La reestructuración de la deuda, que fue recientemente acordada, ha sido motivo de preocupación constante para la Argentina. Es un tema que está lejos de haberse cerrado ya que aún falta la negociación con el Fondo Monetario Internacional.
A lo largo de la historia, el país ha sufrido repetidos ciclos de sobreendeudamiento que vinieron asociados con crisis: la de la deuda de 1982, hiperinflación en 1989, la de la convertibilidad en 2001 y la más reciente de 2018.
Estas situaciones han generado un fuerte impacto negativo sobre las posibilidades de crecimiento: así vemos que a fines de 2020 el PIB per cápita será similar al de 1974. La pregunta relevante aquí es: ¿por qué se han generado esos niveles de deuda que limitaron el crecimiento?
Lacunza
Con la llegada del gobierno de Mauricio Macri comenzó el proceso de endeudamiento más acelerado de la historia argentina. En un reciente artículo periodístico publicado en La Nación, el ex ministro de Economía Hernán Lacunza plantea que el endeudamiento se explica por el déficit fiscal, o sea por el hecho de que el Estado gasta más de lo que recauda, y que, consecuentemente, si no existiera déficit no habría deuda. Por otro lado, señala que, si bien “pueden ser contemporáneos”, la deuda no guarda relación alguna con la importante fuga de capitales que tuvo lugar durante ese período.
¿Cómo se comportó en los hechos esa relación entre endeudamiento, déficit fiscal y fuga de capitales? Para ello es imprescindible distinguir entre deuda en pesos y en moneda extranjera.
Durante el gobierno de Macri el Tesoro tomó deuda en dólares para financiar gastos corrientes en pesos. Pero el Tesoro tenía que vender esos dólares al Banco Central, que para obtener los pesos correspondientes que le pagó al Tesoro debía recurrir a la emisión monetaria o a tomar deuda, ya sea a través de Lebac o Leliq.
O sea que, en definitiva, el gobierno terminó endeudándose en dólares y en pesos, ya que el endeudamiento en dólares no evitó que el Banco Central tuviera que emitir o endeudarse en pesos para financiar el déficit fiscal.
Pesos
Los países, en general, financian su déficit fiscal en parte con emisión y en parte con deuda nominada en su propia moneda. Este es el caso del gobierno actual, en un contexto macroeconómico complejo. Es que este tipo de deuda es mucho más fácil de refinanciar y, eventualmente, el Estado puede emitir pesos para financiar su pago. En cambio, la deuda en dólares depende del grado de confianza de los acreedores externos sobre la capacidad de la economía de generar dólares genuinos.
Dicha confianza cambió abruptamente a lo largo del período del anterior gobierno. Durante 2016 y 2017 el mayor nivel de reservas generadas por el endeudamiento en dólares, junto a altas tasas de interés en pesos, alentaron la entrada de capitales especulativos que aprovecharon un tipo de cambio planchado para obtener jugosas tasas de ganancias. Parecía que los dólares sobraban.
Pero era un esquema totalmente insustentable que llegó a su fin a comienzos del 2018 cuando los capitales se retiraron masivamente generando una corrida cambiaria y una fuerte devaluación. En ese contexto, el Banco Central decidió subir aún más las tasas de interés para aminorar esa corrida, lo que llevó a un incremento importante del déficit cuasifiscal. En consecuencia, los ahorros que el Gobierno generó al reducir el gasto primario sacrificando al sector real de la economía fueron contrarrestados por el aumento de la parte financiera del gasto.
Finalmente, el Gobierno recurrió al FMI pero la fuga de capitales no cesó y, en definitiva, agravó el problema de la deuda. Las reservas del Banco Central cayeron en más de 21 mil millones de dólares en 2019 y obligaron a reestablecer un control de cambios, incluso más férreo que el que existió hasta 2015.
Insustentable
El endeudamiento en dólares generado durante el período de Macri no contribuyó a financiar el déficit fiscal, sino que, en una primera etapa, permitió aumentar el nivel de reservas y luego hacer posible una fuerte salida de divisas (además de financiar el déficit de cuenta corriente). Ese mayor nivel de reservas junto a la existencia de altas tasas de interés en pesos y una libertad absoluta a la compra de dólares incentivó la entrada de capitales especulativos de corto plazo, que luego fue revertida ante el alto grado de insustentabilidad que mostró la política económica.
¿No existe una relación entre la deuda en dólares y la fuga de capitales como señala el ex ministro Lacunza? En los cuatro años de la gestión de Cambiemos, el endeudamiento neto en moneda extranjera fue de 103.000 millones de dólares. En el mismo período, la fuga de capitales superó los 86.000 millones de dólares. El 1 por ciento de las empresas que resultaron compradoras netas de dólares adquirió casi la mitad de ese monto.
¿Hubiera sido posible esa enorme salida de capitales si no hubiera existido un gran aumento de la deuda en moneda extranjera que la financiara y que fue acompañada por (des)regulaciones que brindaron una libertad absoluta a la salida de capitales?
La experiencia histórica de endeudamiento demuestra que esos procesos no contribuyeron a promover el desarrollo productivo, sino que se destinaron, más allá del repago de deudas anteriores, a facilitar la fuga de capitales y la repatriación de beneficios.
* Investigadores del CENES de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA.