La agitada agenda de la semana que pasó dejó instalado, entre tantos, un debate que se etiqueta como de "seguridad”. El asesinato de un policía federal a manos de un paciente pisquiátrico en Palermo, en un episodio en el que intervino otro agente de esa fuerza y dos policías de la Ciudad, sugestivamente reintrodujo, como si se tratara de una consecuencia natural, la discusión por el uso de las Taser. La oposición picó en punta para avivar las críticas, pero también se sumaron desde el oficialismo voces como las de Sergio Berni y Sergio Massa. La ministra Sabina Frederic habló de “falta de respeto y caranchismo”. Santiago Cafiero salió a aclarar que el Gobierno “no tiene en estudio” comprar estas armas. Desde el Ministerio de Seguridad reconfirmaron a PáginaI12 que no van a sumar más pistolas Taser a sus fuerzas, y que las cien que compró la gestión anterior y que llegaron este año serán usadas por fuerzas especiales, aunque aún no han sido entrenadas en su uso.
Operativo clamor
Algunas cuestiones que fueron dejadas de lado en medio del súbito operativo clamor por las Taser, o que se presentaron especialmente inconexas en la discusión mediática, fueron:
* Juan Pablo Roldán, el inspector asesinado, era un efectivo de Caballería. En el supuesto contrafáctico de que la Federal hubiese adoptado las Taser, la posibilidad de que él hubiese portado una, es igual a cero.
* Dado el alto costo de estas armas (tan sofisticadas que incluyen un sistema de grabación que deja registrado cómo se utilizan), tampoco podrían de momento ser de uso extensivo (Patricia Bullrich compró cien a la empresa Axon, a un valor de casi 900 dólares cada una, más mil cartuchos operativos y 600 de capacitación, más los elevados impuestos aduaneros).
* Si, por ejemplo, la Ciudad hubiese comprado las 400 Taser que anunció en enero de 2019, o las 60 que evaluó licitar en junio de ese año, también es muy poco probable que los dos policías que actuaron en Palermo (entre 31.000 que tiene la Ciudad) hubiesen podido tener una Taser.
* Alertado por los vecinos, Roldán corrió dos cuadras hacia una esquina que no era de su jurisdicción, donde ya estaban trabajando dos agentes de la Ciudad, a los que sí les correspondía intervenir. Sobre cómo actuaron ellos, los análisis no se detuvieron.
* Como se ve en los videos que circularon, las actuaciones de los cuatro policías incluyeron una serie de errores de procedimento, sin una acción coordinada. Sin embargo, entre todos los debates abiertos no estuvo el del entrenamiento y/o reentrenamiento que está recibiendo las fuerzas.
* El uso de las Taser está específicamente desaconsejado en casos de padecimientos psiquiátricos. También por eso, no podría haber sido usada en este caso.
* No hay ninguna prohibición vigente sobre el uso de las Taser, y cada jurisdicción puede decidir su uso. ¿Realmente había que esperar a este episodio desgraciado para proponerlo?
Sí, se puede
A fines de diciembre de 2019, Frederic derogó la resolución 395 de 2019 para las fuerzas federales de seguridad (Gendarmería, Prefectura, la Federal y la Aeroportuaria). Esto no implicó la prohibición de las cien Taser que llegaron al país entre febrero y mayo de 2020: fueron autorizadas para las fuerzas federales especiales. Desde el Ministerio de Seguridad admiten que en este tiempo, pandemia de por medio, aún no se ha iniciado el entrenamiento necesario para que su uso pueda ser operativo. De hecho aún no existe el protocolo que regule ese uso, paso previo al entrenamiento.
La Corte Suprema falló a favor de la autorización de uso en 2016, rechazando un recurso de queja que planteaba que era un instrumento de tortura. Es decir que desde entonces la Ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, o cualquier provincia, podría haberlas adquirido e instrumentado.
