Su equipo va al frente, no les tiene miedo a los cambios y acepta los desafíos. Algo parecido a como ella se toma la vida. Milagros Martínez pensó en abandonar el fútbol cuando, después de media vida dedicada a “su” Fundación Albacete (como jugadora al comienzo, luego como entrenadora y finalmente como responsable de la academia), el club español decidió prescindir de ella. Pero a pesar de la frustración no se quedó quieta: cargó su currículum en varias páginas web, actualizó sus redes sociales y un buen día el teléfono sonó. La llamada llegaba desde Japón. “Con Fundación Albacete habíamos ascendido a la primera división y mantenido al equipo durante tres temporadas; pero cuando acabó mi contrato, el club consideró que era mejor que otra persona ocupara el cargo. Yo no encontré nada en España, entonces me puse a buscar en el exterior y surgió la oportunidad de entrenar al Suzuka Unlimited”, cuenta. Mila –como la conocen en el mundillo de la redonda– hizo sus valijas sin dudarlo y apenas 13 días después aterrizó en suelo asiático. Con su llegada, lo sabe, pasó a la historia al convertirse en la primera mujer en dirigir a un equipo masculino japonés. “Creo que es complicado que nos den esa oportunidad a nosotras. Dirigir en el fútbol masculino era algo que me apetecía hacer y nunca antes había podido, por eso no lo pensé demasiado y enseguida me vine”, cuenta después de dos años, con su primer título bajo el brazo.
–¿Cómo te llegó la oferta del club?
–Acá buscaban a una mujer entrenadora, porque el Suzuka es un club al que le gusta llamar la atención de la gente. Yo justo había hablado con una amiga japonesa que vive en España y trabaja para el Villarreal. Le había contado que buscaba una oportunidad para trabajar fuera del país, y le pedí que se contactara conmigo en caso de saber algo. Los del club justo dieron con ella, por una cuestión de idioma. Entonces, me dijo: “Oye, Mila, están buscando a alguien para entrenar a un equipo masculino, ¿te interesa?”. Y así llegó. Ya estoy aquí hace dos temporadas, y estamos intentando acordar un año más de contrato.
–Teniendo en cuenta que estaban acostumbrados a tener entrenadores japoneses, ¿cómo te recibió el equipo?
–Pues, recuerdo que el primer día, cuando entré al vestuario, algunos agachaban la cabeza, otros se reían, y en ese momento pensé: “Me va a costar más de lo que imaginé”. Allá hay mucho respeto por la figura del entrenador, pero con una mujer, encima de la misma edad que algunos de los más veteranos, era complicado. De todas formas, enseguida conseguí ganarme la confianza de ellos. Japón es un país muy tradicional, y acá están acostumbrados a tener entrenamientos más estrictos y físicos. Mi manera de entrenar es más moderna, con el balón, y creo que por ahí me fui ganando a los jugadores.
–¿Y con la hinchada cómo te llevás?
–Bueno, con los aficionados pasa algo maravilloso, porque viven el deporte de una forma muy diferente a cómo lo vivimos en España o en Argentina, que es muy intenso y con mucha pasión. Aquí lo ven sólo como un deporte. Si van al campo, festejan, se la pasan bien aunque el resultado no haya sido el esperado. El equipo empata o pierde, y te agradecen por el esfuerzo. No tienen esa presión de tener que ganar sí o sí. La derrota la asimilan muy bien, y eso es bastante positivo para trabajar, sobre todo para los entrenadores.
–Mila, hablabas recién de tu manera de entrenar. ¿Nos podés contar cómo juega el Suzuka?
–Creo que el Suzuka es un equipo que, mediante la posesión del balón, intenta controlar los partidos. Aquí los jugadores no paran de correr y no se puede garantizar que vayas a ganar quedando un minuto con dos goles de ventaja. Los finales son frenéticos. Yo quise remediar eso e intentar tener un poco más de control. El año pasado me costó mucho y ahora vamos mejor. Somos un equipo que ataca, nos gusta llegar a la portería rival con mucha gente. Y así es más fácil convencer a los jugadores de un cambio. Decirles que vamos a correr para atacar, es mucho más fácil que decirles que vamos a correr sólo para defender.
–Todavía no hay muchas mujeres entrenadoras de equipos masculinos. ¿Qué requisito considerás fundamental para ocupar ese rol?
–Creo que es muy importante confiar en una misma. Yo tengo que reconocer que cuando llegué aquí, dudaba mucho de mis conocimientos y de mi forma de entrenar porque no sabía si en un país tan diferente iba a encajar. Pero el fútbol es universal, y es fácil entenderse con alguien que no habla tu idioma con el balón de por medio. Por eso creo que tenemos que confiar más en nosotras, seguir luchando y estar preparadas para cuando llegue la oportunidad, porque al final llega.
–¿Soñás con volver a España y tener una oportunidad allá?
–Me gustaría volver porque estoy lejos y echo de menos a la familia, pero tengo muy claro que quiero dedicarme a esto. La tierra siempre tira, sobre todo este año que ha sido tan complicado, pero mi idea es seguir viviendo del fútbol todo el tiempo que pueda. Creo que para eso nos hemos formado y hemos sacrificado tantas cosas. Cuando decides dedicarte a esto, no tienes un hogar fijo. Mi idea es, sea donde sea, seguir con el fútbol.
*Sofía Martínez, Florencia “China” Pereiro, Ornella Sersale.