Un teclado Yamaha P-105, un micrófono Samson XP 150, una placa Steinberg CI 1 y una PC con Windows 7 le bastaron a Ángel Ziur para grabar, editar y producir en su habitación y con un sonido hi-fi el volumen 2 de Ninharia, gran capítulo cuarenténico de la trilogía craneada por este prodigio de 19 años al que el aislamiento, lejos de deprimirlo, lo empujó para acelerar su obra.
"Realmente la cuarentena me vino re bien. Venía con muchísimo stress y ansiedad, y que el mundo se pause un poco, por más que tenga un impacto negativo, me ayuda mental y creativamente. ¡El hecho mismo de tener tiempo! Y estoy más tranquilo, eso me permite enfocarme mejor. Soy bastante ermitaño", reconoce el creador de un disco que tiene desde rasgos más reconocibles (algo de soul, otro de funk, también R&B) hasta elementos que van de lo abstracto hasta lo incidental, casi como si fuera una música de película en la que las canciones inspiran escenas mentales.
"Tengo varios trucos compositivos, sobre todo para superar los problemas que surgen en ese proceso y poder inspirarme", explica Ángel. "Uno es inspirarme desde lo visual. Una de las cosas más maravillosas de la música es que puede ser romanticismo, realismo, impresionismo, puede ser cinematografía o fotografía. ¡Y también literatura! Hay un montón de elementos más allá de lo sonoro, pero que se pueden adaptar. Como traer cuestiones intrínsecas del arte a la música. Un ejemplo: el espacio negativo en la pintura, la forma adentro de la forma. Es como utilizar la fotografía imaginaria."
Hay otro detalle que Ziur observa efectivo en todo tipo de consumos culturales, no sólo los musicales: "La referencialidad siempre encanta cuando la persona que la escucha, o ve, la entiende. ¡Por eso Los Simpson garpan tanto! ¡Están llenos de referencias fácilmente identificables! Lo mismo tantas series y películas. Si bien no suelo establecer referencias a otros artistas, si no continuaciones de temas míos, me gusta usarlo. O bien tomar patrones rítmicos o melódicos de una canción e invertirlos para usarlos en otra".
"No soy bueno haciendo canciones felices"
"Nunca pensé cómo definirme", se sincera Ángel Ziur. Y no es bolazo: de chico empezó baile, después se metió en la escuela de artes visuales Rogelio Yrurtia, de Parque Avellaneda, donde aprendió pintura, escultura, dibujo y grabado. Pero lo que atomizó todo ese conocimiento disperso fue el piano, del que toma clases desde los 13 años. "Soy pianista, compositor y, en algún sentido, productor… aunque, por el momento, de mí mismo, ja."
Su segunda etapa de aprendizaje vino del lado de las compus, las placas y los sonidos: efectivamente, la producción. "Eso fue más por mi cuenta. Aunque ese por mi cuenta tiene implicancias: ves un video en YouTube y el algoritmo te empieza a recomendar relacionados. Es como el oído absoluto, en lo que creo que hay una especie de mito: ¿cómo podes nacer con esa habilidad si aún no sabés qué son las notas? Esto es un poco lo mismo: ¿cómo podés aprender de producción por tu cuenta si no conocés determinada terminología?"
El volumen 2 de Ninharia fue hijo de la cuarentena: "Tenía algunas canciones de antes, pero cuando comenzó el aislamiento empecé a componer mucho". La portada es una cara mixturada con las teclas de un piano, pero lo que lo define emocionalmente es el color violeta oscuro. "Tiene que ver con un 2019 y años anteriores de mucha tristeza. No soy bueno haciendo canciones felices."
Ninharia significa "bagatela" en portugués y es, al mismo tiempo, un homenaje velado a Luis Alberto Spinetta (quién grabó la canción Bagatelle en el disco Los ojos, de Los Socios del Desierto). Ángel reconoce numerosas inspiraciones, pero el Flaco es una de las fundamentales. La otra es Marina Ruiz Matta, pianista de tango y folklore, pero principalmente su mamá.
La saga de las bagatelas
El primer disco de la saga salió el año pasado. A diferencia de la gráfica violeta-oscura, el volumen 1 tiene la misma cara con las teclas de piano en un entorno beige, más luminoso. Son siete canciones, cantidad que Spotify califica como EP: "Aunque eso es discutible, ¡dura 35 minutos!", cuestiona Ángel.
Ziur, nativo digital criado en plena era de la producción digital y circulación virtual de la música, sigue prefiriendo publicar en formato "disco" aunque más no sea como una ambición orgánica y conceptual. Sin embargo, entiende que la clave está en circular la obra en forma de single. "Y no sólo porque no se consumen discos, sino porque mucha gente directamente no escucha al artista, sino a tal canción que está en una lista de reproducción variada."
"Si tu canción está en la lista de Spotify, eso te asegura una cantidad de reproducciones. Por eso está mucho más instalado el single, además de que genera más 'ventas'. Y también tiene que ver con la forma en la que las plataformas de streaming están configurando el modo en el que se escucha música. Hay toda una red conceptual que tenés que seguir para que lo que publicás sea lo más escuchado posible. Como a todo al mundo, me interesa saber cuál es el mejor modo para publicar mi obra."
Te considerás ermitaño. ¿Imaginás tocar estas canciones en vivo cuando vuelvan los shows?
--Ehmmm…. ¡no! Jaja. Va a ser un disco muy difícil de llevar a un escenario, al menos conservando su esencia. Se necesitarían sonidistas, plata, organizar bien las cosas… y yo soy bastante desorganizado en algunos aspectos. Me cuesta trabajar y publicar los laburos que van más allá de lo creativo. Tocar estos temas en vivo sería hermoso, pero a la vez difícil. Y no lo puedo hacer solo. Compensaré eso preparando el volumen 3 de Ninharia desde mi habitación.