El fútbol televisado en cualquiera de sus variantes siempre ha sido un producto concentrado en pocas manos. Torneos y Competencias (TyC) lo controló en tiempos de Carlos Avila. Entre 2000 y 2002 la mejor tajada de los derechos se la comió el fondo texano Hicks, Muse, Tate & Furst que ponía los partidos en la pantalla de la desaparecida cadena PSN, una estafa de vida efímera. También lo manejó el grupo Clarín a través de TSC (Televisión Satelital Codificada) que les pagaba a los clubes lo que se le antojaba. El Estado se lo arrebató al oligopolio que conduce Héctor Magnetto durante el gobierno de Cristina Kirchner y se alió con la AFA. Turner y Fox se quedaron con las imágenes en la gestión de Mauricio Macri y ahora es Disney –dueña de ESPN y adquirente de la señal Fox Sports en marzo de 2019– la propietaria de este negocio que lejos está de ser un sistema de reparto.

La fusión de la principal compañía de entretenimiento del mundo con su cooptada Fox fue rechazada por la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia (CNDC) que la declaró nula porque restringiría o distorsionaría la competencia. En Brasil, México e incluso EE.UU también le pusieron freno a la marea desatada por este trust al que ya le corren quince días para que presente una nueva propuesta en la Argentina. El ente que depende del ministerio de Desarrollo Productivo, la CNDC, sugirió que el gigante Disney-Fox tendría ahora siete de las nueve señales deportivas básicas, además de Fox Sports Premium que transmitía hasta antes de la pandemia los partidos de la Liga Profesional de Fútbol.

En la página web de la Comisión que preside Rodrigo Luchinsky, doctor en Derecho Mercantil por la UBA, se explica qué es una concentración económica: “una operación en la que dos o más empresas que han sido independientes entre sí pasan a depender de un centro unificado de decisión y dirección o celebran acuerdos que tengan por finalidad la transferencia, integración o combinación total o parcial de sus negocios o activos”.

La resolución de la CNDC que Disney todavía puede revertir en la Justicia sostiene: “Estos considerandos figuran en el Dictamen CONC 1692, Informe de Objeción acerca del Expediente N° EX-2019-16590632, del ex Ministerio de Producción y Trabajo caratulado "Conc.1692 - The Walt Disney Company y Twenty-First Century Fox, Inc S/Notificación Art. 9 De La Ley N° 27.442”.

El fútbol televisado, el principal insumo de la industria, le hubiera permitido a Disney controlar casi todos los activos importantes del espectáculo deportivo, incluídos los que estaban en manos de Fox: en la región esta última tenía los derechos de transmisión de la Copa Libertadores, la Liga de Campeones de Europa, la Bundesliga y la Fórmula 1. Esa oferta de contenidos sería aplastante para cualquier competidor.

Ahora la compañía cuestionada tiene quince días para efectuar las consideraciones que crea oportunas y ofrecer “soluciones que puedan mitigar los potenciales efectos sobre la competencia que surgen del presente informe de objeción”. También ordena la CNDC convocar a una audiencia especial para considerar las medidas que Disney y Fox sugieran con el objetivo de que se cumpla con la orden oficial en la que se define a la fusión como perjudicial “para el interés económico general”.

Una fuente del gobierno que trabaja en temas de este tipo le dijo a Página/12 que “el dictamen estaba dando vueltas desde marzo, quedó como planchado, y aunque no se iba a aprobar la fusión, tampoco se había asumido anunciarlo hasta este momento”. Finalmente la Comisión de Defensa de la Competencia sacó su resolución que rechaza la fusión de los dos gigantes de Estados Unidos en la Argentina. En ella sostiene que “el poder de negociación de la entidad fusionada también estaría reforzado por el hecho de contar en su portfolio de señales con Fox Sports Premium, que cuenta con la exclusividad de la mitad de los partidos de la Superliga Argentina de Fútbol, torneo de mayor relevancia del fútbol a nivel nacional”.

Si hubiera prosperado la simbiosis entre Fox y ESPN, el producto de semejante alianza se quedaría con la gran mayoría de las transmisiones deportivas. Un objetivo que de manera momentánea consiguió frenar la CNDC con su decisión contra los grupos concentrados.

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