“Fue pensar un festival de nuevo”, resume Joaquín Almeida cuando se le pregunta sobre los desafíos de cara a una nueva edición del Festifreak, que dirige a cuatro manos junto a Juan Pablo Ferrer. Lo de nuevo abarca múltiples facetas, puesto que si bien el foco evento platense –que se este año sopla 16 velitas- seguirá puesto en aquellas películas que exceden la convención, se escinden de la norma e invitan a descubrir formas diferentes de hacer, ver y pensar el cine, la pandemia obligó a una mudanza al terreno de lo virtual. Es así que desde este viernes y hasta el 31 de octubre habrá más de un centenar de films –entre cortos, medios y largos– provenientes de todo el mundo disponible en la plataforma Festhome TV, a la cual se ingresa mediante la web del festival (festifreak.com). El acceso será libre y gratuito para los usuarios de la Argentina, quienes sin embargo tendrán la posibilidad de colaborar con un pago voluntario.

“Tuvimos que aprender a usar en tiempo récord toda la tecnología necesaria para armar el festival de otra forma, que denominamos híbrida, porque habrá una sección especial que se verá en el Filmhuis Cavia de Ámsterdam, otras que ideamos especialmente para entornos virtuales en espacios reales y la mayoría serán absolutamente virtuales”, agrega Almeida, para quien este nuevo formato representa una oportunidad única para buscar nuevos públicos: “Nos propusimos sacar lo mejor posible de esta desgracia que es la pandemia. Estos nuevos canales de comunicación nos van a permitir llegar a un público nacional. A su vez, podemos ponernos en contacto con gente que está muy lejos geográficamente de forma mucho más fácil. De alguna manera, pretendemos que algo de todo esto quede para cuando volvamos al modo presencial, que es nuestro elemento natural. Que todo este esfuerzo no sea en vano ni un simple experimento, sino un aprendizaje”.

Esta nueva dinámica híbrida, avisa un manifiesto publicado en la web, tiene por delante el desafío de “llevar obras a las pantallas hogareñas sin que esto represente un delivery de films”. ¿De qué manera, entonces, la virtualidad condicionó los criterios de programación? Responde Juan Pablo Ferrer, compañero de tareas de Almeida: “Nos parecía aburrido hacer un 'copiar y pegar' del formato presencial, por lo que intentamos pensar una programación para ser vista por streaming. Comenzamos a preguntarnos cómo organizar y producir un evento especialmente para este formato, y por eso el programador Marcos Migliavacca fue curando diferente secciones que tienen un sentido propio. La cartelera se va a ir modificando diariamente, es decir que cuando se estrenan algún títulos se bajan otros. Proponemos una lógica para disfrutar todo el festival, y eso lo diferencia de la idea de simplemente liberar un número de películas en una web sin ningún tipo de orden ni contexto”.

El epicentro de la programación estará en una muestra internacional compuesta por 53 películas distribuidas en 10 secciones breves, mientras que la de cortos internacionales alcanza los quince films, misma cantidad que la competencia argentina de cortos. En la de largos nacionales, por su parte, hay siete títulos, varios de ellos con un más que interesante recorrido previo. Desde el Festival de Mar del Plata llegarán Those That, at a Distance, Resemble Another, de Jessica Sarah Rinland; De la noche a la mañana, de Manuel Ferrari; La botera, de Sabrina Blanco; y Las poetas visitan a Juana Bignozzi. El Festifreak enmarcará la prémiere mundial de ¿Qué hago en este mundo tan visual?, de Manuel Embalse, así como también la primera exhibición en Latinoamérica de Minga, de Malala Lekander, y el debut de local para Caperucita roja, de Tatiana Mazú. “El festival siempre buscó especialmente películas que se animaran a tomar riesgos tanto narrativos como formales. El de la competencia es un espectro diverso, y eso en cierta manera la enriquece más”, cuenta Ferrer.

La botera, de Sabrina Blanco

Uno de los apartados clásicos es Las musicalizadas, el espacio donde artistas de la escena emergente platense imaginan un nuevo soundtrack para películas de la era silente, que ante la imposibilidad de realizarse de manera presencial tendrá una dinámica distinta. Habla Ferrer: “Con Nahuel Lahora, el programador de esta sección, pensamos cómo resolver este tema y surgió la idea de utilizar cámaras 360°, lo que permitirá al público mover la mirada en todas direcciones y tener una experiencia sensorial diferente a la que se tenía en el auditorio o teatro. Esto nos permitió desplazarnos a nuevas locaciones y que jueguen un papel importante los sonidos del lugar, la naturaleza y los cambios de iluminación”.

Igual de clásico es FestiFreak Expandido, que año a año indaga en las hibridaciones, interactividades y performances que rompen los cánones habituales del lenguaje audiovisual, y en esta ocasión presentará 19 obras y una intervención de CliC Colectivo de Live Coders. “Esta sección se verá virtualmente aquí, pero también de manera presencial en el Filmhuis Cavia, un cine de la contracultura de Ámsterdam fundado en 1983 por un movimiento de okupas y dirigido actualmente por voluntarios. Nuestra idea es que este intercambio continúe luego de la pandemia, que sigamos haciendo cosas en simultáneo y este formato híbrido siga, con menos virus, pero más freak”, concluye Almeida.