La Agencia Federal de Inteligencia (AFI) dio para todo durante la gestión de Mauricio Macri: espionaje a opositores políticos y a dirigentes del propio espacio, vigilancia a los familiares de los tripulantes del ARA San Juan e incluso venta de armas dentro de la institución. Sin embargo, Gustavo Arribas desconoció cualquier ilegalidad sucedida dentro de la Agencia durante el tiempo en el que ejerció como director general y se presentó como víctima de una persecución política. Durante la declaración indagatoria ante el juez federal de Lomas de Zamora Juan Pablo Augé, Arribas buscó despegar a su amigo Mauricio Macri y cortar el hilo por lo más fino de la estructura de inteligencia.
La indagatoria de Gustavo Arribas no llegó a los 40 minutos y más que indagatoria fue un monólogo, ya que no aceptó responder a las preguntas del juez ni de los fiscales. Antes de que arrancara se calzó los anteojos para mirar el ayudamemoria que tenía a su izquierda y al que recurría cada tanto para enfatizar en el discurso que quería dar ante el juez Augé, que lo seguía del otro lado del Zoom. “Nunca cometí ni ordené cometer delito alguno, ni dispuse algún tipo de espionaje”, le dijo al magistrado. “Tampoco recibí ningún pedido u orden de esta naturaleza”, agregó el exSeñor Cinco.
La única orden que Arribas podría haber recibido tendría que haber sido de Macri, quien en 2015 lo convenció para dejar Brasil y hacerse cargo de la AFI. La elección del entonces presidente no estuvo motivada por la preparación de Arribas en el mundo de la inteligencia, sino porque era “el más vivo, el más desconfiado, el más acostumbrado a las trampas”. Por eso no extraña que Arribas haya aclarado que no hubo órdenes del Ejecutivo. De los 18 casos por los que pretendían indagar a Arribas, hay uno que pone especialmente en duda que no haya habido un pedido directo: el del espionaje a la hermana menor del entonces presidente, Florencia Macri, y a su pareja, Salvatore Pica.
Arribas no se detuvo en los casos de espionaje que le achacan, que van desde Cristina Fernández de Kirchner hasta a dirigentes de su propio espacio como Horacio Rodríguez Larreta, Diego Santilli, Emilio Monzó y Nicolás Massot. Sólo negó que haya ordenado espiar a Graciela Camaño y a Luis Barrionuevo, como surgía de un mensaje que un tal Colo -- presumiblemente Alan Ruiz -- le había enviado al espía Leandro Araque. También dijo que la fecha de los seguimientos al periodista de La Nación Hugo Alconada Mon -- que fueron en 2018 -- no coincidían con la época en la que él había publicado sobre la vinculación del entonces jefe de la AFI con el caso Odebrecht.
Hacia abajo
Los fiscales Cecilia Incardona y Santiago Eyherabide acusan a Arribas al igual que a Silvia Majdalani, Alan Ruiz (director de operaciones especiales) y al exdirector operacional de Contrainteligencia Diego Dalmau Pereyra de haber sido los jefes de una asociación ilícita que usó la estructura de la AFI para el espionaje político. Como Arribas no puede desconocer su lugar en la cima, apunta a decir que no hay mensajes directos entre él y los espías que salían a la calle a hacer los seguimientos, lo cual es absolutamente obvio en una estructura piramidal como la de la agencia de inteligencia.
En Lomas, los fiscales investigan a un grupo de integrantes de la AFI que se sumaron, en su gran mayoría, a la exSIDE durante la gestión Macri. Un número importante de ellos fueron en comisión desde la Policía de la Ciudad. El grupo, conocido como Súper Mario Bros, por el nombre de un chat que compartían, usaba como base un departamento en la zona de Mataderos que la AFI alquilaba a una de las integrantes del equipo. Otros de los acusados, que fungían como analistas, trabajaban directamente desde la base de Contrainteligencia en Villa Martelli.
Aunque Arribas podría descargar en su número dos, no lo hizo. Era ella quien tenía a su cargo todo lo que sucedía en Contrainteligencia. Sin embargo, el exdirector general remarcó que los agentes declararon haber recibido órdenes para tareas de espionaje político por parte de Alan Ruiz, un funcionario del Ministerio de Seguridad de Patricia Bullrich, que se sumó a la AFI para mayo de 2018. El escándalo del espionaje al Instituto Patria privó a Ruiz de un nombramiento como director de operaciones especiales, pero sí quedó a cargo del grupo de los Súper Mario Bros. “El Señor Ruiz no tenía una dependencia jerárquica conmigo. Yo no tenía trato con él”, remarcó Arribas.
La de Arribas fue la última de las 24 indagatorias que tomó Augé. Pocos aceptaron declarar y menos aún responder preguntas. Los últimos tres indagados, Arribas, Majdalani y Darío Nieto, dijeron sentirse víctimas de una persecución política. Majdalani, quien por su responsabilidad no puede desconocer lo que sucedía en Contrainteligencia, habló de cuentapropismo o de "autoemprendimientos" para describir lo que está surgiendo en la causa. Ahora, los fiscales deberán resolver en los próximos días si piden los procesamientos. Hasta el momento los únicos procesados por el espionaje ilegal durante en el macrismo son Arribas, Majdalani, Ruiz y Martín Coste -- el último director operacional de Contrainteligencia del macrismo. Pero, sin lugar a dudas, la pelea que más le interesa a Arribas y compañía es sacar la causa de Lomas y llevarla al territorio seguro de Comodoro Py.