En 1789 hubo un quiebre en la historia de la humanidad. Aquel año comenzó la Revolución Francesa, el suceso que marcaría el ocaso de la edad moderna y el origen de la era contemporánea al sentar las bases de la democracia moderna. Y la fractura más significativa resultó ser, sin dudas, la rebelión del pueblo ante el poder del absolutismo monárquico.
La actuación de Nadia Podoroska en Roland Garros bien podría asemejarse a una revolución, aunque -por supuesto- en el plano personal. La rosarina desató un verdadero huracán en París tras derrotar 6-2 y 6-4 a la ucraniana Elina Svitolina, nada menos que la número cinco del mundo, para meterse en las semifinales del torneo más valioso del mundo sobre polvo de ladrillo. Con un nivel soñado en el Philippe Chatrier, el estadio central del Grand Slam parisino, se encargó de poner al tenis femenino nacional en lo más alto. Su próxima rival será la polaca Iga Swiatek (54), de 19 años, que ayer venció a la italiana Martina Trevisan por 6-3 y 6-1.
“En el momento en que entré al court central estaba muy concentrada en el partido y memorizaba la estrategia que había hablado con mis entrenadores. Cuando hice la entrada en calor en la Philippe Chatrier me emocionó un poco pensar hasta dónde llegué. Fue la satisfacción de haberlo visto tantos años por la tele y ahora estar acá”, describió Podoroska en rueda de prensa.
La rosarina de 23 años manejó los momentos del partido como si no existiera presión alguna. Jugó liberada y desbordó por ambos lados a una Svitolina que no encontró respuestas ante las variantes ilimitadas de su rival. Siempre que la Peque ejecutó el revés paralelo concretó un tiro ganador. Siempre que empujó a la ucraniana hacia atrás con un drive profundo halló el momento para traerla a la red con un drop. En pocas palabras, resultó una actuación descarada frente a una jugadora de elite mundial.
El planteo estratégico tuvo un resultado arrollador y de esta forma lo explicó la propia Podoroska: "La idea era dominar, tomar la iniciativa y jugar lo más cerca posible de la línea. Con la cancha tan grande a veces una se pierde, pero mi juego es muy bueno con las condiciones de acá: la bola es muy pesada y la cancha es muy lenta. Las variantes con mi derecha pesada y los drops rinden mucho y salí a jugar de esa forma”. Y vaya si quedó claro en el partido: Svitolina jamás halló soluciones para desactivar la telaraña en la que la metió la argentina.
La ucraniana había dicho en la previa que no conocía a Porodoska y que no sabía cómo jugaba. Apenas había visto dos games de su triunfo anterior ante la checa Krejcikova. Y Podoroska salió a jugar como para que su rival no se olvidara jamás de su rostro: la castigó, exhibió entereza en los momentos calientes y la sometió de principio a fin. Si hubiera que utilizar un lenguaje más coloquial habría que decir, sencillamente, que sacó a pasear a la número cinco del mundo en uno de los escenarios más imponentes del tenis internacional. La rosarina, sin embargo, mantiene los pies sobre la tierra: “En ningún momento pensé que podía llegar lejos. Desde la qualy que lo tomo de esa manera. Cada partido es una historia nueva y hay que salir a hacer lo mejor que se puede”.
Es necesario recurrir a algunos datos históricos para comprender la dimensión del quiebre que genera Podoroska con esta revolución en París. La mejor tenista argentina del presente se convirtió en la primera jugadora que logra el acceso a semifinales de Roland Garros tras venir desde la qualy en el cuadro de singles femenino. Sólo dos personas lograron una gesta similar en torneos de Grand Slam desde el inicio de la Era Abierta, en 1968: la australiana Christine Matison en el Abierto de Australia 1978 y la estadounidense Alexandra Stevenson en Wimbledon 1999. Ambas perdieron sus respectivos partidos y, por ello, Podoroska tiene todavía más puertas por abrir.
La chica Súper Podoroska, como la definió la tapa de la última edición del suplemento Líbero de este medio, es la quinta jugadora argentina que consigue meterse entre las cuatro mejores en el cuadro de singles de Roland Garros: antes lo hicieron Raquel Giscafré (1974), Gabriela Sabatini (1985, 1987, 1988, 1991 y 1992), Clarisa Fernández (2002) y Paola Suárez (2004). El dato de aquellos antecedentes es que ninguna de ellas pudo atravesar la barrera de las semifinales. Otro umbral que podría superar la rosarina.
“Salgo a la cancha a hacer lo mejor más allá de la historia, pero si hay algo que me gustó de estas semanas es que disfruto mucho estas nuevas experiencias. Intento guardar en mi retina todas estas emociones”, destacó Podoroska, la primera argentina que consigue un triunfo en singles ante una top 5 en un Grand Slam desde que lo hiciera Clarisa Fernández en Roland Garros 2002 frente a la belga Kim Clijsters (4ª). Con este éxito, además, asegurará su ingreso al top 50 -estará cerca del 48° puesto- y será la primera tenista nacional en ese selecto lote en más de once años: la última fue Gisela Dulko en julio de 2011.
Podoroska, nacida en el barrio rosarino de Fisherton y formada en el Club Atlético Fisherton, debió sortear varias dificultades que frustraron sus objetivos. En un gran momento, varios años atrás, tras superar la clasificación del US Open 2016, aparecerían los impedimentos físicos: a principios de 2017 tuvo un problema en la cadera, en Roland Garros de aquella temporada sufrió en la zona abdominal y después surgió una lesión complicada en la muñeca derecha.
Después de aquellos meses repletos de dudas, la Peque afrontó la vuelta y recuperó confianza hacia mediados de 2018. De la mano de Juan Pablo Guzmán y Emiliano Redondi, sus entrenadores, se radicó en Alicante para achicar gastos y tener más opciones de competir ante la falta de torneos y recursos en Sudamérica. Por eso este logro configura un doble mérito, sobre todo porque el espejo retrovisor refleja un camino espinoso, con lesiones, problemas económicos y falta de continuidad. La realidad, a partir de ahora, será totalmente diferente: un ranking de elite le aportará una mayor estabilidad monetaria y el acceso a los torneos más relevantes del mundo de la WTA.
Podoroska ganó ocho partidos en fila, apiló rivales sin importar la jerarquía y volvió a colocar al tenis femenino argentino en los primeros planos. El planeta entero menciona su nombre y se pregunta, de dónde salió y en qué punto aparecerá su techo, por el momento indescifrable. Este torneo cambiará su vida y plasmará un quiebre. Una nueva revolución asoma en Francia. Y la bandera la lleva una tal Nadia Podoroska.