Alberto Fernández tenía 17 años y ya conocía a Leopoldo Bruglia porque estudiaba con su hermana. Mantuvieron una relación durante toda la vida y es por eso que cuando el hoy Presidente, por entonces sin cargo público, se enteró de la decisión del expresidente Mauricio Macri de trasladar a dedo al magistrado del Tribunal Oral en lo Criminal Federal N° 4 de la Capital Federal a la Cámara Federal porteña lo invitó a almorzar al restaurante Novecento. La intención del ahora primer mandatario era disuadirlo de lo que creía era un paso en falso.
Según pudo averiguar PáginaI12, el diálogo que mantuvieron dos conocidos de siempre, ambos hombres del derecho, fue el siguiente:
--Leo, no aceptes el traslado. Macri no te está ascendiendo para premiarte, sino para manejarte. No entiendo por qué siquiera lo estás considerando.
--Es que es muy importante para mi carrera, Alberto. Jubilarse como camarista no es lo mismo que jubilarse como juez.
A la luz de los hechos de público conocimiento, Bruglia no tomó la recomendación de Fernández y aceptó un traslado cuya sospechosa legalidad hoy tiene que definir la Corte Suprema de Justicia.
Más allá de lo viciado del procedimiento, lo que está en discusión también para muchos es la legitimidad de Bruglia para ocupar un cargo como camarista, habida cuenta de que nunca se presentó a un concurso para poner a prueba su capacidad para ocupar un puesto de tanta jerarquía y responsabilidad. Y ese nunca incluye su designación como juez.
Sucede que el nombramiento de Bruglia como magistrado de cámara de los tribunales orales en lo criminal federal de la entonces Capital Federal se dio el 6 de septiembre de 1993, en pleno meneminismo, por decreto del Poder Ejecutivo Nacional y gracias a la recomendación del entonces ministro de Salud del menemismo Eduardo Bauzá. Porque Bruglia tuvo un paso por la política: manejó la Dirección de Sumarios de esa cartera en la época de grandes escandaletes como la estafa de los guardapolvos. Cabe destacar que todavía no se había creado el Consejo de la Magistratura y las designaciones de magistrados eran discrecionales.
Pero ahora sí hay mecanismos claros para transparentar los nombramientos en la justicia e intentar que los cargos sean ocupados por los mejores hombres y mujeres, que además de estar preparados sean independientes de los otros poderes porque si acceden a sus puestos de un modo transparente y meritocrático no le deben favores a nadie y pueden actuar, aunque queda claro que no siempre lo hacen, cumpliendo la independencia interna y externa a la que están obligados por su función.
Por eso fueron tan escandalosos los traslados a dedo de Mauricio Macri. "Imaginate qué puede sentir un juez que llegó a su cargo por concurso, que se se quemó las pestañas estudiando, cuando ve que hay magistrados en el 2021 ascienden a dedo", comentan en Casa Rosada.
Quién es Leopoldo Bruglia
Militó en el radicalismo en los ochenta, pero cayó en el desencanto cuando el gobierno de Raúl Alfonsín promovió las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. En 1990, versátil, llegó al Ministerio de Salud y Acción Social bajo la conducción de Eduardo Bauzá. Allí manejó la Dirección de Sumarios.
Antes de su paso por la función pública, Bruglia transitó una carrera de casi quince años en el Poder Judicial, donde puso un pie por primera vez en 1975. Tuvo cargos desde meritorio hasta secretario de juzgado en el fuero criminal federal, de donde decidió irse para trabajar en una empresa privada. Le gusta jugar al fútbol con amigos y seguir a Ferro, el equipo del que es hincha.
Nació en Buenos Aires en junio de 1955 y cursó la secundaria en la Escuela Nacional de Comercio N° 3. Se recibió de abogado en la Universidad de Buenos Aires (UBA) en 1984. Ingresó en la Justicia federal en febrero de 1975, con menos de 20 años de edad. Trabajó durante casi 10 años en el Juzgado Federal N° 2 porteño, en el tuvo como jefes a los jueces Ernesto Botto y Miguel del Castillo. Se fue de Tribunales en 1988 para trabajar en el sector privado: fue jefe del Departamento de Asuntos Legales de la empresa Crédito Dinámico SA durante un año y medio.
Como juez de tribunal oral tuvo a su cargo el juicio por el caso del avión de LAPA y la causa por sobreprecios en la Casa de la Moneda, en la que fue condenado el ex funcionario de Menem Armando Gostanián.
Hoy se aferra a un ascenso a dedo que promovió el expresidente Mauricio Macri y su destino está en manos de la Corte Suprema de Justicia, que más temprano que tarde deberá definir la cuestión de fondo sobre su traslado, el de Pablo Bertuzzi y el de Germán Castelli.