"En los pueblos de Punilla el Gobierno provincial no auxilia a los vecinos y vecinas frente a los incendios, hay una ausencia total del Estado", aseguró a Página 12 Marcela Fernández, abogada de las Asambleas Ambientales de Punilla, que este lunes realizaron en conferencia de prensa una "denuncia pública" ante lo que catalogan como un "ecocidio posibilitado por el gobierno provincial". Pobladores de Punilla, la región más afectada y con focos aún activos, dieron testimonio de sus experiencias: bosques, montes, flora, fauna, viviendas y hasta dos vecinos que intentaban apagar las llamas fueron víctimas de los incendios que según estimaciones del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) ya arrasaron más de 190 mil hectáreas.
"El fuego llegó el domingo 27 de septiembre con un viento terrible y fue imposible detenerlo, no quedó nada salvo las casas". Así comenzó su relato Pablo, vecino de Characato, pueblo al que describió como "una comunidad de veinte habitantes". Según su testimonio, los bomberos llegaron cuando las llamas estaban sobre el poblado: "Su criterio fue proteger las casas, como si fuera lo único que importa. Es un error muy grave, al fuego hay que agarrarlo apenas se inicia. Además una casa se levanta en seis meses, el monte tarda 50 años y nuestra casa es el monte, no el rancho", sostuvo Pablo y agregó que, una vez apagado el fuego, los bomberos se fueron y los vecinos realizaron la guardia de cenizas.
Además de afectar a pequeños poblados, la semana pasada las llamas llegaron a cercanías de Villa Carlos Paz. Ezequiel, de Villa Parque San Roque, relató que "el fuego estaba a tres kilómetros y los vecinos lo combatimos como pudimos, desde la tarde hasta la noche. Al otro día estaba casi arriba de mi casa y recién ahí llegaron bomberos con poca fuerza porque venían de otro foco, así que nuestra ayuda fue imprescindible. Yo por suerte salvé mi casa pero en muchos casos no lo lograron".
Cristóbal Varela y José Roble son las dos víctimas fatales hasta el momento. Los dos murieron mientras intentaban apagar el fuego y desde entonces las autoridades llaman a los vecinos a no colaborar. Sin embargo, ellos argumentan que, en muchos casos, tienen más conocimiento de las zonas que los bomberos: "Trabajamos con brigadas vecinales de San Marcos que están muy organizadas. Los bomberos se enojaron porque estábamos ahí, pero con el fuego a 50 metros hicieron caso a los baqueanos que decíamos que había que hacer contrafuego. Así se apagó pero si no hubiera avanzado", señaló Franco González, vecino de La Cumbre.
"No hay bomberos especializados en ataque forestal. Los voluntarios pueden tener voluntad pero están preparados para zona urbana", indicó Fernández y agregó que "faltan guardaparques y desmantelaron los puestos de detección temprana para prevención. Tampoco hay más programas de preparación para la ciudadanía". Aunque en los últimos días la cantidad de bomberos pasó de 300 a 500 con ayuda de Nación y otras provincias, los asambleístas denuncian que el problema es de arrastre: "Son años de desmanejos con terribles consecuencias", sostuvo la abogada, quien adelantó que recogerán cada testimonio para "encuadrarlos en acciones legales, hay leyes sin cumplir y derechos sin respetar, fiscales que no investigan pero también funcionarios que incumplen deberes, como en los casos de las acciones tardías ante el fuego".
Según las autoridades provinciales, en el norte de Punilla 260 bomberos y seis aviones hidrantes combaten un foco. Otro frente avanza en el departamento de Río Cuarto, donde trabajan 220 efectivos y dos aviones. El director de la Regional Córdoba del INTA, Juan Cruz Molina, aseguró este lunes que, en base a imágenes satelitales de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales, se puede establecer que desde junio se quemaron cerca de 191 mil hectáreas. El último gran incendio en la provincia arrasó 106 mil hectáreas en 2013 y Molina indicó que 2020 ya es “récord" en 20 años. Los incendios se producen en medio de la sequía más extensa en 65 años.
"La sequía era previsible, es consecuencia de años de deforestación en bosques que eran nuestra fábrica de agua. Esto se sabía, había que extremar la prevención", sentenció Fernández y concluyó que "el problema es que solo se piensa en negocios, las tierras que se queman se las van a terminar comprando por monedas a pequeños productores".
Informe: Santiago Brunetto.