Desde Río de Janeiro
Por 345 votos contra 295 (hubo 56 abstenciones) el Parlamento Europeo rechazó los términos del acuerdo comercial entre la Unión Europea (UE) y el Mercosur, cuyas negociaciones empezaron a ser tejidas en 1999. Eso no significa, sin embargo, que el tratado haya sido suspendido, pero que se exige una serie de alteraciones en el texto original, en especial relacionadas al tema del medio ambiente.
Analistas señalan que en términos concretos el acuerdo no será enviado tan pronto al pleno de la Comisión Europea, que funciona como el poder ejecutivo de la UE. No hay perspectiva de que el acuerdo sea llevado a votación antes del final de 2022, cuando termina el mandato presidencial del ultraderechista Jair Bolsonaro. Semejante retraso significará un fuerte peso en las expectativas de los países del Mercosur.
No hay duda del gran causante de todo ha sido precisamente Bolsonaro y su política ambiental, que se omite o incentiva la devastación.
Inicialmente, el texto enviado a votación del Parlamento Europeo decía con todas las letras que sus integrantes estaban “extremamente preocupados con la política ambiental de Jair Bolsonaro, que va contra los compromisos del Acuerdo de París, en particular en el combate al calentamiento global y a la protección de la biodiversidad”.
La eurodiputada francesa Marie-Pierre Vedrenne, centrista, propuso una alteración que eliminaba la mención directa al mandatario brasileño. Con respaldo de grupos de centro, centro-derecha y extrema-derecha, logró la modificación. El texto aprobado dice apenas que “En estas circunstancias, el acuerdo UE-Mercosur no puede ser ratificado tal como está”.
Efectivamente, y gracias a la política ambiental de su gobierno – sin precedentes siquiera en la dictadura militar (1964-1985) – Bolsonaro desarticuló un acuerdo que exigió pleno empeño de todos sus antecesores, además de los de sus vecinos. Logró zafar de ser explícitamente mencionado en el texto, pero no logrará escapar de un profundo malestar tanto interno como externo. Con lo ocurrido este miércoles, Argentina, Paraguay y Uruguay también fueron seriamente alcanzados en sus expectativas relacionadas al acuerdo.
A propósito, la reacción internacional negativa a la política ambiental devastadora del gobierno de Bolsonaro no hace más que fortalecerse. Ya hay reflejos significativos en las exportaciones del sector agrícola, que encuentran reacciones cada vez más duras en Europa.
Holanda y Francia, por ejemplo, insisten, con relación al tratado que todavía no fue firmado, que además de exigir que se respete el Acuerdo de París deberían ser incluidas cláusulas punitivas relacionadas al no cumplimiento de las determinaciones ambientales.
Pese a todos los esfuerzos del ministerio brasileño de Agricultura, en las últimas semanas esas críticas y denuncias de hicieron más visibles, a raíz de las imágenes de los incendios en la Amazonia, que el gobierno del ultraderechista insiste en decir o que no existen, o que no son de su responsabilidad, culpando a indígenas y habitantes de la floresta.
Entre septiembre de 2019 y de 2020, en la región conocida como Pantanal, de inmensa biodiversidad, los incendios crecieron 180%. Casi un 15% de su área desapareció.
Bolsonaro reitera que se trata de un fenómeno “natural”, pero la Policía Federal ya adelantó que al menos 90% de las quemadas fueron intencionales, y que investiga tratando de identificar a los criminales.
Es casi inevitable que, de mantenerse el actual ritmo de destrucción ambiental en Brasil frente a la inercia del gobierno, la presión de líderes europeos sobre el presidente ultraderechista no hará más que crecer.
Hasta el final de la tarde de hoy la única voz que se oyó de parte del gobierno brasileño ha sido la del vicepresidente, el general retirado Hamilton Mourão, conocido por sus posiciones ultraconservadoras.
Dijo él que “hay mucho ruido sobre ese tema” y que todo podrá ser resuelto “por la diplomacia”, olvidándose que la conducta desastrosa del actual ministro de Relaciones Exteriores, Ernesto Araujo, no hizo más que aislar Brasil en la comunidad internacional.
“Hay que tener calma, existen muchos intereses”, dijo Mourão, mencionando explícitamente los grandes lobbies agrícolas europeos y los países en que el Partido Verde es fuerte.