Lo dicen todos los que jugaron allí y coinciden los médicos: “La altura no es joda”. Las estadísticas también lo cantan con voz clara: en las últimas eliminatorias Bolivia sacó 17 puntos en La Paz, y sólo uno como visitante. De local, le ganó a Venezuela, Perú, Paraguay, Argentina y Chile, empató con Ecuador y Brasil, y perdió con Colombia y Uruguay. De visitante igualó con Chile y cayó en todos los partidos restantes. 

Los 3.600 metros sobre el nivel del mar del estadio Hernando Siles de la capital boliviana, son el principal obstáculo que deben enfrentar los rivales, relegando a un segundo plano el aspecto futbolístico. Es cierto que la capacidad técnica de los jugadores influye (hoy no hay cracks de la talla de Erwin "Platini" Sánchez, Marco "El Diablo" Etcheverry o Milton Melgar), pero el aliado número uno de los bolivianos está en las dificultades de adaptación de los que llegan desde el llano.

En la altura escasea el aire, hay menos resistencia por la baja de la presión en la atmósfera, y eso provoca una situación irregular. Los jugadores por lo general sufren fatiga precoz, tienen dificultades para recuperar oxígeno, y sienten que se les acelera la frecuencia cardíaca. Casi nadie se salva de los dolores de cabeza y algunos sufren vómitos, deshidratación o insomnio. A no todos los afecta por igual, porque también influyen los factores psicológicos, pero la realidad es que ahí arriba nada es normal para ningún futbolista.

La acetazolamida es una droga que se receta,  entre otras cosas, para el llamado “mal de montaña”, y su uso sería muy recomendable para los que llegan desde el llano, pero ocurre que está en la lista de sustancias prohibidas, en los controles antidoping. Otro remedio que algunos han utilizado para la altura es el sildenafil, popularizado como viagra. 

La WADA (Agencia Mundial Anti-Doping) no lo considera prohibido y dice que es baja la probabilidad que estas drogas ejerzan efectos beneficiosos sobre el rendimiento deportivo, en alturas inferiores a los 4.000 metros, donde se desarrollan la mayor parte de las competencias. O sea, sirve pero para más de 4.000 metros y no se juega con esa altitud en ningún lado.

La pregunta del millón es ¿qué es lo que más conviene, llegar sobre la hora del partido, intentar una rápida aclimatación de dos o tres días o tomarse el tiempo necesario, que serían tres semanas? Esto último es lo más aconsejable. La adaptación ideal- dijo alguna vez el doctor Néstor Lentini- es de una semana por cada 1.000 metros de altura, vale decir que se necesitaría casi un mes, algo que hoy todos descartan por cuestiones operativas. 

Hay un solo antecedente con la llamada "Selección fantasma” en las eliminatorias clasificatorias para el Mundial de Alemania. En 1973 se formó un equipo B ( jóvenes Kempes, Fillol y Bochini , entre ellos) que bajo las órdenes de Miguel Ignomiriello estuvo 35 días en la Quiaca, antes del partido en La Paz, que finalmente se ganó 1-0 con un gol de Fornari. En aquellos tiempos las eliminatorias no eran de todos contra todos. En el '69, Argentina, que jugó con Bolivia y Perú, había perdido 3-1 en La Paz y eso influyó mucho para que se quedara afuera del Mundial de México. En el '73 disputó un triangular con Paraguay y Bolivia, y aseguró su clasificación con aquella victoria en la altura.

Lo que más se acostumbra, de todos modos, es instalarse en Santa Cruz de la Sierra y llegar unas pocas horas antes del partido. En la eliminatoria para Sudáfrica 2010, Argentina, con Maradona como técnico, llegó sobre la hora y perdió catastróficamente 6-1. También se llegó a último momento en la eliminatoria para el Mundial de Brasil (1-1) y las de Rusia (0-2). 

Messi es el único del actual plantel que jugó con la camiseta celeste y blanca en la altura. Estuvo en la goleada de 1-6,  y antes de Brasil 2014. Y es uno de los que más se siente afectado por dolores de cabeza y malestar general. En esos dos encuentros jugó muy por debajo de su nivel.

Lionel Scaloni decidió quebrar con la costumbre del viaje relámpago, y Argentina voló dos días antes del encuentro directamente a la capital boliviana. Parte de la idea de que no hay fórmula infalible, y que se evitan los trámites burocráticos del viaje con escala. 

Por otra parte, también sabe Scaloni que en la altura los jugadores deben dosificar el esfuerzo, los centrales no deben ir juntos a cabecear en los córners, los laterales deben pasar poco al ataque, no hay que presionar la salida rival,  y ninguno debe correr pelotas que parecen perdidas. En definitiva, es consciente de que un empate no sería un mal resultado, teniendo en cuenta que, de las diez veces que Argentina jugó por eliminatorias en la Paz: ganó tres, empató dos y perdió cinco.