South Terminal 6 puntos
Terminal Sud; Francia/Argelia, 2019.
Dirección y guion: Rabah Ameur-Zaïmeche.
Duración: 96 minutos.
Intérpretes: Ramzy Bedia, Amel Brahim-Djelloul, Slimane Dazi, Salim Ameur-Zaïmeche.
Estreno: en Mubi.
“Estás hecho un desastre. Una persona que es tan… neutral. Tan poco comprometida”, le dice el director del hospital –interpretado por el veterano actor y realizador Jacques Nolot– a uno de los cirujanos más importantes de su staff. Lo primero, al menos, es bastante cierto: en los últimos tiempos, el protagonista de South Terminal, un médico al cual la película prefiere no bautizar con un nombre, anda tomando demasiado alcohol, durmiendo poco y estirando la agonía de un matrimonio resquebrajado. La coyuntura de su país lo tiene preocupado, lo cual es lógico si se tiene en cuenta la escalada de violencias entre dos bandos: el accionar cada vez más virulento de grupos anti gobierno y un aparato estatal al cual se la ha dado por secuestrar, torturar y asesinar ciudadanos. Ya en el comienzo del sexto largometraje del franco argelino Rabah Ameur-Zaïmeche la situación muestra todos los dientes de su complejidad: ¿quién detiene esa combi en medio de la ruta y se queda con todas las valijas de los pasajeros? ¿Soldados reales, insurgentes disfrazados de tales o simples bandidos de la ruta?
Luego llegará el asesinato de su cuñado, un periodista que se anima a poner el dedo en la llaga, y la aparición de una carta anónima con el dibujo de un ataúd y la frase “te tenemos en la mira”. Más allá de las obvias referencias a su país natal, en particular durante los aciagos años de la guerra civil argelina, Ameur-Zaïmeche ubica la historia en un país imaginario (el film fue rodado en gran medida en el sur de Francia) y en un tiempo indeterminado. De esa manera, su relato de dolores colectivos y personales adopta una cualidad abstracta, si no universal, al menos amplia en sentido geográfico. La nación del médico –interpretado por el comediante Ramzy Bedia, alejado aquí de sus roles habituales– encarna un pasado colonialista bajo bandera francesa y un presente de terrores políticos y sociales donde parece obligatorio tomar posición y escoger un bando. Algo que el médico no parece dispuesto a hacer, cumpliendo a rajatabla el juramento hipocrático y salvando vidas de uno y otro lado, muchas veces bajo la presión de un fusil apuntándole a la cabeza.
South Terminal adopta desde temprano algunos de los rasgos del thriller político de los años 70, aunque nunca deja de lado la mirada humanista concentrada en su héroe, zarandeado por una realidad que lo supera y una serie de condicionamientos éticos que ya no parecen tener relevancia alguna en el mundo que lo rodea. Cuando el protagonista es finalmente “chupado”, todo el poder destructor del estado represivo se evidencia en una escena tan brutal como pudorosa. El director de La historia de Judas y Dernier maquis conjura un relato tenso y realista en el cual el sol del mediterráneo, lejos de ofrecer un panorama ideal para el remanso, ilumina y desnuda las aristas más oscuras del ser humano y las instituciones en tiempos convulsos.