En Córdoba se quemaron 181 mil hectáreas este año a causa de incendios forestales, que también se registran en San Luis, Corrientes, Chaco y Formosa. Esto implica sustanciales pérdidas económicas en términos de recursos forrajeros, leña, ganadería de monte, alambrados y gasto de recursos en extinción de los incendios, junto al daño sobre los ecosistemas, retracción del bosque nativo, la salud de la población y emisiones masivas de gases de efecto invernadero. Los incendios tienen por lo general un origen intencional, ya que el fuego suele utilizarse para estimular el rebrote y alimentar el ganado en un contexto climático extremo: la peor sequía en los últimos 40 años.
Por su parte, este año se quemó una quinta parte de la superficie del Delta del Paraná. En el Delta hay incendios intencionales en un contexto de fuerte bajante histórica de los ríos de la cuenca del Paraná, que hace de propagador del fuego, en un marco de creciente interés inmobiliario, agrícola-ganadero y minero por esas tierras.
Según la organización Global Forest Watch, Argentina está en el séptimo lugar entre los países que mayores alertas por el fuego emitieron este año. En primer lugar está Estados Unidos, ya que en California este año se quemaron 2 millones de hectáreas. En Europa también hay una alarma creciente por los incendios forestales y está el caso reciente del desastre en Australia. Los incendios cada vez más frecuentes e intensos son un problema de carácter global y están muy relacionados al cambio climático, porque los eventos de calor extremo y sequía aparecen cada vez más seguido.
Uno de los peores años
El Instituto Gulich (Universidad de Córdoba-CONAE) relevó a través de imágenes satelitales que este año se quemaron 181 mil hectáreas de las sierras de Córdoba. “Es el peor o uno de los peores años de los últimos veinte”, resume Juan Argañaraz, investigador del Conicet en ese instituto.
Los ingenieros Andrés Horacio Britos y Emmanuel De La Mata, del Ministerio de Agricultura, analizaron que el 60 por ciento de la superficie quemada corresponde a estados muy degradados, como pastizales o pajonales, arbustales abiertos y roquedales, la gran mayoría en zonas elevadas y con pendientes. Hay presencia de ganado vacuno y equino. Los bosques afectados representarían entre el 10 y el 30 por ciento de la superficie afectada, un porcentaje que no es más alto solo porque el bosque cada vez se retrae más y ya queda relativamente poco. Se calcula que sólo queda en pie el 3 por ciento del bosque nativo que había a principios del siglo XX.
Argañaraz advierte para evaluar el daño económico que hay que tener en cuenta la pérdida de recurso forrajero y ganadero, la reparación de alambrados y la plata que se gasta en extinguir el incendio a partir del avión hidrante y del combustible. Asimismo, hay un enorme daño que es imposible de medir en términos de erosión de suelo, consumo de oxígeno y emisión de dióxido de carbono, afectación del agua y pérdida de bosque.
Rubén Guinzburg, investigador del Grupo de Estudios de Sistemas Ecológicos en Ambientes Agrícolas de la FCEN-UBA, explica que en general los fuegos tienen un origen intencional vinculado a estimular el rebrote para alimentar el ganado. “Los focos fácilmente se salen de control porque estamos en presencia de la peor sequía en cuarenta años. Es un territorio muy favorable al fuego porque la expansión agrícola llevó a la ganadería a zonas en donde había bosque nativo, que es un ecosistema que impide la expansión del fuego”, indica. También hay informes que relatan las numerosas causas en la justicia cordobesa por incendios intencionales con fines especulativos en zonas en donde se apunta al desarrollo turístico, ganadero y minero.
Un problema global
En una entrevista publicada el pasado fin de semana a raíz de los incendios en California, Niklas Hagelberg, experto de cambio climático del United Nations Environmental Programme (UNEP), planteó que “en los últimos años vimos un crecimiento en la temperatura promedio, lo cual lleva a un aumento en la evaporación, junto a extendidas sequías. El ecosistema es tan seco después de muchos años de cambio gradual que hay un aumento en la frecuencia y la intensidad de los fuegos. La temporada de fuegos en los Estados Unidos es ahora 75 días más larga que en 1970. El planeta está alrededor de 1,1 grados más cálido que en la etapa pre-industrial y esto ya está cambiando el mundo alrededor nuestro. Entonces eventos que sucedían cada cien años ahora ocurren cada diez años”.
El informe “Salud, incendios y cambio climático en California”, editado por la Universidad de Berkeley, muestra que quince de los veinte peores incendios en la historia de la región ocurrieron en los últimos veinte años y que esto se debe en buena medida a que el período de lluvias se achicó y por ello las secas llegan antes y se van después. Desde principios de año, en California se quemaron 2 millones de hectáreas.
El año pasado, Australia fue noticia en todo mundo a raíz del “verano negro”, cuando se quemaron 18,6 millones de hectáreas. En tanto, un punto central de la problemática global del fuego es el Amazona, en donde desde principios de año hasta hace unas semanas se habían detectado 63 mil incendios en un contexto de destrucción intencional de la selva para el uso de la ganadería.