Un poema de Marianne Moore describe la naturalidad con la que el hipopótamo se sube a la orilla para vivir la experiencia del sol, es un movimiento danzado, preciso, libre de tensión. Esa emancipación corporal es la misma que dibujó Tove cuando creó las primeras líneas curvas de sus Mumin, la familia de troles escandinavos parecidos al hipopótamo que la convirtió en una celebridad, en “la María Elena Walsh finlandesa”. Libertad y movimiento que también aparecen en el afiche de TOVE, la película que cuenta su historia y que después de exhibirse en el festival de Toronto se acaba de estrenar en Finlandia.
En la imagen publicitaria la actriz que interpreta a Tove (Alma Pöysti) da una salto mientras baila, la acompañan una pollera acampanada (a Tove le encantaba bailar) y una sombra que aparece detrás de ella pero que en lugar de sombrear su silueta muestra la de uno de sus Mumin. Alegoría resuelta. Hija de artistas (madre ilustradora, padre escultor) nació en Helsinki, hablaba sueco (minoría lingüística en su país), publicó su primer libro de relatos cuando era una adolescente, fue ilustradora y caricaturista política en diarios y revistas, mostró menos cuadros que los cuadros que pintó y creó a sus Mumin en medio de la desolación horrorosa de la posguerra (La gran inundación, 1945).
Una historia para niñxs (y adultxs) que cuenta las aventuras de una familia bohemia que vive en Mumindalen (el valle de Mumin) con la velocidad del humor que no le teme a la seriedad; si alguien quería saber si eran ricos la madre decía que no en el modo en que lo preguntaban. El árbol genealógico de los Mumin se enlaza con los nombres que completan la biografía de Tove: un romance en los años cuarenta con el filósofo y hombre de la política Atos Wirtanen, inspiró a su personaje Manrico; otro de sus amores, Vivica Bandler, una directora de teatro casada, es Vifelán en el mundo Mumin (una criatura diminuta idéntica a Tofelán, inspirado en sí misma) y la artista gráfica Tuulikki Pietilä, su gran amor, es Tutiqui en la saga. Tuulikki Pietilä y Tove vivían en Helsinki pero pasaban los veranos (fueron más de treinta veranos y a veces se iban en mayo y volvían en septiembre) en Klovharu, su isla en el golfo de Finlandia. Una pequeña isla con una cabaña, una radio como único contacto con el mundo tras aguas, casi sin árboles, con tormentas amenazantes y provisiones que solo traían los barcos. Decía, nadando con una corona de flores en la cabeza, que tal vez claustrofóbico para algunos era para ella un mundo infinitamente estimulante.
¡Qué niveladoras deben haber sido esas siestas mentales en la isla! La intemperie imaginaria es muy hospitalaria y estar a la expectativa del sueño es menos Novalis de lo que se cree. Tove creadora de un catálogo de criaturas míticas –hemulens, toffles, fillyjonks y hay más– dejó que los Mumin aparecieran en libros, programas de televisión, películas, peluches y demás inventos y hasta en la ópera (el musical Troll en las alas) pero nunca en el mundo Disney que quiso comprarlos en más de una oportunidad. Creó su propia compañía, Moomin Characters, que ahora dirige su sobrina, Sophia Jansson, la voz que habla de la excepcional libertad de su tía para tomar decisiones y para desafiar convenciones y en quien Tove se inspiró para imaginar a la pequeña Sofía de su novela, El libro del verano (1972), donde cuenta la historia de una abuela y de una nieta de seis años, de sus juegos y de sus secreteos en una isla. Es tiempo de conversar.