“Si Cristina Fernández de Kirchner no va presa, este país no tiene solución”, dice una señora en el Obelisco, desde la ventanilla de su auto, mientras grita y agita dos cacerolas en el aire. Su esposo, que está al volante tocando la bocina sin parar, agrega: “no existe el virus, eso es una farsa que inventaron ellos para tenernos presos a todos y hacer lo que se les canta el orto”. Una vez más, el sector de la oposición encabezado por Patricia Bullrich salió en caravana a manifestarse al Obelisco –con convocatorias en otros puntos del país– en contra del gobierno de Alberto Fernández. En esta ocasión, y al igual que en las marchas del 20 de junio y del 17 de agosto, los manifestantes repiten –casi de forma idéntica– discursos de odio centrados en la figura de la vicepresidenta. Distintos medios de comunicación también convocaron a la movilización y hasta pusieron la dirección de la casa de CFK, donde no se reunieron más de cincuenta personas (ver aparte).
Eduardo vino con su camioneta Hilux desde el barrio de Caballito y explica a este diario que “vengo a favor de la división de poderes y principalmente en contra de la impunidad de Cristina. Para mí el Gobierno está haciendo todo mal”. “No tengo miedo de venir porque prefiero arriesgarme al contagio a no defender la democracia”, aclara. Además, dice que no tiene miedo al colapso sanitario porque “el Gobierno de la Ciudad está haciendo todo bien”.
Hay quienes se las ingenian para “robar cámara”, algo que ya es un clásico de estas marchas opositoras. Uno de los manifestantes se acerca a los movileros con su careta de gorila. “Quiero que me digan que soy gorila. Porque estoy orgulloso. Ser gorila es estar a favor de la justicia, de los derechos humanos. No ser ladrón, no ser corrupto, no ser coimero. Vivo en Palermo, pago mis impuestos, no me puedo ir del país porque estamos encerrados, acuarentenados de por vida’, grita el hombre.
Cerca de las 18 un grupo de personas se agolpa, agita fuerte sus banderas y golpea con furia sus cacerolas: en el medio del tumulto se encuentra el auto de Bullrich que intenta avanzar por Carlos Pellegrini para llegar al Obelisco, el epicentro de la movilización. Si bien las consignas en redes sociales subrayaban la “independencia” de la convocatoria, alrededor del auto de la exministra de Seguridad los cánticos aclaman: “volveremos, volveremos, volveremos otra vez”, y “Pato presidente”. Lleva puesto un barbijo metalizado y una bandera de Argentina en sus hombros. Saca la mano y toca a todos los que se avalanzan contra el auto que ella misma conduce. Otros referentes de la oposición, como Elisa Carrió, prefirieron despegarse de la iniciativa. “No convoco a la marcha, cada uno según su conciencia. El que se radicalice está jugando en contra de la Argentina, ya sea por derecha o por izquierda”, marcó la cancha interna.
Al pie del Obelisco una señora mayor se ubicó con una reposera y desde allí gritaba. Se llama Yolanda, tiene 88 años y se define como “una conservadora de la época brillante de la Argentina, en la que gobernaba Alvear”. “Adoro a Patricia, pero creo que nos falta un líder. Ellos tuvieron al viejo inmundo ese de Perón y ahora a esta hija de puta”, expresa, en referencia a Cristina Fernández. Las hijas, dos rubias de unos 40 años, se miran y se ríen por la mala palabra que acaba de pronunciar la anciana desde su reposera. “Basta, basta, basta. No somos oligarcas. El problema de todo lo que pasa en este país es que el peronismo no dio educación”, afirma furibunda.
Otra de las constantes son los carteles con consignas disparatadas: “basta de Kuarentena”; “Kuarentena tapa Korrupción”; “politikos bájense el sueldo”, son algunas de ellas. También hay un señor que lleva en la frente un pañuelo azul que dice “ni un policía menos”. Una chica joven, en cambio, tiene puesto un barbijo rojo con la imagen de “el Presto”, el influencer que hace unas semanas amenazó de muerte a la vicepresidenta.
En el centro de la marcha hay un mini zeppelin que dice “Argentina y Venezuela libres”. Minutos antes de las 18.30 la movilización llega a su clímax con una suelta de globos celestes y blancos, que desata gran emoción entre los manifestantes: las señoras bailan sobre la 9 de Julio y las radios de los autos reproducen a todo volumen la voz del periodista Alfredo Leuco, quien días antes de la marcha difundió la movilización.
Si bien la mayoría de los asistentes, tal como adelantó en una nota el diario La Nación, son “baby boomers”, es decir, adultos mayores nacidos entre 1944 y 1965, también hay algunos jóvenes. Cinco se encuentran detrás de una bandera amarilla que dice “Somos libres. Pro-UBA”. Camilo es el líder de la agrupación y en diálogo con este diario detalla que “estamos defendiendo la libertad ante un gobierno autoritario que quiere avanzar en el crecimiento de un poder total”. Según explica, es estudiante de ingeniería y la agrupación tiene presencia en seis facultades de la Universidad de Buenos Aires. “Queremos que la empresa privada pueda crecer porque todos somos la empresa privada”, opina. Con respecto a la vacuna que se producirá en el país, expresa que “la produce un privado gracias a un convenio que generó Macri. No es logro del gobierno populista”. A la vacuna también le dedican algunos carteles. Uno proclama: “no estamos en Estado de sitio. Hay emergencia sanitaria, no me pueden obligar a vacunar”.