Este domingo culminará formalmente la visita de la misión del Fondo Monetario Internacional (FMI) a la Argentina. Si bien se espera que haya agenda lo que queda del fin de semana, tomando en cuenta la percepción de todos los actores que se vieron con los enviados de Kristalina Georgieva, queda un balance con dos ejes centrales: en primer término, la visita fue un primer round de conocimiento e intercambio para entender la realidad local de boca del Gobierno y diferentes factores de poder. En segundo lugar, los interlocutores aprovecharon lo protocolar para tomarle la temperatura al organismo y percibir el clímax de lo que se vendrá en cuanto a la negociación por los 44 mil millones de dólares deuda pendientes y las pretensiones del Fondo.
En este último punto está lo más jugoso. “Este un FMI distinto al de los ’90, al de los 2000 y al de Macri”, contó a Página I12 un alto dirigente sindical que se sentó en la reunión que los enviados mantuvieron con la cúpula de la CGT, en las oficinas de la UOCRA. De todo el periplo local, esa parada fue una de las más interesantes desde lo simbólico. Los sectores del trabajo tuvieron de primera mano una sensación que el Gobierno, en la persona del ministro Martín Guzmán y el encargado de la relación con el Fondo, Sergio Chodos, ya conocían con antelación.
Como los empresarios de la Unión Industrial (UIA), la central obrera que conduce Héctor Daer observó que, a priori, la idea histórica del FMI de reclamar ajustes más allá de las condiciones internas de los países deudores, mutó en comportamientos más contemplativos. Incluso, hubo autocríticas y silencios que otorgaron, cuando se planteó el tema del préstamo millonario que el Fondo le dio a la gestión de Mauricio Macri.
“Se hacen cargo de la aberración, y admiten que no era sustentable socialmente”, contó un dirigente industrial a este diario, respecto al crédito a Cambiemos. En la conversación con la CGT, esa posición quedó aún más de manifiesto con coincidencias totales de diagnóstico de los sindicatos y Julie Kozak, directora adjunta del departamento del Hemisferio Occidental del FMI, y Luis Cubeddu, jefe de misión para Argentina.
Hasta hubo algún guiño a que la decisión de respaldar a Macri fue una política de altas esferas, más que una posición del board del Fondo. Los sindicalistas conocen bien esa historia: en las misiones de la era Cambiemos, le avisaron al italiano Roberto Cardarelli y a Trevor Alleyne, que también estuvo en las reuniones de estos días, que la plata, además de ser un apoyo político, iba a terminar en la fuga. El tiempo les dio la razón.
Con los ministros del Gabinete, las reuniones giraron en torno a mostrar lineamientos generales del plan económico a futuro, el Presupuesto y las alternativas de algunos sectores estratégicos, como la energía, clave para la generación de divisas, una de las preocupaciones del FMI. Puertas adentro de Hacienda vieron la misión como un contacto muy primario. “Para que haya títulos en los diarios ya va a haber tiempo”, se sinceró una fuente interna.
En el termómetro del Gobierno la negociación será ardua, pero en términos más racionales que en otras ocasiones. Y en la Casa Rosada valoran un dato fuerte: que, en este primer contacto, los sectores de poder se alinearon atrás de la idea oficial sobre la deuda. Y que, más allá de diferencias naturales entre las fuerzas del capital y el trabajo, la lectura fue la misma: un arreglo rápido, sin alterar el plan económico, ni reformar condiciones laborales o afectar la actividad. Para el Gobierno, sostener esa premisa será la pulseada central.
La otra curiosidad de los encuentros fue la valoración de todos los sectores de la figura de Kozak, una especie de cisne negro en el Fondo. La economista estadounidense, de buenos vínculos con Chodos, es una defensora a ultranza de los controles de capitales, una rareza a ese nivel. Es uno de los cuadros de confianza de Georgieva y entiende el juego internacional de la política. Trabajó muchos años en la Alemania de Merkel y conoce a Guzmán desde antes de la función. En particular, también tuvo reuniones con el padrino político del ministro, el Nobel Joseph Stiglitz, justo cuando arrancaba el lobby argentino por el mundo y las sillas europeas del Fondo, con el objetivo de lograr el respaldo en la negociación con bonistas privados. “Es la jefa, y tiene todo claro”, describió un sindicalista que charló con ella.
Este viernes, los enviados mantuvieron reuniones por Zoom con algunos legisladores del oficialismo y la oposición, pero el hermetismo en torno a la agenda de la visita fue una constante. El partido recién empieza.