Menor letalidad
El problema planteado no se limita a “Taser sí / Taser no”. Contra lo que se intenta instalar como sentido común, este tipo de armas se proponen en reemplazo, y no sumadas, al arma de fuego reglamentaria. Ésta es al menos la recomendación concreta de la ONU, ateniéndose a la idea de “arma menos letal” (y no, como se comprobó en numerosos casos de violencia institucional en el mundo, “no letal”). También la página de la empresa que las fabirca, Axon, las promociona de este modo en su página web. Entonces, ¿es preferible que un miembro de fuerzas de seguridad tenga un arma “menos letal”? Podría pensarse a priori que sí, en tanto sería un elemento de disminución de la letalidad, uno de los objetivos de toda política de seguridad (ante la necesidad de defensa, mejor que recurra a una descarga eléctrica y no a un arma de fuego, diría un bienpensante).
Sin embargo, su utilización abre variables complejísimas, que van desde la proporcionalidad del uso de la fuerza (al reemplazar el uso del arma de fuego, ¿puede un policía enfrentar a un agresor si éste porta un arma “más letal” que la suya?) a la necesidad de protocolos que sean efectivamente aplicados por los policías en las calles. Sumado al entrenamiento muy específico que se requiere para el uso de estas armas.
“Las Taser son presentadas como un ‘arma menos letal’, pero la experiencia internacional demuestra que justamente esa categorización conduce a usos indiscriminados porque los funcionarios suponen que pueden utilizarlas con menos restricciones que a las armas letales”, se posicionó el Cels cuando el Gobierno de Macri anunció que compraría la hasta ahora única partida de cien de estas armas. “Las Taser sólo reducen la letalidad policial si se las usa en los mismos casos en los que se utilizaría un arma letal, no si su supuesta “no letalidad” habilita que se amplíen las situaciones en las que los policías podrían disparar”, observan.
Entre los estudios citados, uno realizado por Amistía Internacional en Estados Unidos muestra que, de 334 personas muertas por el uso de las Taser entre 2000 y 2007, sólo 33 portaban armas y sólo 4 armas de fuego. Más del 90 por ciento de las víctimas fatales estaban desarmadas. “La American Civil Liberties Union también advirtió sobre los riesgos derivados de que las Taser ya no son utilizadas por las policías estadounidenses como un reemplazo del arma letal en situaciones de último recurso, sino como un instrumento de control. Este modo de usar las armas “menos letales” ha llevado a la multiplicación de muertes”, concluyen.
“Lo más inquietante sobre el uso por la policía de armas Taser es que la mayoría de las personas que posteriormente murieron no representaban una amenaza grave cuando la policía les sometió a las descargas”, declaró Susan Lee, directora del Programa Regional para América de Amnistía Internacional, tras analizar los resultados en este país.
Punitivismos
“A priori, la de Palermo fue una situación de abordaje de salud mental, aunque haya involucrado policías. Que uno haya terminado muerto es una tragedia enorme, pero no es un episodio de inseguridad. No estamos hablando de una situación en comisión de delito, sino de una persona en brote psicótico que no fue abordada por los dispositivos correspondientes de salud mental”, describe Tomás Bover, doctor en antropología y becario de Conicet.
“Sin embargo, hubo una clara intencionalidad de cargar la responsabilidad sobre unos u otros. Los policías de la Ciudad son conducidos por una fuerza política que defiende el uso de las Taser, pero no tenían Taser en ese momento. ¿Por qué quedó invisibilizada la policía de la Ciudad en todo este relato? Porque resultó que quien puso el cuerpo y la vida dependía de Nación”, describe el miembro del grupo de estudio en policías y fuerzas de seguridad.
“En el caso del policía Roldán los punitivistas de arriba y abajo encontraron otra excusa perfecta para volver a la carga con su agenda, y de paso seguir avivando malentendidos”, advierte Esteban Rodríguez Alzueta, investigador del laboratorio de estudios sociales y culturales sobre violencias urbanas de la Universidad Nacional de Quilmes.
“El problema no son las pistolas sino los policías que las empuñan o, mejor dicho, determinadas rutinas policiales que no se desandan de un día para el otro con protocolos y mejores entrenamientos. Estoy pensando en la brutalidad policial, en aquellas prácticas de hostigamiento que suelen ir acompañadas de ‘toques’ o ‘correctivos’ para imponer la autoridad. Esos toques pueden convertirse ahora en descargas eléctricas, en picanas portátiles. Entonces tenemos derecho a manifestar nuestra desconfianza, porque la historia de las policías en Argentina está asociada también a estas violencias eléctricas”, observa el autor de Temor y control. La gestión de la inseguridad como forma de gobierno.
