Mientras el Gobierno avanza en proyectos para desarrollar la industria del agro, el sector atraviesa fuertes internas entre actores que representan dos modelos económicos opuestos: el Consejo Agroindustrial Argentino (CAA), centrado en exportar con valor agregado; y los productores de granos, donde reina un grupo de ex dirigentes de Cambiemos y varios de los principales financistas de sus campañas.
En las últimas horas, el Consejo emitió un comunicado asegurando que hay que promover el plan para alcanzar los 100.000 millones de dólares anuales de exportación y generar 700.000 empleos adicionales. Y explicó que la convocatoria del Gobierno para discutir esta agenda el próximo 14 de octubre propone “lograr una hoja de ruta concreta, de corto y mediano plazo, que favorezca la producción, el empleo, la comercialización y las exportaciones”.
El comunicado surgió de una asamblea entre las 53 entidades que integran el CAA y contó con un dato fuerte: Confederaciones Rurales (CRA), Coninagro y Federación Agraria, las tres instituciones de la Mesa de Enlace que integran el Consejo, se expresaron a favor de continuar las negociaciones con el Gobierno. Todo a horas de haber cuestionado las medidas oficiales para el campo y la agroindustria. “Es una manifestación clara de que los intentos de la Sociedad Rural por romper el diálogo y el Consejo no fueron exitosos”, contó a PáginaI12 una fuente del agrupamiento.
Mientras la Mesa promete tomar posición propia y orgánica sobre las medidas en una conferencia de prensa que brindarán este viernes, hay un grupo radicalizado del campo que prendió fuego los grupos de Whatsapp para cuestionar al Gobierno, al Consejo y hasta operar el cierre de cuentas de ruralistas en el Banco Credicoop, en queja contra el diputado Carlos Heller, impulsor del aporte de las grandes fortunas.
En el grupo “Gurú Ganadero”, David Lacroze, ex SRA y financista de Cambiemos, hizo catarsis: “los resultados a los que llega el CAA son totalmente contrarios a los intereses de los productores. (…) La vuelta al diferencial –de exportaciones- es una cachetada y la rebaja ínfima en retenciones no moverá producto de los silobolsas. Nos usaron”, escribió. Lacroze, principal financista del PRO y el dueño de la casa de veraneo de Mauricio Macri en el sur, está alineado con la defensa de los sectores primarios y quiere volver a SRA con una lista opositora que es un caballo de Troya del PRO.
Tan al fleje juega ese segmento que hasta directivos del oficialismo en la SRA, que conduce Daniel Pelegrina, buscan despegarse. En ese mismo chat hay mensajes impublicables por su contenido agresivo contra algunas personalidades del Consejo; y allí también se cocinó buena parte de la agitación a productores en el caso del Credicoop. “La Sociedad Rural de Reconquista (Santa Fe) se suma a la decisión de los productores argentinos! Cierra su cuenta en el Banco Credicoop e invita a los productores, socios y amigos a sumarse a la campaña de defensa de los intereses del campo”, escribió un dirigente de esa zona, célebre por el levantamiento en respaldo de la aceitera Vicentin, que atraviesa una crisis sin precedentes mientras se la investiga por los préstamos irregulares del Banco Nación en la era Macri. Se le plegaron otros dirigentes con emojis de aplausos y hasta pedidos de no aceptar cheques de ese banco.
Cuentan los que conocen el paño que la movida tuvo, además, intervención política. Santiago del Solar, ex jefe de Gabinete de Luis Miguel Etchevehere en Agricultura, dialogó del tema con el propio Lacroze. Naturalmente, en SRA buscan correrse del centro de la escena y aclaran que la SRA de Reconquista está asociada, en realidad, a CRA.
Estos sectores ultras son los que el Gobierno identifica como opositores y que el propio ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, describió ante este diario como “alineados ideológicamente con Cambiemos”. Por fuera de la belicosidad, en el Consejo sostienen que hay que criticar lo malo y elogiar lo bueno, pero en diálogo con el Gobierno. Y hasta admiten que hay filiación política fuerte en el campo ultra. Eso es, en parte, lo que aceleró los tiempos para el nacimiento de un campo negociador.