El séxtuple campeón Lewis Hamilton vio la oportunidad y no la dejó escapar. Su compañero de Mercedes, Valtteri Bottas, estaba ya sintiendo los problemas en su unidad de potencia, esos que lo obligarían a abandonar el Gran Premio de Eifel, cuando el británico vio que agarró complicado la última curva que lo tuvo como puntero, en la vuelta 13: el finlandés bloqueó, y ahí nomás, prendido como estaba sobre quien había hecho el sábado la pole, el del número 44 lo adelantó.
Hamilton se aferró a esa punta, la que se le negó en Rusia por las penalizaciones que lo dejaron afuera de la lucha, porque no quiso dejar insatisfecha ni un segundo más esa ambición por alcanzar la gloria. Y eso fue lo que hizo el gran campeón apenas superó a Bottas y quedó líder desde entonces hasta el fin, cuando cruzó la bandera a cuadros y consiguió igualar el dorado récord del alemán Michael Schumacher como el máximo ganador de la Fórmula Uno, en un abrazo imaginario para los dos más ganadores del Gran Circo, con 91 victorias cada uno.
El emblema del movimiento Black Lives Matter en la máxima categoría del automovilismo debió esperar al circuito en las tierras de su escudería -en el circuito de Nürburgring, en Alemania- para alcanzar la cúspide de los más vencedores. El holandés Max Verstappen, arriba de su Red Bull, no pudo acercarse al británico ni siquiera cuando, a poco más de diez vueltas del final, el auto de seguridad se entrometió en el final en Eifel.
Daniel Ricciardo fue el otro que celebró a lo grande: el piloto australiano, con su tercera colocación, le devolvió a Renault un podio en el Gran Circo, algo que la escudería no conseguía desde 2011.
El coronavirus, la pandemia y los protocolos sanitarios no evitaron la emoción que pobló la mejor escena de la jornada en Alemania. Tras la victoria, y después de permanecer Hamilton unos segundos conmovido en el interior de su auto, fue al encuentro del hombre de Mercedes una persona muy especial. Mick Schumacher, joven piloto e hijo del histórico Michael, fue a buscar a Lewis y, en un intercambio de palabras seguramente sentidas pero que no llegó a captar desde el inicio la televisación, entre barbijos y distancias, le entregó un casco perteneciente a su padre. Lo que sea que se dijeron antes de que el micrófono se acercara, eso primero que no se oyó, le sumó al momento un halo memorable y conmovedor, como una metáfora de que las palabras no pueden explicarlo todo. Se oyó decirle al británico que ese gesto significaba mucho para él y que era un honor. También la tímida felicitación de Mick. Sólo hubiera faltado un abrazo entre ambos, vedado por estos difíciles tiempos de pandemia.
La grilla puntuable, tras el podio en Eifel, se completó con el siguiente orden: Sergio Pérez (Racing Point), Carlos Sainz (McLaren), Pierre Gasly (Alpha Tauri), Charles Leclerc (Ferrari), Nico Hulkenberg (Racing Point), Romain Grosjean (Haas) y Antonio Giovinazzi (Alfa Romeo).
Más allá de las emotivas imágenes que sucedieron a la carrera, una vez que Hamilton firmó con su nombre la victoria y el empate al récord histórico del piloto alemán, el Gran Premio en tierras germanas fue muy atractivo y tuvo varias figuras, aunque el británico fuera su protagonista.
Una nueva gran actuación de Charles Leclerc, al mando de una de las pobres Ferraris con las que la escudería lidia esta temporada, dejó en claro la mano del monegasco para volver a meterse entre los puntos y quedar a tan sólo cinco unidades del quinto puesto del campeonato de pilotos, posición que ocupa momentáneamente Checo Pérez. Justamente una escena con el mexicano en Nürburgring lo dejó a la vista este domingo: como siempre, el talentoso joven de la casa de Maranello resisitó varios giros los embates del hombre de Racing Point, que lo intentaba rebasar con un mejor auto y con superior ritmo de carrera. Le costó varios intentos al mexicano y, aún cuando logró superarlo, Leclerc se defendió y recuperó su lugar, aunque nomás fuera por unas pocas curvas hasta que la desigual lucha entre monoplazas hizo lo suyo y dejó escaparse a Pérez.
La lluvia, esa que anuló completamente la actividad del viernes, amenazó pero finalmente no se concretó en la jornada del Gran Premio, que tuvo otros condimentos que lo llenaron de color. Es que Hamilton no fue el único que entró en la historia en Alemania, en la fecha 11 del calendario de la máxima: Kimi Räikkönen, a bordo de su Alfa Romeo, se erigió como el piloto con más carreras en la Fórmula Uno. Con 323 largadas, el finlandés superó la marca histórica del brasileño Rubens Barrichelo, aunque fueron varias veces las que dejó en claro que no le da importancia a la estadística.
El alemán Nico Hulkenberg, elegido como el piloto del día en la encuesta de la Fórmula Uno, fue otro que tuvo un fin de semana inolvidable. Afuera de las pistas desde esta temporada, el valioso comodín de Racing Point llegó en reemplazo de Lance Stroll -quien se bajó por un problema estomacal-, pero no alcanzó ninguna práctica y salió directo en la clasificación: finalizó 20º y, tras largar en esa posición, cerró su paso por Eifel en la octava posición.
Seguramente Lewis Hamilton habrá lamentado, en Sochi, no haber alcanzado el hito de Schumacher en su primera oportunidad, porque pocos deportistas de hoy son voraces como este enorme campeón. Y, sin embargo, parece que la tierra del inolvidable y único dueño de siete títulos en la máxima categoría lo estaba esperando para coronarlo allí. Pasaron 13 años, 4 meses y un día del primer triunfo de Hamilton en la Fórmula Uno, pero allí también estuvo presente Schumacher, tal vez como un guiño a este domingo soñado para el británico. Porque aquel día, a sus 22 años y en el Gran Premio de Canadá que lo subió a lo más alto del podio tan sólo en su sexta carrera, Ralf Schumacher, hermano de Michael, finalizó octavo, en un calendario que sería el último suyo en el Gran Circo. En esta victoria 91, para Hamilton, estuvo presente Mick. Y en su corazón de fierro estará siempre Michael... Porque, como dijo este domingo, es uno más de esos que crecieron idolatrándolo.