Suponiendo que sobrevivimos al 2020 y que el 2021 no viene con la misma consigna de eliminar la humanidad con una pandemia o cualquier otro tipo de catástrofe natural o artificial, entonces el año que viene habrá elecciones.
Es verdad que aún las cosas están difíciles como para pensar en una votación, pero a pesar de que los números oficiales de contagio de covid-19 siguen altos y lamentablemente los muertos se cuentan de a decenas todas las semanas, mañana se termina el aislamiento obligatorio en la mayor parte de la provincia.
Desde el COE informan que bajó el tiempo de duplicación de los casos y subieron la cantidad de camas disponibles para los enfermos. Ahora solo faltaría que se pongan de acuerdo en el número real de contagiados, que definitivamente es mucho más alto del que comunican ahora.
Sin nada que envidiarle a las múltiples cotizaciones del dólar está la cifra oficial de positivos en poco más de 13 mil casos. Pero según los cálculos que hace el presidente del COE, Francisco Aguilar, la cantidad llegaría a 130 mil, en base a multiplicar lo oficial por 10, que es la probable expansión de casos por cada contagiado.
Y finalmente el ministro de Salud, Juan José Esteban, calcula que se estaría cerca del medio millón de personas enfermas, el 35 % del total de los salteños, lo que deja a la provincia en carrera para alcanzar la cuasi mitológica inmunidad del rebaño, cuya existencia todavía se discute en el mundo científico.
Agrietados
Pero volviendo a las elecciones del año que viene, todo parece indicar que tendrán como leitmotiv nuevamente a la grieta, por lo que la novedad estará en qué lado se ubican los distintos espacios.
En las últimas dos elecciones se dio una especie de Frente de Todos versus resto del mundo, de las cuales solo con el hecho de tener la bendición de Cristina en el 2017, y de Alberto y Cristina en el 2019, le alcanzó para sacar dos senadores y tres diputados nacionales. La campaña alcanzaba con pegarse lo más posible a ambos referentes y recordar un poco lo desastroso que era Mauricio Macri para sumar los votos. La grieta se lo comió al propio Juan Manuel Urtubey que quedó tercero con su Alternativa Federal.
Pero el año que viene cuando el FdT mire para el costado tendrá a Gustavo Sáenz disputándole los votos que antes le pertenecían exclusivamente. Cuando asumió en diciembre, Sáenz aprovechó el momentáneo enfriamiento de la grieta y despojado de su filo macrismo se coló en el continente albertkirchnerista como lo hicieron los primeros humanos en América hace 15.000 años por el congelado estrecho de Bering.
Una vez del otro lado empezó a moverse dentro de este nuevo espacio copando lugares. Primero se acercó a referentes del gobierno nacional y de a poco fue entrando. Hoy en la Casa Rosada seguramente todavía no lo incluyeron en el grupo de Whatsapp por el que se mandan saludos el día del amigo, pero es seguro que les interesa mantenerlo cerca ya que lo ven como un gobernador con votos, buena imagen en las encuestas y estructura territorial. Algo que desde el FdT local hoy no consiguen ofrecer.
Una prueba de la llegada que está teniendo Sáenz en cierto sector encumbrado del albertismo fue la injustificable censura operada sobre la AM 750 Salta, que al tomar estado público terminó siendo un tiro en el pie que se dio el saencismo y un recordatorio de lo frágil que puede ser la libertad de prensa cuando confluyen intereses políticos y empresarios por sobre el periodismo.
Gabriel García Márquez en un artículo periodístico contaba que en España existe una historia que refleja lo fatal que puede resultar el poder cuando el que está arriba permite que los de abajo se constituyan en intérpretes de su voluntad.
Resulta que en una reunión social la nieta de siete años del dictador Francisco Franco al notar la presencia de una conocida presentadora televisiva se ofuscó y comenzó a decir que era “una pesada”, cuando le preguntaron por qué decía eso, contestó: “Porque mi abuelito piensa que es una pesada”. Al día siguiente la presentadora dejó de estar en la televisión española. Cualquier similitud con los más papistas que el Papa o lo más saencistas que Sáenz, no es pura coincidencia.
Pero además de buscar posicionarse en Buenos Aires, también avanzó en el ámbito local copando el Partido Justicialista, mediante un Congreso en el que encontró menos resistencia que la que pusieron los defensores de Salta cuando la invadió Felipe Varela en 1867, en ambos casos en 40 minutos terminó todo.
