El animador televisivo Raúl Portal falleció este miércoles a los 81 años, tras una serie de complicaciones en su salud, que venía aquejándolo desde un ACV que sufrió el año pasado. Es imposible recordar la figura de Portal sin contemplar la totalidad de una personalidad fangosa, esquiva y contradictoria, capaz de contener al humorista filoso de Semanario insólito con el más lúdico de Perdona Nuestros Pecados, pasando por el más blanco de Notidormi, hasta llegar al amante de los animales de El portal de las mascotas. La misma persona que, tiempo antes de ser popular, trabajó en el área de prensa del Ministerio del Interior entre 1968 y 1978, gobiernos militares mediante, que incluso reivindicó el último golpe de Estado, a la vez que nunca dejaba de profesar su amor por Cuba, o de ufanarse de su amistad con Mohamed Alí Seineldín o Jorge Altamira. El mismo Portal que defendió hasta sus últimos días al padre Julio César Grassi, condenado por abuso y corrupción de menores que estaban bajo su cuidado en la Fundación Felices los Niños.
Humorista “buena onda” y “optimista” en pantalla, de oscuridad viscosa fuera de sus creaciones, Portal fue rehén de su propio pasado y de una ideología que lo situó en lugares turbios. Antiperonista en su juventud, militante radical durante décadas, el comunicador nunca negó sus posiciones ideológicas. Amén de haberse hecho cargo de sus antecedentes, Portal siempre se defendió de las críticas desde el desconocimiento de lo que pasaba durante la dictadura. "No tengo arrepentimientos ideológicos porque la ideología es de buena fe. Uno tiene una ideología porque cree en eso. Aún los extremismos suponen una mística, un idealismo y una utopía. A los guerrilleros que dieron su vida no se los puede censurar. Y cuando dicen que adherí al proceso militar de alguna manera tienen razón porque yo no hice nada para defender a Isabel Perón. Es más, me alegré cuando la echaron. Soy uno de los millones y millones de argentinos que nos alegramos", reafirmó Portal su posición, en una entrevista de fines de la década del noventa.
Tras su trabajo como vocero del Ministerio del Interior durante la dictadura, Portal comenzó en los medios una carrera que lo iba a posicionar en las décadas del ochenta y del noventa como uno de los conductores más exitosos de la TV argentina. El primer éxito iba a llegar en 1982, cuando en el por entonces ATC fue parte de Semanario insólito, ese “noticiero” semanal, absurdo e irónico sobre la realidad que compartió junto a Adolfo Castelo, Raúl Becerra y Virginia Hanglin. Aunque sin la dosis de acidez del posterior La noticia rebelde, Semanario Insólito marcó las bases de una nueva manera de hacer periodismo en la pantalla chica, más descontracturado, criticando la solemnidad imperante y permitiéndose -aunque muy tenue y subrepticiamente- esbozar una crítica a los medios y a la realidad institucional del país.
Ya en democracia, Portal condujo ciclos que pasaron con más pena que gloria (como Misteriodismo y Los juegos del terror), hasta que a fines de la década revolucionó la medianoche televisiva haciéndose cargo de un horario periférico y convirtiéndolo en un extraño éxito. Su recordado Notidormi en ATC inauguró otra faceta de su personalidad: la de animador “buena onda”, desplegando un optimismo sin causa ni razón, en una suerte de conducción que en plena hiperinflación insuflaba un combustible espiritual que escalaba a la par de los alimentos. Fiesta de cumpleaños diaria, con globos, música y desorden incluido, Portal estaba acompañado por el perro Tristonio (que oficiaba como contracara de la “alegría” del ciclo), una “Profesex” propia de la época e invitados de distintos ámbitos que solo tenían una condición para ser parte: ponerse una nariz roja de payaso.
Aquél Notidormi -sin el cual años más tarde, tal vez, no hubiera existido la versión humorística de Showmatch- llamó tanto la atención y convocó a una audiencia tan voluminosa que muy pronto los neologismos y modismos que allí se desplegaban a los gritos se convirtieron en parte del habla cotidiana de los argentinos. Expresiones sin sentido como “Mboheio”, “hop hop” y “upa” empezaron a escucharse en las calles, al igual que neologismos como “forrándula”, “caracúlico” o “pendeviejo”. Fue tal la repercusión y penetración popular de esa rara avis televisiva, que Notidormi hasta llegó a publicar un disco musical.
El éxito tampoco le iba a ser esquivo en los noventa. Tras querer reeditar sin mucha suerte Notidormi con La fiesta hop, y una breve temporada de Robocopia (junto a Raúl Becerra), nuevamente en la ahora única pantalla estatal Portal iba a construir un ciclo pionero de la TV autoreferencial que es moneda cotidiana hoy en día: Perdona Nuestros Pecados (PNP). Tan sencillo en su puesta como complejo en su producción, el ciclo se propuso recopilar y emitir al aire los errores, pifies, furcios y todas las cosas extrañas que pasaban en la TV, en un continuado que sólo tenía la pretensión de hacer reír, sin bajadas de línea ni editorializar. Acompañado en la conducción por Federica Pais y luego por Mariana Fabbiani, Portal creó un formato compuesto por breves y graciosas presentaciones y secciones como "El juego del Error", "Bolufrases", "Diccionario de Cagastellano", "PNP Informa" y "Perdona Nuestros Playback", entre otras.
La vigencia de PNP no sólo se puede apreciar en la larga vida que tuvo el ciclo (se emitió entre 1994 y 2002) y por haber pasado por cuatro de los cinco canales de aire (ATC, Canal 9, Telefe y El Trece). Su trascendencia obedece fundamentalmente a que PNP fue la punta de lanza de los numerosos ciclos que luego tendrían como materia prima a todo aquello que ocurría en los medios. Con las matices de cada caso, la creación de Portal fundó un género, o al menos fue inspiradora de todos los ciclos de archivo que se apilaron en las últimas décadas, desde Televisión Registrada, El ojo cítrico y Zapping hasta el más reciente Santo sábado, Ran15 o incluso Bendita TV. El hombre en las sombras de PNP fue Gastón Portal, hijo de Raúl, que encabezó el equipo encargado del trabajo de visualización, grabación y edición. Con los años, Gastón Portal desarrolló una intensa carrera como productor (GP Media) y director de TV y cine.
Con el fin de PNP, Portal volvió a dar un volantazo más a su carrera, con programas que lo mantuvieron en los medios pero que nunca alcanzaron las audiencias de sus creaciones anteriores. Con El portal de las mascotas (que tuvo pasos por Telefe, Canal 9 y América), el conductor buscó crear conciencia en la protección y el cuidado de las mascotas. Pero su tiempo ya había pasado. Su defensa acérrima de su “amigo del alma” Julio César Grassi, incluso cuando el sacerdote ya había sido condenado por abuso infantil y corrupción de menores en distintas instancias judiciales, terminaron por alejar a Portal de los medios. Y también de la gente. Hay pecados que no tienen perdón del público.