Desde hace más de un año la doctora en Antropología e investigadora del Conicet Silvia Elizalde explora perfiles de varones de 45 a 55 años en Tinder, la App de citas y encuentros. No se trata de una investigación formal, aclara, sino de una indagación incipiente y exploratoria. De ella, habla largamente en la nota Los hombres Tinder, publicada en esta misma edición. En su investigación revisó ya más dos mil perfiles y tiene cientos guardados con los que armó cinco categorías o arquetipos masculinos que develan, de alguna forma, qué quieren o pretenden de ellas. ¿Solo apuntan a un touch and go o tienen intenciones de enamorarse?
- Los que se quejan de las mujeres.
Son los que emprenden la búsqueda de una mujer a partir de la queja. “Cortala con los filtros”, “basta de trompita”, pero también “para qué dicen buscar si después no contestan los mensajes” o “estoy cansado del destrato”. En algunos se puede leer bastante agresividad: una sensación entre bronca y desorientación porque no terminan de captar qué es lo que queremos las mujeres y entonces, se quejan. Es lo primero que una lee de un perfil. “Me pregunto cuál es el margen que tienen para buscar a partir de esa estrategia, que es muy poco –diría yo—seductora. Me resulta impactante que aparezca una objeción, una crítica, una queja, antes que un cortejo”, dice Elizalde.
- Los que promocionan u ofrecen ciertas virtudes que los harían elegibles.
Sé cocinar, tiendo las camas, se escuchar, soy comprensivo, bajo la tapa del inodoro, se promocionan. “Son los que reivindican más el lugar del marido, los que entendieron cómo es la cuestión de la convivencia. No hay ahí un amante. Más un compañero de cotidianeidad”, apunta Elizalde.
- Los que exigen ciertas condiciones en las mujeres o en los vínculos que buscan.
Hacen una lista de atributos que deben reunir las mujeres que lo contacten. “Buscan una mujer que sea hermosa, inteligente, con mundo propio, con proyecto personal, que tenga tiempo, que no tenga ataduras, que reúna todo eso. Especialmente, todos piden que sean inteligentes y bonitas. Para exigir siempre tenés que estar muy seguro de las virtudes que tenés para ofrecer. Siempre me pregunto qué se les juegas a estas personas para presentarse a partir de una petición y no de un ofrecimiento. Así como están los que ofrecen y tienen algo para compartir, estos exigen. Ahí se mezcla además, toda la dimensión de lo político: kirchneristas abstenerse, feminazis abstenerse, fanáticas abstenerse. Como si tuvieses que pasar todas esas pruebas para decir hola. Porque a todo esto estamos hablando de que un match es, apenas, la posibilidad de decir hola, de iniciar un contacto”, apunta Elizalde.
- Los que describen lo que hacen, en qué trabajan, los hobbies, los consumos culturales, pero también hacen reflexiones en voz alta:
En general sobre el amor, la pareja ideal, con frases que pueden rozar la new age como cierta dimensión de mayor calado, que tiene que ver con expresar una búsqueda más “conciente” y “reflexiva”. “Ahí está el capital intelectual en juego. No está el súper auto, el físico imponente, los viajes, esa potencia económica. Está más bien la reflexión, el componente intelectual, alguna cita de algún autor. Intentan presentarse a partir de ese lugar. En estos casos hay en general hay menos información de su aspecto físico desde las fotos”, cuenta Elizalde.
- Los que confiesan más abiertamente que quieren enamorarse.
“Me quiero volver a enamorar o establecer una relación de amor, quiero tener de vuelta amor en mi vida. Quiero una relación seria, sostenida, con amor. No son muchos, pero los hay”, dice la antropóloga.