“Se nos dice que los policías serán especialmente preparados, y que las pistolas vienen con manuales de instrucción. Pero ya sabemos que los impactos de las capacitaciones suelen llegar con mucho delay, porque nos estamos midiendo con prácticas de largo aliento, que forman parte de los repertorios de actuación para relacionarse con determinados actores (los jóvenes, morochos y pobres). Hay que pensar a las Taser al lado de la historia que nos tocó”, concluye.
Protocolos y entrenamiento
Con policías que sólo reciben entrenamiento durante su instrucción, o frente a alguna situación de ascenso, y que tienen por delante treinta años de una carrera que demanda despliegue físico, necesidad de reflejos, reflexión de sus prácticas, el del reentrenamiento es un tema pendiente que está, inclusive, entre los reclamos de las mismas fuerzas.
¿Existen protocolos para este tipo de casos, para tratar a alguien que no tiene conciencia de sus actos, ya sea por causas psiquiátricas o de consumo de sustancias? Desde el Ministerio de Seguridad aseguran que sí hay protocolos y capacitaciones para tratar enfermos mentales y personas con consumos, conductas impredecibles. Pero advierten que, por encima de cualquier capacitación específica, el marco es el del programa de uso racional de la fuerza, que existe desde 2012 y que, aunque durante la gestión de Bullrich fue abandonado, se sigue con esa línea de trabajo. "Pensar en términos de 'proporcionalidad y racionalidad' en el uso de las fuerzas también cuida la vida a los policías", dicen, y describen un abordaje que implica no apelar al arma de fuego en todas las situaciones, evaluar cuándo sí y cuándo no, si una situación amerita replegar o buscar apoyos, entre otras premisas.
Tu nueva compañera
La página Tasers International (perteneciente a Axon) muestra las bondades de estas pistolas en su versión doméstica y alienta su uso por parte de civiles, para defensa personal. También ofrece una "linterna de 80 lúmenes con un aturdimiento de alto voltaje que asombra y repele". "Fácil de usar. Segura de poseer", es el lema con el que se venden estos productos por Internet, asegurando al ciudadano deseoso de autoproveerse seguridad que "las herramientas de autodefensa Taser están diseñadas para brindarle tranquilidad mientras se adaptan a todos los aspectos de su vida diaria".
"Conoce a tu nueva compañera", invitan, y prometen: "Nunca estás solo cuando llevas uno de los productos de autodefensa de Taser. Creemos en un mundo con menos preocupaciones. Uno que sea más seguro, donde cualquiera pueda vivir su vida sin miedo. Ya sea que esté en casa o mientras viaja, nuestras herramientas de autodefensa son pequeñas, livianas y efectivas, lo que garantiza una potencia de frenado de nivel profesional para mantenerlo a salvo. Porque tienes lugares a los que ir y cosas que hacer". En ningún momento se habla de "arma", "disparo", "ataque", "delincuencia". Tampoco intervienen límites legales o protocolos de procedimiento. Aquí hay "potencia de frenado" (al agresor) y hay que "manenerse a salvo".
La pistola, que se conecta a una app del celular que informa cuándo y dónde es disparada, sale 450 dólares, luego están los accesorios: más cartuchos (viene con dos), fundas, baterías. La linterna aturdidora se propone como "el complemento perfecto para su guantera o una discreta herramienta de autoprotección en caminatas nocturnas y paseos con perros en el vecindario". Sale 130 dólares y sin costo se puede sumar el "paquete de mascotas", una suerte de pañuelo para el perro que advirte que su dueño lleva este instrumento, una disuación similar a los carteles de seguridad privada en las casas.
Según las estadísticas que allí se publican con orgullo, "cada día se usa una Taser 904 veces, salvando una vida de una muerte potencial o una lesión severa cada 30 minutos". En la página de Axon hay un contador de "vidas salvadas", y otro de disparos ("usos en el campo por oficiales en todo el mundo", que se va actualizando en tiempo real. Van casi cuatro millones y medio.