Un mural fotográfico abarca toda la pantalla. Aparecen fotos en sepia de las víctimas fatales de aquel 8 de octubre de 2006, en la ruta 11 altura Santa Fe. Tras una premisa que es bandera y remera -“Todos fuimos, todos somos, todos podemos ser”— cada imagen va pasando al frente, acompañada por un nombre único debajo. Del “Soy Benjamín” al “Soy Julieta”. Del “Soy Federico” al “Soy Juli”. Del “Soy Lucas” al “Soy Justine”, y así, devienen rostros, nombres y recuerdos de aquellas chicas y aquellos chicos del Colegio Ecos, que perdieron la vida mientras volvían de hacer el bien en un colegio rural de Quitilipi: El Paraisal. Conmueve verlos sonreír. Indigna saber que ya no podrán, por la irresponsabilidad de un par de locos de la ruta. “Soy Federico”. “Soy Lucas”. “Soy Nico”. “Soy Daniela”. “Soy Delfina”. “Soy Mariana”, sigue el spot, mientras una frase que ellos mismos escribieron en la pared de la escuelita chaqueña retorna como un eco permanente: “Sabernos juntos nos hace fuertes”.
Así comienza la conmemoración del decimocuarto aniversario de la tragedia, y la única diferencia con las demás (que incluyeron, entre otros escenarios, dos Obras y tres Luna Park) es que esta vez tiene que ser on line. Virtual. Con ojos anónimos mirando y escuchando de cerca, tras un monitor. La primera voz es la del actor Luciano Cáceres. La segunda, la de la conductora Gabriela Radice. “Desde hace catorce años, ´Conduciendo a Conciencia´ trabaja en una pandemia silenciosa: los siniestros de tránsito”, recuerda ella, sobre la labor de la Fundación que se generó con el fin de evitar que hechos así se sigan produciendo. La sombra de una guitarra proyectada en la pared, claro, predice lo que todos saben: la conmemoración del “Día del Estudiante Solidario” será con música. Centralmente a través duplas que, en principio, se iban a mantener en secreto para revelar in situ como sorpresa, hasta que la ansiedad de algunos organizadores las desclasificó antes de tiempo.
La primera la forman el cantautor correntino Yacaré Manso y Sol Mihanovich. La canción que eligen es “La sombra y el sombrero”. Es acústica. Es mansa. Es de fogón. “Monte, sol y silencio… de pueblo”, frasea Yacaré. “Zamba, carnaval, bicho carroza y sauce”, sigue ella. “Crece con el sol, un árbol nuevo”, confluyen ambos. Lindo páramo sonoro. Preciosa melodía para, aunque sea, atenuar el dolor de las heridas abiertas. O para escuchar en vez de clavarse un vaso de whisky al volante. Alejandro Lerner y Andrés Giménez conformar el segundo dúo. Tocan “Luna”, canción que el ex Soluna compuso tras el nacimiento de su primera hija. Las dos calaveras que el cantante de A.N.I.M.A.L tiene detrás miran fiero, como amenazando a alguien que ose no ponerse el cinturón al manejar. Como un mensaje subliminal, pero al revés. Tercer dupla, ninguna sorpresa: Juan Baglietto-Lito Vitale. Bellísimo el paseo que hacen por “Las cosas tienen movimiento”. Cracks del streaming ambos, provocan un brote de emociones mediante esta canción que recuerda por contexto a otras tragedias: Malvinas, Dictadura, Obediencia Debida, Punto Final, 2001, y sigue acá, bondadosa al punto de facilitarle a Vitale un fraseo de voz desde el piano con Baglietto al lado, y salir airoso.
Cuarto tándem. León Gieco, imparable fogonero de la causa, calza guitarra y armónica para la enésima versión de “La Memoria”, esta vez junto a las chicas de Eruca Sativa. No será su única aparición, claro. Más adelante lo hará junto a Sol Mihanovich y Magdalena Fleitas para encarar a cielo abierto “Todos los días un poco”. Con Los Raviolis, para activar “La cultura es la sonrisa”. Con Sandra Vázquez en viola eléctrica para sorprender a propios y extraños con una visita bien pero bien rockera, rabiosa, de “Maria del Campo”. Tal dupla -pero con Vázquez en armónica-- suma a Los Tipitos, en beneficio de “El fantasma de Canterville”, y luego cambia blusera y banda por Piñón Fijo para reaparecer –vía León, obvio- a través de una simpática visita por “Solo le pido a Dios”. “De tomar conciencia de la conducta de cada uno también depende el futuro de todos”, señala el payaso cordobés hacia el final del tema.
