El equipo de Peligro de Wolf volvió a las andadas. El aburrimiento por la falta de partidos domingueros nos llevó a viajar nuevamente en el tiempo. Y la proximidad de la fecha nos permitió cubrir el llamado descubrimiento de América:
LA PREVIA:
Era el encuentro de dos culturas, el definitorio, el histórico, era la final de la Copa Intercontinental 1492. El representativo americano, integrado por los indios, recibía al equipo español, liderado por su capitán, Cristóbal Colón. El crédito de Génova intentó conquistar América, pero los americanos no se la hicieron fácil.
BANDERAZO PARA DESPEDIR A COLÓN:
El equipo de marineros concentró en Puerto de Palos. Desde allí partió la caravana de tres barcos rumbo al estadio americano. La despedida de la barra brava en tierra fue descomunal. Varias decenas de seguidores incondicionales del Almirante se apostaron en la dársena del mencionado puerto y armaron un banderazo inolvidable. Hubo mucho color, banderas y canciones para darle el último apoyo al equipo de Don Cristóbal, antes de partir a Las Indias. El cántico más escuchado fue también entonado a viva voz por los propios marineros:
“Yo te quiero, Genovés.
A vos te sigo, vos sos mi guía.
Siempre te voy a apoyar.
En carabelas vamo’ a las Indias.
Vayas a donde vayas,
allí estaremos y eso nos honra.
Vamos, Colón, vamo' a demostrar
que la Tierra es redonda.
Vamos, Colón, no falles a tu hinchada.
La que te sigue en las Indias y en España.
Vamos, Colón, no falles a tu gente.
Descubrirás un nuevo continente.
Cuando al llegar, grités “¡Tierra a la vista!”
derrotarás... a los terraplanistas”.
EL ENCUENTRO:
Se disputó en un terreno de juego embarrado que restó vistosidad al partido. Los altibajos marcaron la tónica de un partido que comenzó de la mejor manera para los indios. En los primeros minutos, el equipo local logró inquietar a los europeos, una lluvia de flechazos produjeron un desbande en las filas españolas.
El cansancio acumulado en el viaje de parte de los visitantes motivó su falta de estado físico. Sin embargo, fueron esos flechazos de bienvenida los que parecieron despertar al conjunto de Colón. El estratega genovés propuso un juego cauteloso que terminó dándole el resultado obtenido. La mesura de los Hermanos Pinzón repartiendo a diestra y siniestra espejitos de colores consiguió adormecer el instinto ofensivo de los aborígenes, que terminaron entregados al hombre blanco. No hubo goles pero tampoco definición por penales porque los indios ni idea tenían sobre el significado de la frase “definición por penales”.
El encuentro significó la conquista de América para Colón y la obtención de la Copa Intercontinental de 1492. El viaje de regreso fue una fiesta, coronada por la felicitaciones de la Reina Isabel, el festejo interminable de la hinchada colonista y las emotivas palabras del Almirante: “Muchos dudaron en creer que la Tierra era redonda y que jamás llegaríamos a las Indias, pero yo les digo lo mismo que les dije a mi tripulación: que la gente crea porque tiene con qué creer".