Fue una decisión del ex presidente Mauricio Macri dejar el poder antes de tiempo. Unas horas después de la marcha de este lunes contra el Gobierno, lo confesó en una entrevista con Joaquín Morales Solá: “El 11 de agosto, cuando terminó mi gobierno económico…”, aseveró en relación al resultado de las PASO, antes de dar una serie de datos falsos sobre la evolución de la pobreza y de evitar cualquier autocrítica sobre la manera de conducir la economía. 

La frase, que a priori surge como novedosa y refleja la despreocupación del ex mandatario por los destinos del país en los cuatro últimos meses de su mandato, no es desconocida para el mundo PRO. En los días posteriores a caer derrotado ante el Frente de Todos, Macri reunió a funcionarios de su círculo íntimo, les explicó que la elección estaba terminada y les ordenó ejecutar con piloto automático hasta entregar la banda y completar una gestión que, en los papeles, duró tres años y ocho meses.

En paralelo a ese mensaje, le pidió al entonces ministro de Economía, Nicolás Dujovne, que hiciera cuentas para ver qué medidas “populistas” se podían hacer para intentar atraer a lo que entendió como una clase media defraudada. Como corolario, les contó que esos cuatro meses de ocio y esparcimiento sin él en el timón, los dedicaría al plan remontada, que lo llevaría por todo el país apareciendo en las marchas del Sí, Se Puede, una épica que recortó puntos pero no logró redefinir un escenario que estaba claro. Según supo Página I12, l escucharon aquellas palabras el propio Dujovne, el jefe de Gabinete, Marcos Peña, y el candidato a vice de su fórmula, el ex legislador Miguel Ángel Pichetto, entre otros. 

“Tenemos un gobierno prestado”, aseveró Macri por entonces, para dar el puntapié inicial a cuatro meses de una transición anormal, no sólo por el abandono del timonel económico, sino sobre todo por cómo venían las variables generales incluso antes de las PASO. Dirigentes de su entorno confiaron a este diario que, como en la entrevista con TN, Macri creyó siempre en la existencia de brotes verdes previos a agosto, que se habrían marchitado recién después de su derrota en las primarias. “Lo que dijo en la entrevista es un calco de aquella fatídica conferencia de prensa el día después de ser vencido en las urnas, donde culpó a los votantes por no haber comprendido su idea". dijo a este diario una alta fuentes de Cambiemos. El ex presidente aún observa que el resultado de la elección es un regreso al pasado de una mayoría del país que no pudo darle tiempo para aplicar un plan económico propio. 

Con el resultado de la PASO puesto, el Jefe de Estado ya venía, además, de momentos de recriminarle a su mesa chica los sondeos y encuestas que le hicieron llegar en la previa. El más negativo aseveraba que, si había derrota de Cambiemos, sería por menos de cinco puntos. Con esas encuestas, casi ficcionales si se observa que le daban al macrismo un escenario igual o mejor que cuando el PRO derrotó a Cristina Fernández en 2015, también especularon los mercados. La semana siguiente a las PASO hubo una fuerte devaluación y un derrumbe de títulos y acciones argentinas. Realidades paralelas. 

El despido del alter ego

Con Macri haciendo la hoja de ruta de la gira recuperación, se anunció un paquete de medidas “de alivio” como la quita del IVA a los alimentos y un aumento del salario mínimo, entre otros puntos. Un paquete que buscó influir sobre un universo de 17 millones de trabajadores. El desembolso tuvo, además, otra justificación: con la derrota de Macri llegó también una caída más dura, la de la gobernadora María Eugenia Vidal a manos de Axel Kicillof. La situación económica en la provincia de Buenos Aires estaba tan degradada que, salvo los encuestadores, todos esperaban un aluvión de votos económicos en contra de la gestión de Cambiemos. El PRO entendió que recortando el malestar económico en terreno bonaerense, aún con Vidal en una tarea imposible, Macri podría recuperar algunos puntos perdidos a su favor. 

Aquel paquete de medidas de emergencia lo comunicó el propio Macri desde la residencia de Olivos, sin Dujovne. El 17 de agosto, casi una semana después de las PASO, quien ejercía como ministro pegó el portazo con una carta de renuncia que redactó a pluma compartida con Macri. Fue la formalización práctica de la voluntad del líder de Cambiemos de abandonar la ejecución de la política económica. Lo reemplazó Hernán Lacunza, ex ministro de Vidal, que ejecutó el piloto automático. "Le pidieron que lleve el barco a buen puerto sin sobresaltos", explicó alguien de su entorno. Lacunza tuvo como única tarea contener la crisis y le puso la rúbrica a un cepo cambiario que sigue hasta estos días y que es producto, paradójicamente, de aquella apertura total a la compra de divisas que hizo el primer ministro de Economía de Macri, Alfonso Prat Gay.