León también habla. “La tragedia del 8 de octubre tocó el corazón de familiares, educadores, periodistas y artistas”, reflexiona en voz alta, mientras mira el horizonte viajando. “Así comienza mi vínculo con la causa que continúa hasta el día de hoy, para que todos entendamos lo que implica conducir a conciencia”. A tono, una de las madres del dolor (Alba Sáenz, la de Fede) destaca: “Nuestros hijos nos dejaron una huella: darle para adelante”, sostiene ella, mientras imágenes televisivas de archivo muestran las primera marchas, los primeros conciertos y la voz de Luis Alberto Spinetta… otro de los principales militantes de Conduciendo. “El mensaje es ´cuidá al que tenés al lado´… es tu amigo, puede ser tu hermano, tu novia, lo que sea, pero cuidalo, cuidá la vida”, sugiere el querido Luis, durante una entrevista que la Fundación le hizo en 2009.
Vuelta al hoy. Vuelta a la música. Es el turno de Tabaré Cardozo: “El odio a las personas pobres tiene un nombre: ´Aporofobia´”, explica él, antes de una puesta algo diferente de su murga Agarrate Catalina. Una zamba (leguero, guitarras y voz) y la introspección que logra esta versión desenmugarada de veras que es sorpresiva, no tanto por el mensaje sino por la forma, por el vestido que tal conlleva. Alto momento. Tanto como el de la copla que canta un pibe de una de las escuelas rurales del impenetrable chaqueño, donde también suele llegar la Fundación para arrimar alimentos, materiales escolares y herramientas de trabajo. La recaudación de este concierto colectivo, en rigor, será donada para abastecer de alimentos y demases a unos dos mil alumnos de dieciocho escuelas rurales, y generar recursos para tres hospitales del norte del país. El cálculo global da que ya se asistieron a 55 escuelas, además de muchas salas de primeros auxilios.
A por ello va entonces el resto de las duplas. El plan de la mariposa y Perotá Chingó, a través de una sinérgica pieza (pop-rock + acordeón) llamada “El túnel de la vida”. También otra que, tras un mensaje sólido y contundente (“Nadie muere por no atender un celular, pero muchos mueren por atenderlo mientras conducen”) funde las voces de Teresa Parodi y Ligia Piro en beneficio de “Barro tal vez”, zamba eterna del eterno Flaco. Sostenidas por el trío Spatocco-Cánepa-Furió (piano, contrabajo, batería), entregan a la causa una fina visita al tema, jazzerita en las partes de Ligia, folklórica en las de Teresa. El primus inter pares del rock argentino vuelve a reaparecer en la armónica de Franco Luciani, el bajo de Javier Malosetti y la batería de Tomás Sainz, exótica formación que extrae del más lindo arcón de perlas una de Pelusón of Milk llamada “Lago de forma mía”, pero en clave instrumental. Hacia Luis también viajan Los Auténticos Decadentes, Juanchi Baleirón y Mano Custodio, con “Seguir viviendo sin tu amor”
Por su parte, uno de los “pares” del rock argento (Charly García) se corporiza en Leo García y el tipito Walter Piancioli. Ambos le manotean a los tempranos setenta “Amigo, vuelve a casa pronto”, de Sui Generis. Tras ello, Inés Estévez narra el poema llamado “Jóvenes corazones”. La imagen se traba un poco –puede fallar--, pero la cosa pronto vuelve en sí cuando Kevin y Miranda Johansen se suben a un escenario y, con banda, recrean “Es como el día”. Pobladísimo streaming a esta altura. A la altura en que Dante Spinetta y Andrés Giménez cantan a dúo “Soltar”; Hilda Lizarazu, hace lo propio con “Amapola”; y los Tipitos con “Por qué”, del disco Armando Camaleón. El tema porta una frase clave: “Justicia es un anhelo que a veces / No desemboca en la verdad”. Es por los desaparecidos, pero vale para las casi seis mil víctimas fatales que causan los accidentes viales por año, en la Argentina. El final, obvio, es con una versión colectiva de “8 de octubre”, canción emblema que Gieco y Spinetta, en un arrebato primal del alma, entregaron a la causa. “Abrazo y corazón / mi grito es el de tu voz / viento y libertad / mi huella es la de tu andar…”. El final, con ambos grabando la versión original en el estudio, hizo piantar un lagrimón.