Los trabajadores del Hotel Bauen dejan el histórico edificio de Callao 360 después de 17 años de autogestionarlo. Desde que la noticia se conoció, la semana pasada, Federico Tonarelli no deja de recibir llamados. “Nosotros venimos pensando y discutiendo hace meses dejar el inmueble; tenemos un proceso de internalización de soltarlo ya hecho, y por eso estamos un poco mejor parados emocionalmente que todos los que se van enterando en estos días”, dice a PáginaI12 el referente de la cooperativa. En este momento están rematado muebles, cortinas, colchones, heladeras; todo lo que se pueda vender, para pagar las deudas con los proveedores. Tonarelli asegura que los llamados “son cálidos” --se refiere a toda la militancia social y política de las últimas dos décadas ha pasado alguna vez por el hotel--, a pesar de la enorme frustración que genera la decisión. “Nadie nos puede decir que no hemos peleado; pero los conflictos que tienen al Estado como un actor importante y no se resuelven en el momento en que deben resolverse, finalmente terminan mal", dice.
--¿Por qué lo dejan?
--Tomamos la decisión por una serie de factores, de los que la pandemia fue el último golpe. Trabajamos con los tres rubros más afectados: el turismo, la gastronomía y los espectáculos. En el mundo turístico se piensa que tiene que pasar todavía un año más para la recomposición. Sin vacuna, sin apertura real, con rebrotes en Europa, sin migración interna ni turismo interno… Hay una conjunción de factores que tienen que ver con los servicios que nosotros brindamos que es tremenda para nosotros.
-- Tenían también una orden de desalojo pendiente, con todas las instancias de apelación agotadas.
-El 2 de diciembre pasado fue el último sacudón. Si bien nuevamente logramos evitar el desalojo con movilización, con tres mil personas en la puerta, Mercoteles sigue pidiendo la restitución del inmueble. Venimos además de un 2019 en el que estuvimos seis meses clausurados, el giro comercial nuestro fue nulo. Entonces, ¿en qué situación estamos hoy? Acumulando deudas millonarias. La decisión tiene que ver con eso. No podemos seguir un año así porque no vamos a poder pagar lo que debemos: proveedores, servicios, impuestos…
--¿Cuántos trabajadores tiene la cooperativa?
-Somos 70, de los 130 que supimos ser en casi toda nuestra existencia.
- ¿De qué vienen viviendo?
- Algunos del Ingreso Familiar de Emergencia, aunque sólo los que pudieron cobrarlo, porque como es un ingreso familiar, el que tiene a su compañero con trabajo en blanco no lo cobra. Otros con la asistencia a las cooperativas que da el ministerio de Trabajo, que comparadas con las ATP son ínfimas.
--¿Por qué ínfimas?
-Un trabajador gastronómico, que es el rubro nuestro, para el que su empleador pidió el ATP cobró del estado 34 mil pesos. En cambio, un trabajador gastronómico de una cooperativa como el Bauen cobró 6500 por dos meses y 16.500 otros dos meses. Es una diferencia abismal.
--¿No fueron contratados para recibir pacientes de covid?
-No, se recurrió a otros hoteles, pero a nosotros no. Sabemos que el macrismo tiene un encono fenomenal con la cooperativa, siempre estuvo del lado de la vieja patronal. Algunas de sus clausuras tuvieron que ver con cosas triviales, pero con otras nos pedían cosas imposibles de cumplir. La ciudad nos pedía cuestiones ligadas al inmueble que no estábamos en condiciones de presentar porque no tenemos la posesión legal. Estuvimos 17 años sin habilitación oficial, por ejemplo, aunque cumplíamos con toda la normativa: plan de evacuación, hidrantes, todo como corresponde, pero sin un papel para acreditar la posesión legal del inmueble.
--Que el edificio no se haya expropiado no es atribuible sólo al macrismo. También hubo responsabilidad de los gobiernos kirchneristas.
--Cuando nos referimos a un tema jamás solucionado decimos eso. Nosotros hubiésemos querido que se votara la ley de expropiación antes de que Macri llegara al gobierno nacional. Eso no sucedió, ley se votó en diputados en 2015 (el kirchnerismo esperó hasta la última sesión de diputados de 2015 para aprobarla) y en senadores en 2016. Es decir, se la dejamos servida en bandeja a Macri para el veto. Y con eso, el Estado perdió la posibilidad de recuperar un activo que era suyo, de su patrimonio, porque sabemos que este hotel es patrimonio estatal debido a que las hipotecas con las que fue construido, con créditos del estado, quedaron impagas. Nuestra decisión se basa en ese tema troncal, innegable, y en toda la sucesión de cosas que vinieron ocurriendo desde el veto de Macri hasta acá, las múltiples clausuras de parte de la ciudad y la pandemia que termina siendo un golpe de gracia.
