de las obras de infraestructura y expedientes de compras y contrataciones. Todo se sigue clasificando hasta hoy en el ANM que funciona en la Ex ESMA.