La abstinencia de fútbol, se sabe, en algunos hinchas es realmente cruel. Y no hablo de hinchas ocasionales que pueden ver por TV un River- Boca con la misma displicencia con que ven un documental del National Geographic sobre rinocerontes con diarrea estival. Me refiero a aquellos hinchas acostumbrados a concurrir a las canchas vernáculas para gritar hasta la afonía por alentar a su equipo. Como es el caso del Chueco “Mortadela”, hincha fanático de Ferro Carril Oeste desde hace medio siglo. La falta de competencias oficiales del club de Caballito conspiró contra la salud de “Mortadela”, que no sabía qué hacer los sábados a la tarde, sentía una profunda ansiedad por alentar a alguien. Por suerte, encontró la solución caminando por su barrio. En la Plaza Irlanda hay una importante comunión de jubilados que se vuelcan a jugar partidos de ajedrez en mesitas habilitadas en el sector reservado a la clase pasiva. Después de asistir a varias maratones de partidas de ajedrez, se hizo hincha fanático de uno de los más hábiles ajedrecistas aficionados del lugar: Don Gervasio, jubilado bancario, 73 años, de impecable camisa azul Francia y boina negra. Desde hace 4 meses, el Chueco asiste a cada una de las partidas de ajedrez que disputa Don Gervasio en dicha plaza y lo alienta con un cantito de cancha por demás pegadizo. Es aquel que con música de “Pasos al Costado”, del grupo Turf, recreó el propio Chueco antes de la partida que su jubilado favorito ganó al vecino de Floresta, Don Cosme, en sólo 12 jugadas:

"Vamos, vamos, vamos, vamos, vamos Don Gervasio,

vamos, vamos, que a Don Cosme, le vas a ganar.

Vos sos el Garry Kasparov de los jubilados,

y un jaque mate hoy seguro vamo’ a festejar.

Yo a vos te sigo cuando vos jugás bien,

aunque hagas tablas o te vaya mal.

Y no me importa si es con blancas o negras,

siempre te voy a alentar…"

Es verdad lo que imagina, lector. Un grave desorden mental y un alto grado de esquizofrenia y trastorno bipolar que puede confundirse con locura. El mismo parte médico que recibieron los familiares de Esteban Bordenave, aquel joven que, con el mote de “Cabeza de Plumero” se subía al paravalancha de la tribuna local del estadio Tomás A. Ducó para alentar a su Huracán sagrado. Por supuesto, la ausencia de partidos de fútbol del Globito, lo llevó a volcar toda su carga emotiva en la carrera de Filosofía, a la que se anotó casi sin interés el año pasado y que hoy es su único motivo de preocupación. En su habitación hay sólo libros y pósters en blanco y negro del filósofo Friedrich Nietzsche. Es posible verlo aferrado al balcón de su quinto piso, cantando aquella canción de cancha inspirada en la melodía de “Vení Raquel”, de Los Auténticos Decadentes, pero adaptada, claro, a su reciente simpatía por aquél filósofo del Siglo XIX:

“Yo quiero a Nietzsche leer, yo a él lo sigo, yo soy nihilista.

No creo en Hegel ni en Kant, ni en esos estructuralistas.

Siempre vamos a negar, todo principio de orden y trascendencia.

Vamo' alemán, que con tu pensar, la Filosofía está de fiesta.

Vamo' alemán, no falles a tu hinchada,

la que te sigue en las buenas y en las malas.

Vamo’ a cantar que Nietzsche es el campeón.

No somo' amargos, como Hobbes y Platón.

Yo soy así, como Nietzsche existencialista.

Vamo' a refutar, a los neopositivistas.”

¿Nos fuimos al pasto? Puede ser, pero así es el fútbol, así es la pasión, y esta sed de aliento, como les dije, puede llegar a ser muy cruel. Cierro con un caso tan grave como el que le ocurrió al ex jefe de la barra brava de Lanús, Gregorio “Choripán” García, que debió cambiar su rutina los días domingos. En vez de concurrir a la cancha a alentar al Granate, encontró otro sitio donde descargar su aliento desenfrenado: la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días. Es verdad, desde hace unos pocos meses, el ex barra “Choripán” pasó a ser el feligrés García, y canta canciones como esta típica de cancha, la de la banda La Mosca, “Hoy estoy peor que ayer”, pero aggiornada a su nueva religión, claro:

"Yo los domingos voy a ver a Jehová

porque lo llevo en el alma.

Toda esa paz que sólo él me da

no se compara con nada.

Porque a los fieles nunca abandonará

somos de Jehová su hinchada.

Yo pago el diezmo y rezo su oración

porque la tiene re-clara.

Por Jehová yo tengo fe

y no me importa más nada.

Yo por él salgo a timbrear

los domingos a la mañana."