La caja negra 5 puntos
Black Box, Estados Unidos, 2020.
Dirección: Emmanuel Osei-Kuffour.
Guión: Stephen Herman y Emmanuel Osei-Kuffour
Duración: 100 minutos.
Intérpretes: Mamoudou Athie, Phylicia Rashad, Amanda Christie, Tosin Morohunfola, Charmaine Bingwa.
Estreno: en Amazon Prime Video.
Deudora de los imaginarios creados por el cineasta Jordan Peele en sus exitosas películas ¡Huye! (2017) y Nosotros (2019), el universo de La caja negra, ópera prima del estadounidense de ascendencia ghanesa Emmanuel Osei-Kuffour, pone en escena una fantasía con mucho de paranoia, ambientada dentro de la comunidad negra estadounidense, aunque con la veta social mucho menos presente. Como en aquellas, los juegos especulares que aparecen cuando se aborda el arquetipo siniestro el doble vuelven a ser un elemento fundamental en la historia. En el mismo sentido, también se manifiesta de forma clara cierta tecnofobia estilizada que era una de las marcas más reconocibles de la serie Black Mirror.
Eso no quiere decir que la película de Osei-Kuffour (que como Juego perverso es uno de los primeros ocho títulos de terror rotulados Welcome to the Blumhouse que llegan a la plataforma Prime Video) esté a la altura de los trabajos de su colega o de los mejores capítulos de la serie británica. Pero establecer dichas conexiones sirve para identificar un anclaje estético claro. Que además parece ser el oportuno para abordar el drama de Nolan, un hombre que en un accidente de tránsito ha perdido a la esposa y la memoria. Sin saber bien quién es, su pequeña hija se encarga de recordarle cuáles son su historia, sus talentos y sus afectos. Pero en el vacío que ha quedado en su interior Nolan siente que hay algo que lo acecha y recurre a una reputada neuróloga para intentar recuperar sus recuerdos y junto a ellos, a sí mismo.
Es en ese territorio donde tiene lugar lo más denso del film. A partir de un trabajo que combina la hipnosis con una máquina llamada Black Box, la especialista buscará restablecer la conexión neuronal que debería traer de regreso el pasado que se le ha borrado a Nolan. En torno a la pregunta de cómo se constituye la identidad de una persona, jugando con la idea de que cuerpo y conciencia pueden ser escindidos para tener una existencia independiente, es donde la película de Osei-Kuffour se cruza con las de Peele y sobre todo con ¡Huye! La diferencia es que mientras ahí el asunto era utilizado como metáfora para representar los conflictos raciales y hasta de clase, en La caja negra todo eso apenas se manifiesta.
Aunque es cierto que en la película casi no existen personajes blancos, de todos modos cada vez que uno aparece es para exponer distintos conflictos que irán surgiendo entre Nolan y su vínculo con la sociedad. Será una mujer blanca la que le informa que no va a recuperar su trabajo y otra la que con mala cara lo amenazará con llamar a la oficina de protección infantil si persisten las desatenciones con su hija. Sobre ese surco, La caja negra avanza de manera más o menos sólida durante sus primeros dos tercios. Pero con la mira puesta en la ambición del final feliz, sobre el desenlace el relato comienza a vencerse, torciéndose para el lado de cierta sensiblería, quitándole potencia al remate.