La pregunta que insiste en distintos foros ya no es ¿"Qué hacer"? (Lenin) sino "¿Cómo hacer?". Cuando se describe la potencia del Capitalismo en su reproducción ilimitada y en su nuevo propósito de gobernar las almas, cuando se capta que el Neoliberalismo constituye una seria alteración antropológica donde el ser humano se convierte en el "Homo Economicus ", una condición que intenta hacer de cada existencia un capital humano, la pregunta por las condiciones transformadoras de la política se vuelve tan grave como atravesada por serias incertidumbres.
El diseño de la subjetividad capitalista se revela como ajena a todas las coordenadas simbólicas que conocíamos. La subjetividad capitalista desconoce los legados históricos, se desenvuelve en un presente absoluto, es indiferente a las lecturas históricas y no entiende ni quiere saber nada de proyectos políticos.
De tal modo, que cuando hablamos de "batalla por el sentido "o "batalla cultural ", aunque sigan siendo actividades vigentes, las mismas están sostenidas por supuestos narrativos que se van erosionando en sus puntos de anclaje. El poder actual que emplea a las derechas ultraderechizadas carece del límite que sostiene a la cultura y al sentido, ámbitos que por su estructura dependen siempre del límite. En cambio, la reproducción del Capital se rige e impone por lo ilimitado, por la destrucción de las barreras del pudor, la vergüenza, la verdad, la ética y el uso público de la razón.
En semejante horizonte el problema creciente es que a los representantes del poder no les interesa más sostener tal o cual programa de sentido o de cultura. Su narrativa se inspira en el contrasentido y en la anticultura porque su propósito principal y pragmático es despolitizar a la población, sumar distintos enjambres subjetivos constituídos en la increencia y el rechazo de lo político.
Un verdadero síntoma histórico de esta cuestión es que el único discurso proferido por un representante de Estado que se ha atrevido a caracterizar la época de un modo radical es la última encíclica de Francisco "Fratelli Tutti". En ese discurso, de un modo implícito se admite que la política ya no puede desde ella misma introducir una transformación emancipadora. Cuando Francisco propone suprimir el gasto militar para dar lugar a un fondo mundial contra la pobreza, eso si aún sigue siendo política, confina con una teología de la Salvación. Esa encíclica se enuncia en el tiempo histórico donde la política ya no puede interrumpir el curso ilimitado de los algoritmos, los flujos mediáticos de las fake news, el devenir incesante de distintos dispositivos que pueden provocar la desaparición del mundo de la vida que trazó un trayecto espiritual desde Grecia hasta la Modernidad y sus revoluciones igualitarias. Actualmente la política no encuentra el ámbito donde los mitos salvadores y redentores teñían con su impronta los grandes levantamientos y el deseo de insumisión que posibilitaban los grandes cambios del imaginario colectivo.
Podrá aún la experiencia de lo político establecer una relación de frontera con la Salvación? Sería la condición imprescindible para emancipar a la humanidad de lo ilimitado del Capitalismo y volver a representar el límite que permita pensar lo verdaderamente radical: aquello que merece ser conservado para encontrarnos en la Igualdad.