Mujeres en el poder. Ficciones y realidades. Vida pública y vida privada
Mucho se ha hablado en estos días de la serie Borgen y también del parecido o no de la hstoria de su protagonista con nuestra actual vicepresidenta y ex presidenta Cristina Kirchner. Vamos a ver entonces algunas similitudes, algunas diferencias y algunas especificidades.
En términos de modelo de pareja solo se parecen en que fueron vínculos elegidos desde la juventud con inclusión de proyecto familiar en conjunto, pero en otros aspectos, el modelo de de CFK se parece más al de Claire Underwood. Dos “animales” políticos que se juntan también en base a un proyecto de hacer política en común y van decidiendo quien ocupa qué lugar y cuándo. Por supuesto que, patriarcado mediante, gran parte de la vida es en un lugar mas secundario para ellas que para ellos, incluso a igual o mayor capacidad.
Por su parte, Birgitte Nyborg presenta un modelo de desarrollo supuestamente equitativo y liberal en un país con estado de bienestar keynessiano y con políticas de cuidado y conciliación familia/trabajo: cuidar a los hijos personalmente, rotar desarrollos personales, suponer ( y muchas veces realmente poder) entrar y salir del mercado laboral sin costos en las trayectorias. Con una cierta ingenuidad, a mi criterio, de suponer que ser primera ministra es “un” trabajo más como cualquier otro, en esto de hacer carrera y alternarse.
Por otra parte, también aparece en Birgitte esta idea femenina de ser más papistas que el papa. Se les pide tanto, que a veces conceden excesivamente con altos costos. Ejemplo, en vez de hacer renunciar a un ministro que se lo merecía, le pide un sacrificio más a su marido que termina de quebrar la autoestima masculina hegemónica del mismo, que iba flexibilizando, flexibilizando, hasta que se quiebra. Lamentablemente estos son los varones que aún hay para estas generaciones. Y él se lo cobra: no queriendo quedarse con ella. Un poco antes, se lo había cobrado desexualizando el vínculo, no queriendo tener sexo con ella. Nada de esto es a propósito ni voluntario. Philip hace lo que puede con su masculinidad de época y generación.
Se parecen CFK y Birgitte en que ambas, muy lúcidas, aprenden de la realidad y del contexto histórico que les toca en lo vigente, por lo tanto vuelven a la gran política en una segunda (o tercera) vuelta en el caso de CFK al poder, pero en un lugar más tranquilo. Ya han padecido mucho los embates, tienen un caudal electoral propio, saben que son indispensables en la escena política y lo hacen valer, pero no quieren tener los costos de la máxima exposición. Ya aprendieron que los costos son más altos para ellas.
Parte de los costos: la ferocidad hacia ellas por mujeres y el alto costo en las hijas, que no decidieron ser políticas. Claire, que tiene otro modelo que ellas, decidió no tener hijos, sabiendo que es un lugar por el cual te pueden fragilizar y pegar. Lo sabe bien y elije que no le puedan pegar por el lado de los afectos, renunciando a toda afectividad.
Recuerdo que un autopercibido periodista de medio hegemónico preguntaba en twitter cuando Florencia K estaba en Cuba: ¿Qué pasa que los psicólogos argentinos no protestan porque Florencia tiene que atenderse en Cuba. Acá no ha psicólogos competentes? Lo que no hay aquí señor periodista autopercibido es tranquilidad y garantía de vida normal para familiares de políticos de gran exposición. El mejor tratamiento profesional no es posible si hay acoso social y mediático, no se puede tener una vida común. Lamentablemente se hace necesaria la tranquilidad de la extraterritorialidad. Algo parecido le pasa a Laura, la hija de Birgitte: acosan su clínica fuera de la ciudad. Al extremo que los familiares de las otras pacientes, si todas mujeres, piden que se vaya para que puedan hacer su tratamiento tranquilas.
En síntesis, no solo es importante ver qué hacen las mujeres en el poder, que todavía son excepción y minoría. Sino también qué hacemos como sociedad con las mujeres cuando están en el poder.
Por último, un tema no menor que debiera llamarnos la atención: escribir de estos temas en momentos pandémicos nos hace ver un hecho: Taiwan, Finlandia, Dinamarca, Noruega, Alemania y Nueva Zelanda son ejemplos mundiales en el excelente manejo de la pandemia. Países muy diferentes, partidos muy diferentes, culturas diferentes. ¿Qué tienen en común? Son gestionados por mujeres en el poder. No es un dato menor. Es hora de que aprendamos a tratar mejor a quienes mejor nos tratan como ciudadanos.
La autora es Profesora Titular de la Cátedra Introducción a los Estudios de Género Facultad Psicología UBA