“El tipo de cambio sólo se apreció un 2 por ciento este año”, dijo ayer Federico Sturzenegger, el presidente del Banco Central, sin mencionar que la apreciación real ya se ubica en el 20 por ciento en los últimos doce meses. Intentó convencer a banqueros de distintos lugares del mundo que asistieron a la conferencia del Instituto Internacional de Finanzas que el dólar en la Argentina no está atrasado y es el valor que fija el mercado. El titular de la autoridad monetaria argumentó que la divisa no está barata porque sino los inversores saldrían a comprarla y aumentaría la cotización con un Central que tiene la decisión de no intervenir en la plaza cambiaria. 

En su exposición planteó que no hay que mirar sólo la relación contra Estados Unidos sino concentrarse en la paridad con las monedas de otras economías que intercambian con el país. “Se mira demasiado cómo se mueve el dólar. Pero lo que hay que observar es cómo se comportó el peso en relación a lo que pasó con otras monedas de socios comerciales argentinos, como Brasil, México o Europa. Y lo que surge es que el tipo de cambio real multilateral sólo se apreció 2 por ciento en el último bimestre”, precisó. 

Es raro escuchar a Sturzenegger hablando de un período tan corto cuando en sus conferencias insiste que los resultados de hoy son siempre un efecto de lo que se hizo varios meses atrás (usa el ejemplo del rezago de la emisión sobre la inflación). Este diario revisó qué pasó con la paridad real del peso contra México, Brasil y Europa entre el 3 de abril de 2017 y el mismo mes del año pasado. Los resultados fueron que el peso argentino se apreció un 21,9 por ciento contra la moneda mexicana, un 3,5 por ciento contra el real y un 24,3 por ciento contra el euro.

La relación que existe entre el nivel de tipo de cambio real y el volumen de las  exportaciones argentinas es dudosa. El propio Fondo Monetario Internacional reconoció la falta de relación entre estas dos variables en uno de sus últimos informes sobre el estado de la economía argentina. Pero Sturzenegger siempre consideró que un tipo de cambio alto era importante para estimular las exportaciones del país. En 2013 pedía en declaraciones radiales al periodista Víctor Hugo Morales una devaluación del 40 por ciento. Argumentaba que “hoy se repiten políticas de los ‘90 con el retraso cambiario e incluso la Tablita de Martínez de Hoz, cuando se hacía convivir una inflación muy alta y un tipo de cambio rezagado. El Gobierno se ha desviado del tipo de cambio alto que creaba empleo. Ya no hay crecimiento del empleo, hay desempleo, y las exportaciones industriales caen fuerte si se deja afuera la de automóviles”. 

La tarea de revisar cómo se encuentra hoy el tipo de cambio real respecto de abril de 2013 evidencia las contradicciones del presidente del Central. El peso se apreció un 18 por ciento contra la moneda brasileña y 28 por ciento respecto de la mexicana. Contra el euro la apreciación alcanzó al 19 por ciento. A su vez, el tipo de cambio multilateral (en dónde se ponderan monedas de diferentes países según el peso comercial que tienen con la Argentina) registró una pérdida de competitividad del 16 por ciento. 

La paridad del peso contra el dólar merece un párrafo aparte. El nivel de dólar real registró una apreciación del 8 por ciento en lo que va del año y del 20 por ciento en los últimos 12 meses. La cotización en términos reales ya es idéntica a la registrada en abril del 2001, unos meses antes del estallido de la convertibilidad. La apreciación puede no tener una relación clara con las exportaciones pero si se asocia en forma directa al nivel de dolarización  y salida de capitales de la economía a través del ahorro del sector privado, el turismo y el giro de utilidades. “Que me perdonen pero la cuenta capital (descontando la entrada de deuda) es negativa. Los agentes compran dólares todos los meses”, dijo esta semana Roberto Frenkel, quién indicó que es muy probable una nueva devaluación después de las elecciones de octubre.