Más allá de las malas elecciones capitalinas, el PJ sigue oficiando como una meca en la que más tarde o temprano cualquier candidato que invoque al general Perón peregrinará por los pasillos de la calle Zuviría. Además cuando el gobierno nacional es peronista, ser el conductor de un PJ provincial es un sello que da chapa y poder.
También se llevó para su molino a Emiliano Estrada, La Cámpora y David Leiva, que traducidos serían rosca, militancia y votos. A eso hay que sumarle la mayoría de los intendentes y de ambas cámaras legislativas, entre propios y conversos.
En tanto, el Frente de Todos cuenta con la ventaja de ser por el momento la única oposición real al gobierno, por lo tanto es la que capitaliza la errática gestión que viene realizando Sáenz con la pandemia y la incógnita que representa el futuro económico, hoy totalmente dependiente de los fondos que puedan llegar desde la Nación por coparticipación, ATN, subsidios, IFE o limosna.
Mientras, el FdT debe evitar seguir desgranándose luego de cada comunicado, en las últimas dos semanas fueron tres y cada uno trajo consecuencias y retiro de firmas al no poder consensuar un texto. También será interesante observar como se definirán sus futuras candidaturas ahora que los oráculos que las decidían en forma de sábana y a libro cerrado quedaron en la picota tras el #tetagate.
Del otro lado de la grieta quedaron los revitalizados macristas, que en lo que va del año ya desconocieron con sus marchas las normas de prevención del coronavirus y también a Gustavo Sáenz, del que ahora reniegan públicamente.
Autodenominados como garantes de la república, o de lo que ellos entienden como república, saben que más allá del voto cautivo de la derecha, el salto que les permite ganar una elección depende del humor con el que llega a votar el electorado. A más enojo más votos, por lo que siempre apelan a la indignación como principal eje de discurso.
Pero si algo faltaba era que aparezca en el mapa el inefable Alfredo Olmedo que ya se anotó para volver al Congreso. Para ello el Bolsonaro criollo puede jugársela apostando a los votos que le aporta su núcleo duro de admiradores o también oficiar de colectora del saencismo, conteniendo en sus listas todo el arco de derecha que le queda colgado al gobernador a partir de ese nuevo perfil nac & pop que ostenta.
El debate imposible
Uno de los hits que asoma para las próximas elecciones nacionales es la propuesta para modificar la coparticipación “para que se convierta en realmente federal”. Todo parece indicar que será una bandera que levantarán todos los candidatos en base a recientes declaraciones de los principales referentes de cada espacio.
La Constitución Nacional indica que deberán adoptarse criterios objetivos de reparto tomando en cuenta las competencias, servicios y funciones a cargo del Gobierno nacional y de las provincias. Pero además se debe considerar una distribución igualitaria y solidaria tendiente a lograr un grado equivalente de desarrollo, de calidad de vida y de igualdad de oportunidades en toda la Nación.
Sin embargo, hay que tener en claro lo complejo que representa un nuevo esquema de coparticipación, especialmente si se hace en base al monto que actualmente se distribuyen Nación y los 24 distritos, porque eso representará que aumentarle a unos es quitarle a otros.
Y la verdad es que es difícil imaginar a un legislador diciendo "con la que nos llega tenemos de más, así que tomen la mitad de lo que nos corresponde”, igualmente tampoco era fácil imaginar a un diputado chupando una teta en medio de la sesión y se dio, pero así y todo un renunciamiento monetario entra en la categoría de imposible.
Una especie de simulacro se dio el viernes en el Senado con el debate de los fondos que se le restan a la ciudad de Buenos Aires, medida que fue rechazada con un apagón cibernético no solo por los legisladores porteños, sino que se sumaron los del interior de Juntos por el Cambio. Para los que creían que el dilema unitarios o federales estaba zanjado.
Tampoco parecen ser compatibles los criterios objetivos con los solidarios. Los primeros favorecerían a las provincias más pobladas y más ricas, los segundos al resto, especialmente a las rezagadas NOA y NEA.
Por lo que la única forma en que el debate pueda tener un punto de partida será si se amplía la torta a repartir, ya sea aumentando los impuestos coparticipables, como ser con las retenciones, o que Nación resigne parte del porcentaje que le toca. Como plan B está armar un fondo de convergencia con otro criterio de distribución que podría ser el índice de Necesidades Básicas Insatisfechas.
El de la coparticipación es un debate pendiente en la Argentina que alguna vez deberá encararse y que puede generar un efecto de máquina de tiempo en el país, ya que si sale bien será un salto al futuro, pero si no cuaja correctamente capaz retrocedemos a pleno siglo XIX con republiquetas, policías convertidos en pequeños ejércitos provinciales y gobernadores acaudillados de patillas largas.