“Lleven todo lo que quieran, que en el alma tengo más”, canta Susy Shock con poesía en la mirada. La cantante, performer y más, se dedica todos los viernes a desperdigar su arte desde Mu Trinchera hacia el más allá. A eso de las cuatro de la tarde, en Riobamba 143 empieza el ritual. La vereda se transforma en platea. Las persianas metálicas se suben. Las puertas negras se abren. Y detrás del ventanal aparece ella, que con una sonrisa de satisfacción y orgullo, se acomoda para empezar. A sus costados se sientan Caro Bonillo y Andrea Bazán, para acompañarla con guitarra y coros. Juntas hacen lo que llaman una Posta Sanitaria Cultural. La definen como “una irrupción artística en el espacio público”, para paliar las dificultades que atraviesa el sector cultural.
Si los teatros están cerrados, entonces decidieron que el arte debe salir a la calle. Y con las medidas y el distanciamiento correspondiente, ofrecen un poco de tango, milonga, chamamé, chacarera y zamba para un sólo espectador. Por supuesto, ventanal mediante, el asistente se ubica detrás del vidrio en un banco dispuesto especialmente para la ocasión. Susy lo mira a los ojos, le pregunta su nombre y le dedica una canción. Al finalizar, apoya tiernamente la palma de su mano sobre el vidrio. Del otro lado hacen lo mismo. Las palmas de Susy y del espectador casi pueden tocarse. Sólo el vidrio las separa. La distancia no. Después, otra persona se acerca y se repite la misma secuencia por, al menos, una hora.
El regalo es personalizado y a la gorra, pero también es para todos los que transitan el espacio, para los del barrio o simplemente para quienes desde algún vehículo pasan por ahí. Entre canción y canción los anfitriones del lugar ofrecen alcohol y piden mantener las distancias. En tiempos extraños de COVID-19, Susy cree que “es momento de reinventarse, de recrear y poner en discusión los paradigmas que nos trajeron hasta acá. Cuando decimos que el mercado nos enfermó y que el arte nos va a salvar también estamos poniendo en discusión no sólo una posibilidad de salida sino de recreación a esa vuelta”.
Pero el arte no es sólo cantar. También Susy se hace tiempo para recordar que lo de Diana Sacayán fue un travesticidio y que la situación cultural no da para más. Y esto lo hace porque no hay arte que no sea político: “Hay que avisarle al que dice que no le interesa la política que es el ser más político que existe porque está planteando un modo individualista naturalizar atrocidades. Siempre es político lo que decimos y elegimos”.
Las Postas Sanitarias Culturales se iniciaron hace varias semanas como respuesta frente a la crisis que está atravesando la escena cultural por la cuarentena. Las primeras tres tuvieron como escenario las puertas del Teatro Presidente Alvear, el San Martín y el Colón. Ahí hubo danza, canto y poesía. Después, las Postas se asentaron en el Mu trinchera Boutique (la casa de la cooperativa La Vaca). Y se transformaron en lo que son hoy. “En el mes de esta angustia, de esta paralización general, salimos a interpelar a esos edificios gigantes y llenos de presupuestos cerrados. Entendemos que es un momento complicado para la salud (no somos anti cuarentena) pero creemos que la cultura tiene que salir a la calle”.
También, teatros de distintos puntos del país se sumaron a la propuesta y realizan actividades en las puertas de sus espacios cerrados. Ya participaron el Colectivo Cultural Juninense de Junín, Elefanticomio Grupo Musical de Neuquén, Mi Tierra de San Clemente del Tuyu, El Piso, Casa Belgrado y Espacio Páramo en Ciudad de Buenos Aires, entre muchos otros. Todos en busca de nuevas formas de reencontrarse y comunicarse a pesar de los límites que impuso la pandemia.
“Es un momento crítico y el arte tiene que acompañar en este momento. Quienes tienen la responsabilidad de gestionar cultura en esta ciudad no lo están haciendo”, denuncia Susy. Y propone: “Debe abrirse un parlamento de artistas para que podamos proponer como salimos de acá o plantear las preguntas y las dudas a por qué llegamos hasta acá. Las representaciones han fallado. Desde las disidencias tenemos que generar otro modo de pensar para que le sirva a este mundo y a quienes quieren sobrevivir. Ya no hay más tiempo”.