"Nosotros tenemos que dejar de ser el ala progresista de un partido conservador", cuenta Alberto Fernández que le dijo Néstor Kirchner allá por 2000, refiriéndose al peronismo. "Creo que ahora tenemos que ser nosotros mismos, tenemos que lanzarnos a construir nuestra fuerza. Al primero que se lo digo es a vos, porque no hay nadie más en Buenos Aires que me ayude. Si vos me decís que no, no puedo hacer nada", recuerda el ahora Presidente que lo invitó. Desde aquella "audacia" (o locura, leída desde aquel presente) en tiempos del Grupo Calafate, en una historia que se extiende hacia adelante y hacia atrás, el recién editado Néstor, el hombre que cambió todo reconstruye eso que su título enuncia: la irrupción de un político argentino que llegó para transformar, y que dejó huella.
El publicista y productor de cine y televisión Jorge "Topo" Devoto --quien produjo las dos películas sobre Néstor Kirchner, también El camino de Santiago y Tierra arrasada-- tuvo a su cargo esta edición, aunque el suyo es sólo un retrato de NK, entre muchos. Comienza en 1987: "Me habían pedido que viajara a ayudar 'a un compañero que quiere ser intendente' como candidato a intendente de Río Gallegos", recuerda. "Trabajar con un candidato al que yo no conocía no me entusiasmaba. Pero la casualidad quiso que nos encontráramos en el avión, y un par de horas después, cuando tocamos tierra, yo ya estaba convencido de seguirlo adonde fuera".
Junto a este retrato íntimo que culmina con una escena conmovedora --la despedida final en Calafate, cuando llegaron cientos de trabajadores mineros y pidieron llevar sus restos hasta el mausoleo-- están los de muchos otros y otras. Desde el Presidente o el papa Francisco, pasando por Evo Morales, Rafael Correa, Hebe de Bonafini, Estela de Carlotto, Taty Almeida, o Juan Gelman, Teresa Parodi, Pedro Saborido, dirigentes sociales y sindicales, hasta el custodio de NK, un amigo de la familia o el Padre Lito de Calafate.
"La editorial Planeta me planteó hacer un libro sobre Néstor, contando mi historia con él, de tantos años. Y la verdad que iba a ser una mirada muy sesgada. Pensé que Néstor merecía el punto de vista de todos los que transitaron su vida, desde sus primeros años en Santa Cruz, su paso como estudiante y militante en La Plata, sus años de intendente, gobernador, presidente. Eso contrapropuse y eso salió: un libro con muchas miradas sobre Néstor", define Devoto la edición.
Esas miradas son también las de Fernanda Raverta, Victoria Montenegro, Alicia Castro, Oscar Parrilli, Jorge Taiana, José Manuel Zelaya, Víctor Hugo Morales, Aljandro Dolina, Wado de Pedro, Cuervo Larroque, Juan Cabandié, Agustín Rossi, Hugo Yasky, Carlos Kunkel, Víctor Santa María, Sergio Urribarri, Eduardo Fellner, Angel Maza, Hugo Moyano, Edgardo Depetri, Juan Carlos Alderete, Jorge Sapag. El intendente de Itizaingó, Alberto Descalzo, o el exintendente de Florencio Varela Julio Pereyra, que recuerda que en 2001 NK le dijo: "Si algún día llego a ser presidente, vamos a hacer el mejor hospital en Florencio Varela".
"Por supuesto que me enorgullece que en este libro esté la voz del papa Francisco, a quien le pedí sus palabras en algún correo electrónico, no con mucha esperanza, y de inmediato envió una carta manuscrita, y ofreció la homilía que hizo el día de su fallecimiento", dice Devoto. "Pero sobre todo me conmueven los recuerdos de la gente sencilla, cómo permanece Néstor en ellos. Me quedo con esos relatos de personas a las que les llegaba al corazón, como el niño violinista de la película, Facundo". Aquel a quien NK conoció en Jujuy, cuando le acercó una carta donde le decía que no tenía un instrumento para seguir estudiando. El niño no sólo tuvo un violín de Miguel Angel Estrella, ya siendo un joven también fue invitado a tocar el himno en la apertura de las sesiones ordinarias del Congreso en 2013.
El lazo que NK siempre mantuvo con la juventud, y la importancia que le dio a su participación política, se traduce en algunas de las voces que dejan testimonios (que son solo algunas entre tantas posibles, porque el libro no podía tener 500 páginas, aclara Devoto). "El se ponía contento cuando veía a pibes en los actos, en las marchas, cuando los veía participar en política. Siempre me decía: ¿viste allá, los pibes, viste esa columna? Ese dato era clave para él. Por eso me parecía importante que estuviese Fernanda Raverta, Wado, el Cuervo, que fueron los primeros que se acercaron en 2001, 2002, a Néstor. Y después Juan, que es simbólico, porque lo conoció en la Esma en el famoso acto, y porque Néstor y Cristina tuvieron mucho que ver en todo su camino de restitución".
El incansable e imparable, el que contagiaba entusiasmo. El chiquilín y bromista. El "hacedor infernal". El del "gran olfato político". El que tomó decisiones clave sin dudar, mientras alrededor le recomendaban más cautela. Todos esas caras de Néstor Kichner aparecen retratadas en los recuerdos. También la relación con Cristina Fernández, el complemento de personalidades muy fuertes, pero en algunos puntos opuestas. "Siempre imagino que Cristina sería la alumna aplicada del primer banco, almidonada, la que a cada pregunta levantaba la mano: ¡yo, señorita! Y Néstor el que tiraba tizas de atrás, con el guardapolvo todo manchado", compara Devoto, basado en años de gran cercanía con ambos.
Varias anécdotas en el libro respaldan la comparación, pero también avanzan en el tipo de relación de entendimiento mutuo y consulta permanente, no excenta de roces y desacuerdos, que establecían también en la política. Hay un recuerdo de Alberto Fernández, cuando NK se largó a anunciar que sería candidado a presidente a la prensa, que lo abordó tras su encuentro con Rodríguez Saa. "Cristina nos recibió de mal talante. Le dijo a Néstor que del ridículo no se volvía. A mí me responsabilizó porque le iba a hacer perder a Néstor la provincia y por haberlo metido en ese berenjenal. La señora que trabajaba en la casa había preparado milanesas con papas fritas. Cristina se levantó y nos dejó comiendo solos. Y allí quedamos, como dos pibes almorzando en penitencia".
"Cuando era intendente iba por la calle y se fijaba en cada bombita quemada, anotaba. Era muy intenso. Cristina era la formal. Néstor el que te ponía cinco sobres de azúcar en el café cuando te dabas vuelta. Eso siempre lo conservó. Recuerdo que la primera visita a España, le explicaron una y otra vez el protocolo, a quién saludar, cómo, cuándo. Llegó el momento e hizo todo exactamente al revés. Si le criticabas el traje cruzado con mocasines te decía: ¿pero quién sos, Ante Garmaz? Era un tipo muy simple, y un obsesivo del trabajo. Un convencido que convencía a todos. En la gestión, el almacenero que llamaba a Lavagna a la mañana y a la noche y anotaba los datos en el cuadernito. Un diferente", lo evoca Devoto.
"Uno lo lamenta, lo llora, lo extraña. Pero fue de esos tipos que se jugaron la vida, y la hicieron bien. Esa gente que el tiempo que le toca vivir, lo vive a pleno, en el momento que le toca. Porque a Néstor no había manera de contenerlo. Así vivió, con esa entrega y esa convicción", concluye Devoto.