Si la fórmula del éxito camina por un lado, pues entonces Tito Fargo va por otro. Y está bien. De qué otra cosa sino de tal tozudez se hizo, acá y allá, gran parte de la historia del rock and roll. De ir siempre a más en la investigación, en la experimentación del sonido, en la búsqueda de otras formas, más allá de alguna cancioncita que la pegue en los charts. La elección se lee en su largo viaje. En la bandas under del barrio que integró (Oigadina y Éxodo Salmus, entre ellas). En su pasó por la Hurlingham Reggae Band, algo así como la cara B de Sumo. En los Redondos época Gulp y Oktubre. En un tal vez salvador corte geográfico que lo depositó en España durante quince años. Pero eso pasó. Lo que es, es lo del principio: que el guitarrista, productor y compositor avanza en el sentido dicho.

“Para mí la búsqueda nunca termina. Insisto en esto porque la música es el barco que nos transporta, que nos traslada. Es el medio que nos hace atravesar este mar por momentos caótico y huracanado que es la vida misma”, reflexiona este viejo batallador, días antes de salir a tocar on line este viernes a las 22 mediante un show cuyo nombre es el de su sesudo primer trabajo solista: Dub Station. La plataforma virtual será el sitio www.navestream.com.ar y la idea va de suyo: presentarse solo con sus circunstancias. “Esta es una situación nueva en varios aspectos. El hecho de estar solo y aislado me llevó a encarar una estética muy íntima como formato de desarrollo, y esto es lo que voy a mostrar el día del streaming, sin mucha más pretensión que ejecutar y mostrar música desde mi lugar de trabajo habitual. Técnicamente es un poco más complejo porque se trata de un ´solo set´, y tengo que estar muy afilado para pilotear varias herramientas y dispositivos de audio que verán la luz ese mismo día”, explica el hombre que también supo picar cerca de los Divididos.

La audacia estética marca Fargo está enmarcada en la sinergia entre dos universos que el también violero de Gran Martell maneja como un campeón: la analógica y la digital. Este entremundo, apoyado en bases dub y una electromusic “atemporal”, acerca en palabras lo que en música –siempre-- implica un enigma. Otra manera es que lo cuente él, claro. “Voy a implementar el audio inmersivo, un tipo de formato –también llamado 8D-- que el oyente recibirá cuando se conecte”, adelanta. “Es aconsejable utilizar auriculares, porque así se puede apreciar la diferencia entre escuchar solo por los oídos como un estéreo convencional, o aprovechar la amplitud que genera el inmersivo, que además permite poner todo el cuerpo a disposición. Es algo así como sumergirte en una experiencia sonora de 360'”.
--También cantás, algo que en Gran Martell resuelven bien Jorge Araujo y Gustavo Jamardo.

--Obvio (risas). En Gran Martell generalmente hago coros en algunos temas, pero en Dub Station estoy solo y no tengo otra alternativa que abrir la boca y cantar, si es que pretendo que parte de la música tenga letra. Es una experiencia muy liberadora, más aún cuando se acumulan textos muy propios que necesitan una voz. Y si… cantarlos es el mejor ejercicio.

--El tema “Antes que hoy” sería un buen ejemplo para contar la parte por el todo. El video que lo acompaña es medio espeluznante.
--Lo compuse a partir del resurgimiento de varios pedales de distorsión antiguos que estaban sin accionar en mi estudio. El sonido tan arenoso y vintage que se desprendió de la guitarra me llevó a armar música uniendo y agregando tecnología más actual. El resultado terminó siendo una canción que navega entre el stoner y un folk enrarecido por la atmósfera de la grabación. Y el video, bueno, fue hecho con una cámara antigua y en película de revelado. El concepto termina cerrando con una letra que nace de una visión muy interior, de necesidad de confirmar que hay cosas pasadas que se van afilando y concretando con el paso del tiempo.

--De la imposibilidad de manejar las cosas, se intuye…

--Es que nada depende realmente de uno, solo la visión que otorga la intuición de girar lentamente el timón sin perder la calma, y con el fin de que nada se rompa… de no quedar atrapado en medio de la peor tormenta.

--En las plataformas tuviste buena recepción. Uno de tus seguidores te agradece por “traer el futuro”¿Qué opinás de esto?

--Que más bien estoy estirando un elástico ficticio desde el pasado, que me impulsa a seguir creando en el presente inmediato y real, en las aguas donde flotamos hoy. Considero al futuro como algo fuera de nuestro entendimiento.
Lo que no está fuera de su entendimiento, claro, es la liga con Gran Martell, la agrupación que armó junto a Jamardo y Araujo que no solo bancó la parada, sino que permaneció en eso de hurgar mundos sonoros durante casi veinte años y cuatro discos de maravillosa factura: el epónimo debut; Dos Huecos, Un volcán, y 4. “Gran Martell está guardado y encuarentenado”, se ríe el guitarrista. “En realidad, lo que estamos haciendo con el trío es coordinar a la distancia la realización de un documental de archivo de la grabación de 4, nuestro último trabajo en estudio. Personalmente, me estoy encargando de la producción y esperamos tenerlo terminado antes de fin de año para presentarlo en vivo, obviamente si mejora la situación”.

--Tremendo lío con la Covid. ¿Cómo la llevás?
--La verdad es que la pandemia me embarcó en ordenar muchas cosas de mi vida, situación que muchas veces se había visto postergada por falta de tiempo. Mucha reflexión, quiero decir, Mucho balance está ocasionando este fenómeno que no hace más que confirmar nuestra vulnerabilidad como especie, y también lo poco amables que somos para con los demás seres vivos. A veces pienso que la tierra, como ser vivo que es, no nos soporta más.