El gobierno ruso informó ayer que el hombre que se inmoló en el subte de San Petersburgo, mató a 14 personas y dejó atrás otra bomba que no llegó a explotar era un joven ciudadano de 22 años de ese país de origen kirguís, Akbarzhon Dzhalílov. 

La Comisión Investigadora de Rusia (CIR), que confirmó un anuncio previo que había hecho el servicio de inteligencia de Kirguistán, explicó que identificó al joven a partir de análisis genéticos y las imágenes de las cámaras de seguridad de la estación de subte atacada. Con estos datos, la CIR concluyó que Dzhalilov fue responsable de los dispositivos explosivos, el que detonó y el otro encontrado por la Policía después.

El gobierno de Vladimir Putin condenó el atentado del lunes, lo calificó como “un ataque terrorista”, pero no sacó más conclusiones más allá de eso. 

El vocero del mandatario, Dmitri Peskov, aseguró ayer en una conferencia de prensa que el ataque representa “un desafío para el pueblo ruso y para el presidente, Vladimir Putin” y que cada acto terrorista que ocurre en el país es un desafío para cada ruso, incluido el jefe del Estado”. 

Peskov no habló de motivaciones, pero sí deslizó que el hecho de que Putin estuviera ayer en San Petersburgo, la segunda ciudad más importante de Rusia y su antigua capital imperial, “da que pensar”.

Horas después, la milicia extremista Estado Islámico (EI) difundía un mensaje de audio de 36 minutos y mencionaba a Rusia.  Al Hasan al Muhajir, el vocero grupo armado, que Moscú al igual que Washington y las principales potencias occidentales combaten en Medio Oriente, llamó a todos los seguidores del EI en el mundo a que “ataquen Europa, Rusia y Estados Unidos”, según reprodujo SITE, un portal especializado en monitorear a organizaciones islamistas en internet y las redes sociales. 

El mensaje no menciona al atentado del lunes en San Petersburgo. “La guerra contra nuestros enemigos es global”, sentenció el vocero del EI, durante el audio que se difundió en las redes sociales bajo el título: “Sean pacientes, la promesa de Alá es verdadera”.

Las autoridades creen que se trató de un atentado terrorista y no descartan que fuera de carácter suicida, dijo la portavoz del comité Svetlana Petrenko. Un hombre cuyos restos se han encontrado en el tercer vagón del tren podría haber detonado la bomba, dijo la investigadora. 

Ayer el gobierno de Putin no confirmó esa presunta hipótesis. “Todos saben que, lamentablemente, ningún país en el mundo es inmune al terrorismo. Pero eso no significa en absoluto que alguien vaya a debilitar la lucha contra ese monstruoso mal”, aseguró Peskov de una manera general. “Rusia, al igual que otros países, se encuentra en la primera línea de la lucha contra el terrorismo internacional”, afirmó, y agregó que “ningún país en el mundo ha podido hasta ahora en solitario derrotar al terrorismo”.

El canciller Serguei Lavrov fue aún más lejos y calificó de “cínico” calificar el atentado de “venganza” por la intervención rusa en Siria, como aventuraron anteayer algunos medios locales e internacionales. 

“El terrorismo es un crimen contra toda la humanidad y contra todas las religiones”, dijo el canciller ruso, quien llamó a aunar fuerzas contra el terrorismo internacional y dejar de utilizar a grupos terroristas para lograr réditos políticos, algo de lo que ha acusado más de una vez a su rival global, Estados Unidos. 

Pese a la cautela de Moscú, el EI ya golpeó una vez a sus ciudadanos. Hace un año y medio, el EI mató a 217 turistas rusos al derribar el avión el avión en el que viajaban sobre espacio aéreo de Egipto. El lunes, a las 14:40 hora local, una bomba estalló en un vagón que ingresaba a la estación Sennaya Ploschadel del subte de la ciudad de San Petersburgo. El ataque aún no ha sido reivindicado por ningún grupo armado. 

La cantidad de víctimas del ataque ascendió ayer a 14 muertos, mientras que los heridos son medio centenar, según informó el Ministerio de Salud ruso.

El atacante es un joven nacido en la república centroasiática de Kirguistán, otrora parte de la Unión Soviética, pero recibió en 2011 la ciudadanía rusa.