“El premio de este año es sobre los secretos más oscuros del universo”, señaló Göran Hansson, secretario general de la Real Academia Sueca. Acto seguido, distinguió con el Nobel de Física a Roger Penrose (Gran Bretaña) por un lado, y a Reinhard Genzel (Alemania) y Andrea Ghez (EEUU) por otro, que se repartirán las 10 millones de coronas suecas (950 mil euros) que entrega la organización. 

Penrose, profesor de la Universidad de Oxford, comprobó a partir de novedosos métodos matemáticos que la formación de un agujero negro es una predicción que permitiría explicar “de forma robusta” la Teoría de la Relatividad. De esta manera, se hizo con la mitad del premio. Por otra parte, Genzel y Ghez (de la Universidad de California) se dividirán la parte restante, ya que fueron laureados por sus observaciones de “un objeto supermasivo y compacto” en el centro de la Vía Láctea. Con su mirada concentrada en la región Sagitario A desde la década del 90, aportaron evidencia sobre la existencia de los agujeros negros en el centro de la galaxia.

“El Nobel se dividió en dos mitades que reconocen cosas distintas. Penrose tiene aportes teóricos invaluables, además de ser muy respetado en el campo. Sus contribuciones fueron muy inspiradoras para otros tipos también muy afamados como Stephen Hawking que consiguieron avanzar con sus propios resultados. Lo de Genzel y Ghez es más de corte observacional, son cabezas de grupos de astrónomos de gran jerarquía”, dice Gastón Giribet, doctor de la Universidad de Buenos Aires, Investigador Principal del Conicet y experto en agujeros negros.

Qué son los agujeros negros

Los agujeros negros “son objetos que tienen un campo gravitatorio muy intenso, tanto que hasta impide que la luz escape. Cuanto más fuerte es un campo gravitatorio en un astro, planeta o lo que fuere, más velocidad se requiere para escapar de él. Si la luz no puede hacerlo, entonces tampoco podrá hacerlo ningún otro objeto porque nada va más rápido que la luz. Por este motivo, los agujeros son negros en la medida en que no emiten radiación, ni luz ni nada”, describe Giribet. Lo que indica este investigador se vincula con una predicción que Albert Einstein ensayó en la Teoría de la Relatividad General, de 1915. En diciembre de 1964, siguiendo esa línea, Penrose escribió un artículo que le valió fama internacional y que es mencionado como excusa para el Nobel que hoy se le otorga.

“Si bien se sabía que la Teoría de la Relatividad predecía la existencia de los agujeros negros, mucha gente creía que eran soluciones matemáticas que no tenían que ver con la realidad física. A mediados de los 60’s, Penrose probó que sin asumir ningún tipo de esfericidad ni simetría, la de los agujeros negros constituyen una predicción genérica de la Relatividad General”, indica al respecto. Es decir, de cualquier manera –con independencia de si el espacio-tiempo es altamente simétrico o no– se formaran los agujeros negros a partir del colapso gravitatorio de las estrellas.

Hoy se sabe que existen pero durante mucho tiempo solo constituyeron especulaciones. Los agujeros negros –únicamente– existían en la teoría, pero no en el cosmos. De hecho, recién en los 70 apareció la primera evidencia de que podía existir alguno. La comprobación fáctica explica por qué los otros dos expertos también recibieron el Nobel. “Son dos astrónomos que lideran proyectos observacionales muy importantes. Genzel y Ghez se dieron cuenta que en el centro de nuestra galaxia (a 26 mil años luz de nosotros) hay un agujero negro que se llama ‘Sagitario A Estrella’ porque se ubica en la constelación de Sagitario”, relata. Luego continúa: “A mediados de la década pasada, observaron el centro galáctico y advirtieron que había muchas estrellas que orbitaban en torno a una región en la que no se ve absolutamente nada. Concluyeron que en realidad hay un astro que no emite luz y que tiene cuatro millones de veces la masa del Sol. Esa constituyó la primera evidencia realmente indiscutible de la existencia de agujeros negros”.

Los agujeros negros, en definitiva, son objetos exóticos de los que aún se sabe muy poco. En abril de 2019 se reveló la primera imagen de uno que se encontraba en el centro de otra galaxia (M87) que queda a 53 millones de años luz. 

Las mujeres y un premio negado

“Espero que esto pueda inspirar a que otras mujeres entren a este campo”, dijo Andrea Ghez, la cuarta mujer en 109 años de historia en obtener el galardón en el rubro. El Nobel en Física fue el primero que nombró Alfred Nobel cuando creó las distinciones hacia fines del siglo XIX. Probablemente lo hizo por un hecho fundamental: todo el mundo ilustrado lo consideraba como el campo más encumbrado del mundo científico. 

A lo largo de la historia del Nobel fueron reconocidos auténticos pesos pesados de la disciplina, artífices de revoluciones científicas como Max Planck (1918, por sus aportes en física cuántica), Albert Einstein (1921, por sus contribuciones a la ley de efecto fotoeléctrico) y Erwin Schrödinger (1933, por sus desarrollos en teoría atómica). Hasta la fecha, con más de 200 hombres distinguidos, además de Ghez solo lo recibieron otras tres mujeres: Donna Strickland (2018), Maria Goeppert-Mayer (1963); y Marie Curie (1903). Las científicas siempre debieron compartirlo con colegas hombres. Curie lo obtuvo con Pierre Curie y Henri Becquerel, por sus investigaciones en radiactividad; Goeppert Mayer, con Hans Jensen, por su modelo de capas nuclear; y Strickland, con Arthur Ashkin y Gérard Mourou, por sus contribuciones en el campo del láser.

Cómo sigue la semana Nobel

Mañana se entregará el de Química, el jueves el de Literatura y el viernes, el de la Paz. La comunicación de los ganadores seguirá con todas sus tradiciones aunque, a causa de la pandemia, la ceremonia de gala que todos los 10 de diciembre se celebra en Estocolmo ya fue suspendida.

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