Gregory Porter sacó un nuevo disco. All Rise se llama el trabajo en el que el cantante y compositor californiano, una de las figuras del lado más jazzístico de la música internacional, propone canciones propias, lujosamente arregladas y espléndidamente interpretadas. Una variedad que entre Jazz, funky, soul y góspel va más de cierta mirada crítica hacia el orden social que Porter supo exponer en álbumes anteriores, para hacer bandera del tema del amor en sus distintas posiciones y del impulso de la confianza. Producido por Troy Miller, arquitecto del sonido de artistas como Amy Winehouse, Calvin Harris y Rag'n'Bone Man, el sonido de All Rise se sostiene en el despliegue orquestal y las intervenciones del coro, puestos al servicio de una expresividad variada, amigable y siempre atractiva. La voz profunda del cantante, de claroscuros tiernos y sentimentales, tiene la particularidad de que aun en sus momentos de mayor expansión no pierde su aura intimista. Porter pertenece a la selecta raza de los que aunque su público se cuente en millones, sabe cantar para cada uno. Si para Woody Allen la música de Richard Wagner incitaba a invadir Polonia, no es menos profundo y mucho menos resulta insolente pensar –o mejor aún: sentir– que la de Gregory Porter invita a preparar un Dry Martini.
“En All Rise se sintetizan las influencias que atraviesan mi música. Hay jazz, soul, blues, y el góspel, que para mí es imprescindible. Todo eso está allí, tanto en la composición como en el mensaje general del disco, que creo que es de optimismo, de fe en el amor”, dice Porter al comenzar un Zoom con Página/12. “Desde el título del disco pensé en el público escuchando y sonriendo. Si hay un mensaje político en esta idea de música que intento transmitir tiene que ver con la idea de igualdad, de respeto mutuo”, agrega Porter. Después de Nat King Cole & Me, (2017), un disco dedicado a uno de los ídolos de su juventud, el cantante regresa a las canciones propias, manteniendo un marco orquestal destacable. “Creo que mi carrera es una combinación de trabajos con orquesta y con mi banda tocando jazz. Traté de conectar la orquesta de la tradición europea y mi banda con un sonido soul. Y creo que logré una buena mixtura”, sostiene.
- ¿Apuntar al amor en estas canciones fue elección o necesidad?
- Cuando empiezo a componer nunca se sobre qué voy a escribir. Evidentemente el tema del amor apareció por necesidad. La necesidad es una gran palabra, me encanta. Sí, definitivamente el amor es necesario para mí y mi optimismo sobre el amor es orgánico. Optimismo y amor son recurrentes en muchas de mis canciones, desde mis primeros discos.
- ¿Compusiste las canciones pensando en la orquesta?
- Cuando escribo las canciones estoy pensando solo en piano y voz. Luego se pueden sumar muchas cosas, que es lo que hicimos. Pero también puedo tomarlas tal como vinieron, e inclusive hacerlas más pequeñas. Me encanta hacerlo. A muchas de estas canciones las imaginé con cuerdas, y estuve muy pendiente de cómo se iban “vistiendo" mientras hacíamos el disco. Nada vino de afuera, yo espere la llegada de cada sonido que obtuvimos. Mi intención no era sonar grande ni hacer un disco pop. Solo quería lograr que las canciones sonaran del modo en que yo las escuchaba, y eso es lo que pasó.
- Decías que cuando compusiste las canciones pensabas en gente disfrutando, sonriendo, bailando. De golpe el mundo cambió y no están dadas las condiciones para la música en vivo. ¿Cómo te llevas con el streaming?
- El streaming está ok, pero toda mi música está preparada para el vivo. Por eso también mis discos continúan por mucho tiempo. No es una explosión y luego nada, mi música es de largo aliento. Así que bueno, vamos pasando este tiempo de streaming, pero ya desde el título All rise, es un disco para escuchar todos juntos. Eso en una situación normal, pero bueno, nos encontramos separados, escuchando música solos, a veces en nuestros teléfonos. De todas maneras confío que esa intimidad conduzca al “nosotros” que está expresado en el disco. Apuesto a esa capacidad de la música y de lo que hay depositado en ella.
- Dijiste alguna vez que cuando eras niño, escuchar tu voz te tranquilizaba. ¿Cómo fue tu infancia?
- Fue una niñez muy turbulenta. Vivía en Bakersfield, California, entre muchas mudanzas y mucha violencia racial. Pero me sentí protegido por mi madre, una mujer muy fuerte, que siempre estaba allí para decirnos que éramos iguales a cualquier hombre y que no pertenecíamos a nadie. Todo lo que está bien en mi música, desde la poesía hasta el mensaje, viene de ella, que practicaba el optimismo del amor, que era una persona que creía en la gente. Creía que había redención para todos. Mi optimismo es su legado y cuando hago mi música siento que soy yo y ella haciéndola.
- ¿Cómo vivís el racismo en estos tiempos, ahora que sos una celebrity? ¿Cómo analizás lo que está pasando en tu país?
- Es descorazonador pensar que hay toda una sociedad pensando que el racismo es cosa del pasado. No es así. Existe. Siento que el racismo encontró un nuevo confort en esta sociedad. Impulsado por diferentes líderes en el mundo, pero particularmente por mi presidente. Hay gente que hoy celebra la idea de la supremacía. Mi presidente la usa para su juego político corto, excitando a toda una nueva generación, llevando a un joven a creer que él es mejor que otros, solo por su color de piel. Y ese joven pensará de ese modo probablemente por el resto de su vida. Eso es un gran daño para mi país. Ya hemos visto a estos líderes carismáticos llevando a la población a un espiral de odio.
- ¿Aún así sos optimista sobre el futuro?
- Sí. Pensemos en los alemanes: toco mucho allí, y en lugares muy diferentes. Y veo a gente dulce en el público, caras sonrientes, aplaudiendo. Y pienso que tal vez sus padres hicieron cosas horrorosas. Tal vez en este mismo hermoso lugar en el que estamos, pasaron situaciones muy feas. Fui, por ejemplo, al Estadio Olímpico, en Munich, donde pasaron cosas espantosas y hoy es hermoso. Creo que grandes grupos de gente pueden hacer mejor las cosas que quienes los antecedieron. Algo bueno de (Norte) América es que nos movemos rápido. Tan pronto como saquemos a este tonto que tenemos en la oficina, creo que podremos retomar un camino más decente.