--Anunciaron que la cooperativa no va a desarmarse, sino a buscar un nuevo lugar. ¿El estado nacional va a tener un papel en esa mudanza?
-Estamos trabajando con el INAES (el organismo responsable de promover el cooperativismo) y en conversaciones con los ministerios de Cultura y de Turismo.
-¿Qué quieren hacer?
--Probablemente nos reformulemos como un espacio menos hotelero gastronómico que el actual para pasar a un espacio más gastronómico cultural. Todavía no está claro, pero esa es un poco la idea; depende también de la pandemia, de cuánto dure. Lo que sabemos es que no vamos a tener 200 habitaciones en pleno centro de la ciudad. Entonces, probablemente la preponderancia de la hotelería sobre la gastronomía y la cultura, que teníamos acá, va a invertirse. Eso es más o menos lo que tenemos en mente.
--¿Qué piensan sobre tener que dejar el edificio, tras de 17 años de resistencia, en el gobierno del Frente de Todos?
-A diferencia de todos los que se enteraron ahora, nosotros venimos como un pasito adelante, venimos madurando esto desde hace unos meses, discutiéndolo mucho. Entonces tenemos un proceso de internalización de soltar el edificio y estamos un poco mejor parados emocionalmente que los que recién se enteran. Entendemos que este gobierno se encontró con situaciones que no preveía, con la pandemia y la necesidad de asistir la atención de la salud, y que ni siquiera tuvo tiempo de ocuparse de cuestiones como la nuestra. Lo que sí tenemos claro es que esto tendría que haberse resuelto antes. Y como no se resolvió antes, tenemos este problema hoy.
-Aunque sabemos que la cooperativa del hotel Bauen excede al edificio, no es fácil incorporar la idea.
-No podemos negar la importancia del edificio. Lo que sí estamos haciendo es un trabajo de explicar que todo lo que pasó acá durante los últimos 17 años fue determinación y obra de los miembros de la cooperativa. Este era un hotel ligado a los sectores dominantes, y con los hombres y mujeres que integran la cooperativa se convirtió en su versión antagónica. Ahí es donde hacemos hincapié. Nosotros hemos producido el cambio de lo que ocurrió en este edificio, construyendo el cooperativismo con organizaciones gremiales, políticas, de la cultura. Entonces, si fue posible hacerlo acá, vamos a poder desarrollarlo en otro lugar. Y vamos a poder dormir con los dos ojos cerrados. Porque te aseguro que en estos 17 años hemos salido sobresaltados de la cama infinidad de veces, producto de este problema jamás resuelto. Y en algún punto necesitamos trabajar en paz, dormir tranquilos, proyectar la empresa cooperativa más estratégicamente. Acá todo era la urgencia, porque siempre estaba el fantasma del desalojo, nunca sabíamos qué podía pasar. No es menor eso. En la vida de un trabajador estar así 17 años es demoledor. Desde lo emocional, desde lo físico, desde lo familiar… Lo primero que decimos es que no se nos puede reclamar no haber peleado. Segundo, para nosotros fue demoledor en lo personal, para cada uno de nosotros, y aún así pudimos. Entonces, estando un poco más aliviados, creo que vamos a poder hacer mucho más.
Los ataques judiciales a la cooperativa
Después de 42 años, cierra el Hotel Bauen. La historia de la cooperativa, sin embargo, comenzó en 2001, cuando la empresa que gestionaba el hotel (Solari SA) quebró y abandonó el edificio, dejando a la deriva a todos sus empleados. Sin resignarse a perder los puestos de trabajo en plena crisis, en 2003 los trabajadores y trabajadoras formaron una cooperativa y empezaron a autogestionar el hotel. En 2007, apareció en la escena la empresa Mercoteles SA reclamando la propiedad del hotel y dando comienzo a una larga batalla legal con amenazas de desalojo que perduraron hasta la actualidad.
En el año 2016, luego de una ardua lucha, los trabajadores y trabajadoras de la cooperativa lograron que, en la última sesión parlamentaria del año, se sancionase una ley que declaraba el edificio de utilidad pública y aprobaba la expropiación del tradicional Hotel Bauen. La idea era que el Estado expropiara el edificio a cambio de los créditos impagos durante 40 años y le otorgase la gestión del hotel a la cooperativa. Pero el gobierno de Mauricio Macri vetó la ley y, a partir de entonces, comenzó un nuevo derrotero judicial que llevó a que, en el 2019, el hotel estuviera clausurado durante varios meses. Finalmente, a las reiteradas batallas judiciales se le sumó la pandemia, que terminó volviendo imposible su supervivencia.