Desde Washington D.C. A punto de entrar en sus últimas dos semanas, la campaña electoral en Estados Unidos acelera su ritmo. El presidente Donald Trump intenta recuperar el tiempo que perdió mientras tuvo que quedarse en Washington al contraer COVID-19. Ahora viaja de ciudad en ciudad en los estados que decidirán esta elección. Este sábado, habló en Michigan y en Wisconsin. El domingo estará en Nevada. En la recta final y con las encuestas en su contra, sabe que no hay tiempo que perder. Su rival, el demócrata Joseph Biden, también lo sabe. A pesar de los números favorables en la intención de voto, su equipo pidió a sus seguidores no confiarse.
“No podemos estar satisfechos porque la dura verdad es que Donald Trump todavía puede ganar esta carrera y todo indica que habrá que esperar hasta el último minuto”, escribió la jefa de campaña de Biden, Jen O’Malley Dillon, en un memo que difundió este sábado el diario The Washington Post. Actualmente, las encuestas a nivel nacional le dan al candidato demócrata entre nueve y diez puntos de ventaja en promedio sobre el republicano.
Sin embargo, el recuerdo de 2016, cuando esos números también le sonreían a Hillary Clinton, sigue fresco: la ex secretaria de Estado efectivamente consiguió la mayor cantidad de votos, pero no le sirvió de nada en un país con colegio electoral. Por eso, la campaña de Biden se mantiene atenta a lo que sucede puntualmente en ocho estados: Arizona, Florida, Georgia, Michigan, Minnesota, North Carolina, Pensilvania y Wisconsin. En estos lugares, “la carrera está mucho más ajustada que lo que sugieren las opiniones que vemos en Twitter o en la TV”, advirtió O’Malley Dillon.
A esos estados también les presta una especial atención la campaña republicana. Son los que van a definir el resultado. Desde que su médico lo autorizó a volver a los actos masivos el fin de semana pasado, Trump lleva adelante una seguidilla intensiva de encuentros con seguidores en cada uno de estos distritos. El viernes pasado estuvo en Georgia, alertando sobre el supuesto plan de los demócratas para abrir las fronteras, liberar extranjeros criminales y subir impuestos.
Este sábado viajó brevemente a Michigan y a Wisconsin, dos estados que fueron centrales en su victoria en 2016, pero que ganó por un margen escaso. Este año, las encuestas muestran a estos dos distritos del lado de Biden. Si el demócrata los gana, no necesita mucho más para asegurar su llegada a la Casa Blanca. Por eso, para Trump, es esencial hacer campaña en esos lugares.
En Michigan, apeló al orgullo industrial. “Heredamos el legado de patriotas de Michigan que dieron su sangre, sudor y lágrimas por nuestra amada nación. Este es el estado en el que Henry Ford inventó la cadena de montaje, piensen en eso”, dijo desde la ciudad de Muskegon.
El domingo tendrá un acto en Nevada, un estado que en las últimas tres elecciones presidenciales eligió votó al Partido Demócrata. Solía ser un terreno sólido para los republicanos hasta la década de 1980 y la campaña de Trump cree que puede darlo vuelta esta vez.
Mientras los dos candidatos siguen sus campañas, unas 22 millones de personas ya votaron en 44 estados y el Distrito de Columbia, sitios que permiten el voto por adelantado. Según la Associated Press, esta cifra representa el 16 por ciento de todos los votos emitidos en 2016, cuando todavía faltan dos semanas para el día de las elecciones.
Récord de participación
Para los analistas, esto es una muestra de que en esta elección podría haber un número récord de participación. Sin voto obligatorio, la participación en Estados Unidos se mantuvo en torno al 58 por ciento en las últimas dos elecciones presidenciales. Este año, con los cambios producidos por la pandemia de COVID-19 y la ampliación del voto por correo, podría ser mayor.
Según el análisis de AP, dos tercios de los votos adelantados provienen del lado demócrata. La mayoría de los republicanos afirma que irá a votar el 3 de noviembre.
A pesar de los discursos en contra del voto por correo, Trump ahora alienta a sus seguidores a acercarse a los centros que ya están abiertos en estados como Georgia y Nevada. “Agarren a sus amigos, a su familia, a sus compañeros de trabajo, a sus jefes, si tienen jefe. Y salgan y voten. Envíen sus boletas o pueden votar por adelantado en persona. Solo asegúrense de votar y de que cuenten su voto”, pidió también en el acto en Michigan.
La posibilidad de empezar a votar antes del día de las elecciones, que en Estados Unidos cae en un martes laborable, no impidió que se formaran largas filas la semana pasada. En Georgia, la gente esperó 11 horas hasta llegar a la mesa en el primer día de voto adelantado. También hubo demoras en Texas y en Carolina del Norte.
En California, el Partido Republicano decidió emplazar buzones para recibir el voto por correo en los condados de Los Ángeles, Fresno y Orange. Los puso fuera de los locales partidarios, negocios de armas e iglesias, en las áreas más conservadoras de estos distritos. Sin aclarar que eran solo para recolectar las de sus propios votantes, los buzones llevan la leyenda “oficial” en su exterior, algo que según Alex Padilla, el secretario de Estado de California, es ilegal. A pesar de eso, el partido continuará distribuyendo los buzones.
El próximo jueves, Trump y Biden se verán las caras nuevamente en el último debate presidencial antes de las elecciones. Será la última vez antes del 3 de noviembre que tengan a su disposición un espacio en el horario principal de la televisión para discutir sus diferentes puntos de vista sobre Estados Unidos. Allí volverán a hablar sobre cambio climático, seguridad nacional y la problemática racial. Pero, sobre todo, debatirán sobre liderazgo y lucha contra el coronavirus, mientras el país ingresa en una tercera ola en la suba de contagios.