Lionel Messi, imaginamos, no debe saber de la existencia del Negro Alejandro Dolina y es altamente probable que nunca haya leído “Instrucciones para elegir en un picado”, pero seguramente estaría plenamente de acuerdo con la esencia de ese maravilloso texto.

Escribe el genial Dolina: “Cuando un grupo de amigos no enrolados en ningún equipo se reúnen para jugar, tiene lugar una emocionante ceremonia destinada a establecer quiénes integrarán los dos bandos. Generalmente dos jugadores se enfrentan en un sorteo o pisada y luego cada uno de ellos elige alternadamente a sus futuros compañeros. Se supone que los más diestros serán elegidos en los primeros turnos, quedando para el final los troncos. Pocos han reparado en el contenido dramático de estos lances. El hombre que está esperando ser elegido vive una situación que rara vez se da en la vida. Sabrá de un modo brutal y exacto en qué medida lo aceptan o lo rechazan. Sin eufemismos, conocerá su verdadera posición en el grupo. A lo largo de los años, muchos futbolistas advertirán su decadencia, conforme su elección sea cada vez más demorada. Manuel Mandeb, que casi siempre oficiaba de elector, observó que sus decisiones no siempre recaían sobre los más hábiles. En un principio se creyó poseedor de vaya a saber qué sutilezas de orden técnico, que le hacían preferir compañeros que reunían ciertas cualidades. Pero un día comprendió que lo que en verdad deseaba, era jugar con sus amigos más queridos. Por eso elegía a los que estaban más cerca de su corazón, aunque no fueran tan capaces. El criterio de Mandeb parece apenas sentimental, pero es también estratégico”.

Y aquí llega Dolina al corazón de la nota: “Uno juega mejor con sus amigos. Ellos serán generosos, lo ayudarán, lo comprenderán, lo alentarán y lo perdonarán. Un equipo de hombres que se respetan y se quieren es invencible. Y si no lo es, más vale compartir la derrota con los amigos, que la victoria con los extraños o los indeseables.”

Messi diría que sí, claro, tiene razón el tipo, mencionaría a Neymar y Suárez y diría que extraña mucho a Iniesta y Xavi. Del mismo modo se referiría a quienes se retiraron en la Selección, a Agüero que está lesionado y a Di María que no fue citado por Scaloni. No le quedan amigos a Messi en el seleccionado nacional y estará rodeado por los futbolistas de la nueva generación. Muchas veces se le ha cuestionado al crack rosarino que condicionaba a los entrenadores anteriores (Basile, Batista, Maradona, Sabella, Bauza, Sampaoli) reclamando entre bambalinas la presencia de aquellos con los que se sentía más cómodo.  “Es un caprichoso”, se repetía y se ventilaban conflictos internos. Algunos entrenadores intentaron replicar la idea de Bilardo en el 86 cuando imaginó un equipo al servicio de Maradona, pero no lograron los títulos esperados y acumularon subcampeonatos que aquí siempre fueron tomados como fracaso. En la mayoría de las veces la culpa recaía sobre Messi, a quien no se le perdonaban la diferencia de rendimientos entre su club y la Selección.

A Messi no le debe haber caído nada bien que Scaloni marginara en esta convocatoria a Di María pese a las muy buenas actuaciones que el jugador del Paris Saint Germain cumplió en los partidos que vimos de la Champions League. Es poco probable que no diga nada; cómo referente del equipo pedirá alguna explicación y dirá que le gustaría ver a su amigo en futuras convocatorias. Pero todo indica que la cosa no pasará de ahí.

Es cierto que Di María no cumplió buenas actuaciones con Scaloni, pero también es verdad que por su buen momento sorprendió que no lo llamara. En el plantel de la Selección hay buenos jugadores con vocación ofensiva: Lautaro Martínez y Dybala pueden ser indiscutibles, pero ¿Di María no está por encima de Alario, Gio Simeone, Correa y Salvio? ¿Es posible descartar la idea conspirativa de que Scaloni quiso marcarle la cancha a Messi armando un equipo con jugadores de nueva generación? A Messi, esa sospecha lo debe perseguir. Tampoco debe olvidar que Dybala dijo alguna vez que le costaba jugar al lado de Messi porque cumplen funciones similares, en una declaración que produjo cuanto menos sorpresa y que hizo pensar que se sentiría mucho mejor sin el 10 del Barcelona. Un dato a favor es que en anteriores amistosos Messi funcionó muy bien en tandem con Lautaro Martínez, con quien estableció vínculos de sociedad futbolística al menos. Messi quiere tener cerca de sus amigos y lo va a hacer notar (si mete un gol contra Ecuador lo va a celebrar con el gesto típico de los festejos de Di María, como dedicándoselo), pero en el fondo lo que más quiere, por sobre todas las cosas, es que alguna vez se le reconozca todo lo que ha hecho para la celeste y blanca. En ese sentido nada pesará más que un título. Sueña con eso. Enhorabuena.